Países ignoran el plan contra la pandemia del coronavirus
- Selam Gebrekidan
La solidaridad global ha estado notablemente ausente en la lucha para detener un brote que ya ha matado a más de 4 mil 300 personas y se ha extendido a más de 170 países. Nadie parece estar a cargo.
Durante semanas, la Organización Mundial de la Salud se resistió a declarar el brote de coronavirus como una pandemia, temiendo provocar un pánico.
Pero el 11 de marzo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la agencia, hizo precisamente eso, pidiendo unidad global para “cambiar el curso de esta pandemia”.
Fue un momento que subrayó la posición de la OMS como la principal agencia de salud pública del mundo. Pero también reflejó la debilidad de la OMS como organización que, acorde a un tratado internacional, debe liderar y coordinar la lucha global contra el coronavirus, pero que ha sido marginada en muchos sentidos.
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La solidaridad global ha estado notablemente ausente en la lucha para detener un brote que ya ha matado a más de 4 mil 300 personas y se ha extendido a más de 170 países. Nadie parece estar a cargo. No parece haber un plan.
Hace 15 años, la Organización Mundial de la Salud emprendió una revisión importante del Reglamento Sanitario Internacional en materia de brotes. La revisión tenía la intención de corregir fallas en la respuesta global al brote de SARS del 2003, que mató a cientos de personas y llevó a los sistemas avanzados de atención médica al punto de ruptura.
La OMS serviría como un organismo central de coordinación. Los países notificarían a la agencia sobre brotes y compartirían información para ayudar a los científicos. La OMS coordinaría los esfuerzos de contención, declararía emergencias y haría recomendaciones. La regulación es legalmente vinculante y ha sido firmada por 196 países.
Pero docenas de países están incumpliendo las regulaciones. Algunos no han notificado a la organización de los brotes. Otros han instituido restricciones a los viajes internacionales, en contra del consejo de la OMS y sin notificar a los funcionarios de salud global.
“Uno de los mayores retos que enfrentamos es que demasiados países afectados aún no comparten datos con la OMS”, dijo Tedros.
Como parte de las Naciones Unidas, la OMS es ampliamente influyente, pero está obstaculizada por presiones presupuestales y políticas.
Carece de autoridad para imponer la ley. A menudo se le acusa de postrarse ante sus donadores, desde jugadores poderosos como Estados Unidos y China hasta financiadores privados como la Fundación Gates.
Estas contradicciones llevaron a algunos académicos a cuestionar la necesidad de una institución tan débil. Pero Rebecca Katz, una académica en la Universidad de Georgetown, en Washington, dijo que esas críticas pasan por alto un punto fundamental.
“Si no hubiera una OMS, la tendríamos que inventar”, dijo Katz. “Están en una situación difícil porque sabes que tienes derecho internacional, pero también sabes que cada nación es soberana”.
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Esta vez, algunos detractores anteriores dan crédito a la OMS por declarar una emergencia global mucho más rápido que durante los brotes de SARS y Ébola, compartir información con el público y convocar a científicos y financiadores de investigaciones para ayudar a desarrollar pruebas, vacunas y medicamentos.
Los ejemplos más obvios son el incumplimiento global de las restricciones de viaje internacional. Más de 70 países han instituido las restricciones, aunque la OMS no las aconseja, advirtiendo que era poco probable que los límites detengan la propagación del patógeno.
La OMS ha advertido repetidamente que las prohibiciones internacionales pueden bloquear los recursos necesarios o retrasar la ayuda y el soporte técnico. Esas restricciones están justificadas sólo al comienzo de un brote para ganar tiempo a las naciones para prepararse, dijo la agencia.
Luego está la renuencia de algunos países a levantar la prohibición a la exportación de equipos de protección. Francia y Alemania han puesto límites a las exportaciones de esos equipos.
“La vida de un trabajador de salud en un país es ciertamente tan valorada como la vida de un trabajador de salud en otro”, dijo Michael Ryan, quien dirige el programa de emergencias sanitarias de la OMS.
Los gobiernos nacionales que firmaron la regulación internacional también dejaron una laguna, que están explotando ahora.
Los países redactaron una cláusula que les otorgaba el derecho a tomar medidas de salud que creían que tendrían resultados similares o mejores que las recomendaciones de la OMS, bajo la premisa de que estas medidas tenían fundamento científico y eran para el bien común.
Los países están obligados a informar a la agencia de salud en un plazo de 48 horas sobre cualquier medida que tomen más allá de las pautas colectivas. Muchos países no lo han hecho durante el brote de coronavirus, y la OMS puede hacer poco al respecto.
En algunos casos, los funcionarios de la OMS se enteraron de los cierres de viajes gracias a reportes en los medios.
“¿Qué queremos decir realmente si nadie sigue impunemente la recomendación de la OMS?”, preguntó Gian Luca Burci, quien fungió como el representante legal de la agencia.
Los funcionarios de la agencia se han resistido a nombrar y avergonzar a los países que violan las reglas y han eludido en gran medida las preguntas de los medios sobre el tema.
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Parte de esa vacilación se reduce al dinero, dijo Ashish Jha, un director del Harvard Global Health Institute. La organización ha dicho que necesita 675 millones de dólares para financiar su respuesta a los brotes de coronavirus. A mediados de marzo, las naciones se habían comprometido con unos 300 millones.
El grupo de los 7 se ha comprometido a ayudar a las naciones más pobres, pero no siempre ha cumplido.
El mundo no está preparado para “una pandemia de patógenos respiratorios virulentos y de rápida propagación”, dijo un informe de la OMS el año pasado
Katz dijo que regulaciones internacionales más fuertes ayudarían a prepararse para un brote así.
“Este es el acuerdo que tenemos. Esta es la organización que tenemos”, dijo.
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