Rusia sale ganando en una guerra libia
- David D. Kirkpatrick
Ha surgido un aparente ganador: el Kremlin. Rusia ha aprovechado tres años de mensajes confusos de la Administración Trump para convertirse en un crucial poder a la sombra en Libia, un premio geopolítico con vastas reservas de energía y una ubicación estratégica en el Mediterráneo.
![Un panorámico para Khalifa Hifter en Benghazi. Foto / Ivor Prickett para The New York Times.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2020/04/30/ref_04_libya1-1_0.jpg)
Un panorámico para Khalifa Hifter en Benghazi. Foto / Ivor Prickett para The New York Times.
TRÍPOLI — A principios de la primavera pasada, justo antes de una planeada conferencia de paz respaldada por Estados Unidos entre facciones en guerra en Libia, el aspirante dictador libio Khalifa Hifter hizo arreglos para una llamada telefónica con John R. Bolton, entonces asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Hifter, exgeneral del Ejército libio y alguna vez cliente de la CIA, quería la aprobación de la Casa Blanca para un ataque sorpresa para apoderarse de Trípoli, la capital, antes de que iniciaran las conversaciones de paz.
Bolton no dijo que no.
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El ataque, lanzado el 4 de abril del 2019, resultó contraproducente. Hifter no logró capturar Trípoli, extralimitó a sus fuerzas y reinició una guerra civil, matando a miles y desplazando a cientos de miles más. La lucha ha interrumpido el flujo de petróleo libio, inyectado nueva volatilidad a la región y mermado severamente la influencia de Washington.
Pero ha surgido un aparente ganador: el Kremlin. Rusia ha aprovechado tres años de mensajes confusos de la Administración Trump para convertirse en un crucial poder a la sombra en Libia, un premio geopolítico con vastas reservas de energía y una ubicación estratégica en el Mediterráneo.
La llamada de Bolton con Hifter parece haber beneficiado las maquinaciones rusas.
Días antes de la llamada, agentes privados rusos en Libia informaron a Moscú que Hifter era un líder militar con puntos débiles que sin duda fracasaría si alguna vez intentara conquistar la capital, señalan documentos secretos rusos confiscados en Trípoli y vistos por The New York Times. Los agentes vieron oportunidades en su debilidad y sugirieron que Rusia podría ganar influencia sobre Hifter si enviaba mercenarios para reforzar su llamado Ejército Nacional Libio.
La posición inconsistente de Washington respecto a Libia ha jugado un papel importante en la prolongación del caos. La ausencia de una política fuerte de EE.UU. ha abierto la puerta a la interferencia de socios estadounidenses rivales, incluyendo Turquía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
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Sin embargo, es Rusia la que está mejor posicionada para dominar Libia.
Un brazo del Kremlin controla docenas de cuentas de redes sociales que promueven a Hifter y otros clientes favoritos, incluyendo al hijo mayor de Muammar el-Qaddafi, el exdictador de Libia, de acuerdo con el reporte de los agentes.
Al mismo tiempo, el Ejército ruso ha trabajado tras bambalinas para rodear a Hifter con muchos de los antiguos socios rusos de las fuerzas de seguridad de la era de Qaddafi, alentando a los secuaces de Qaddafi a regresar del exilio. El Kremlin también ha forjado lazos con un potencial partido gobernante en espera, muestran los documentos.
Libia había caído en el caos desde que una campaña aérea de la OTAN ayudó a destituir al coronel Qaddafi durante los levantamientos de la Primavera Árabe del 2011. Milicias extorsionistas, extremistas rebeldes y traficantes de migrantes hicieron su agosto mientras el país se dividía en feudos. Oficialmente, EE.UU. reconoció sólo al gobierno provisional respaldado por la ONU.
Pero el príncipe Heredero Mohammed bin Zayed, de Emiratos Árabes Unidos, y el presidente de Egipto, Abdel Fattah el-Sisi, dijeron a Trump que el gobierno provisional era irremediablemente débil y estaba plagado de islamistas, y advirtieron sobre un efecto dominó islamista en toda la región, señalan dos ex altos funcionarios de la Administración.
El ataque del 4 de abril sorprendió al mundo. António Guterres, el Secretario General de la ONU, acababa de aterrizar en Trípoli para las pláticas de paz. Exhortó a Hifter a retirarse, un mensaje apoyado por el secretario de Estado Mike Pompeo. Las fuerzas militares de EE.UU. abandonaron de prisa la ciudad.
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“Parecía que los estadounidenses estaban cambiando de bando de una manera que no tenía sentido”, dijo Peter Millett, Embajador británico en Libia hasta el 2018. “Hubo confusión y gran sorpresa en la comunidad internacional”.
Aun con la propagación del coronavirus en Libia, Hifter ha seguido bombardeando Trípoli, incluso atacando un hospital importante. Y los mercenarios han dado a Rusia un veto de facto sobre cualquier final al conflicto.
“Éste ha sido el sueño de Rusia desde la Segunda Guerra Mundial”, dijo Fathi Bashagha, ministro del interior del Gobierno de Trípoli, citando la declaración en tiempos de guerra de Winston Churchill de que Moscú veía a Libia como el “punto débil” de Europa.
“Poner pies rusos en suelo libio”.
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