Revisan lodo del Támesis en busca de secretos
- Megan Specia
Los hurgadores deben reportar los objetos que pudieran ser de interés arqueológico 'tesoro', como oro, plata, acopios de monedas y artículos de metal prehistóricos. Todo debe ser informado al Gobierno británico.

Hurgadores peinan las riberas del Támesis. Objetos hallados en el fango. Foto / Andrew Testa para The New York Times.
LONDRES — Una mañana reciente, Lara Maiklem bajó rápidamente unos escalones de piedra resbaladizos a la orilla del río Támesis.
El río atraviesa la ciudad del oeste al este, dividiendo a Londres al serpentear junto a los nuevos rascacielos y viejos muelles que bordean sus riberas.
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Pero dos veces al día, la marea baja hace que retrocedan las riberas del Támesis —bajando el nivel del río 6 metros en algunas áreas— revelando siglos de vida londinense olvidada en los fragmentos que sobresalen de la tierra recién expuesta, conocida como la zona intermareal.
Esto es cuando los “mudlarks”, o hurgadores del lodo, como Maiklem, salen.
“Lo que buscas son líneas rectas y círculos perfectos”, afirmó, sus ojos recorriendo la superficie del lodo en busca de artefactos. “Como que destacan entre las formas naturales”.
En cuestión de minutos había divisado fragmentos de una jarra del siglo 17.
El nombre “mudlark” originalmente se les dio a los pobres de la era victoriana que pepenaban artículos en el río para vender. Pero en fechas más recientes, la etiqueta se ha pegado a los aficionados, amantes de la historia y cazadores de tesoro de Londres que recorren la orilla del río en busca de objetos del pasado de la ciudad.
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Se les aconseja a los hurgadores que reporten objetos que pudieran ser de interés arqueológico. Quien descubra “tesoro” —oro y plata, acopios de monedas y artículos de metal prehistóricos— debe informarlo al Gobierno británico.
El Támesis, la razón misma por la que la gente empezó a establecerse en la ciudad hace más de 2 mil años, es uno de los mejores protectores de la historia londinense. El río ha sido usado en muchas maneras en el curso de los milenios: como autopista acuática, fuente de alimento y, más importante para los hurgadores, como un basurero.
En el Centro de Londres, muchos de los hallazgos son romanos o medievales. Más al oeste, se ha encontrado evidencia de asentamientos prehistóricos.
Donde exploraba Maiklem, en Rotherhithe, los hallazgos de los siglos 16 y 17 son la norma. Su mirada se posó en el borde apenas visible de una moneda refundida contra un poste de madera. La sacó y le quitó la suciedad, revelando un cuarto de penique con la cara de Jorge III, con la fecha, 1777, casi borrada.
Unas enormes vigas de madera de barcos desintegrados en los siglos 17 y 18 se proyectan del lodo. Se cree que el Mayflower, que llevó a los peregrinos a América, fue despedazado en este lugar para chatarra.
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Maiklem, que ha pasado más de 15 años explorando las orillas del río, se lleva sólo los artículos más inusuales a casa. Ve sus hallazgos como parte de una historia compartida y usa los medios sociales para revelar las cosas que encuentra. Tiene más de 100 mil seguidores.
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