Recurren al trueque tras hundirse la economía
- Ben Hubbard y Hwaida Saad
La crisis de Líbano, resultado de años de corrupción gubernamental y mala administración financiera, ha causado que el desempleo y los índices de pobreza se disparen, los negocios cierren y los sueldos pierdan su valor.
BEIRUT, Líbano — Durante tres décadas, el chef Antoine El Hajj ha aparecido en la televisión cinco días a la semana para ayudar a cocineros en todo Líbano.
Hace dos meses, se dio cuenta de que muchos de sus televidentes ya no podían costear alimentos básicos de los que él había dependido por mucho tiempo en sus recetas, como la carne de res.
“Antes había una clase media en Líbano, pero ahora los ricos son ricos, la clase media se ha vuelto pobre y los pobres se han vuelto necesitados”, dijo El Hajj, de 65 años, recientemente. Llena sus segmentos con consejos sobre cómo mantener los platillos sabrosos con menos aceite, menos huevos y verduras más baratas.
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La crisis de Líbano, resultado de años de corrupción gubernamental y mala administración financiera, ha causado que el desempleo y los índices de pobreza se disparen, los negocios cierren y los sueldos pierdan su valor.
Protestas masivas contra la élite política estallaron en todo el país el otoño pasado. Las manifestaciones fueron disminuyendo cuando la nación entró en confinamiento por el coronavirus, pero recientemente han empezado de nuevo.
Los apagones oscurecen las calles, los bancos se niegan a entregar el efectivo de los depositantes y las familias batallan para comprar productos esenciales importados como pañales y detergente para ropa.
Gran parte de la angustia viene del caos en el sistema bancario. El banco central dirigía lo que los críticos han llamado una “pirámide” o esquema Ponzi, convenciendo a bancos comerciales a realizar grandes depósitos de dólares estadounidenses con altas tasas de interés que podían cubrirse solo trayendo a más depositantes con tasas de interés aún más altas.
Pero ese sistema se paró en seco el año pasado cuando dejaron de llegar nuevos inversionistas, dejando a los bancos del país muy cortos. Estos han reaccionado principalmente negándose a entregar dólares, usados de forma intercambiable con la moneda local por los libaneses en la vida diaria.
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El resultado ha sido un caos financiero, y dolor.
La membresía de un grupo en Facebook llamado Lebanon Barters (Canjeadores de Líbano) ha crecido, y sus miembros ofrecen todo desde fichas de póker hasta narguiles a cambio de comida. “Hago trueque de pesas nuevas, nunca usadas, por un paquete de pañales, talla 6, y una botella de aceite”, decía un mensaje con una foto de mancuernas aún en la caja.
Otro mensaje mostraba un vestido verde limón que Fatima al-Hussein, madre de seis hijos en el norte de Líbano, había comprado como un regalo para su hija. Buscaba canjearlo por azúcar, leche y detergente.
Al-Hussein dijo que su esposo gana 200 mil libras libanesas por semana como albañil, una cantidad que antes valía 130 dólares. Ahora vale menos de 30 dólares, dejándolos batallando para comprar artículos esenciales.
Comentó que decidió canjear el vestido luego de tener que empezar a alimentar a sus hijos con pan mojado en agua. Pero nadie había mostrado interés aún.
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Mientras El Hajj preparaba los platillos para un programa reciente, tomaba llamadas de televidentes que batallaban para preservar los alimentos en medio de los apagones. ¿Cómo se hace mermelada con ciruelas o cerezas? ¿Cómo mantienes la carne fresca cuando no puedes contar con el congelador?
“Todo tiene una solución”, dijo tras el programa. “Lo importante para mí con mi programa es ayudar a las personas a seguir comiendo”.
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