Libre ya del virus, pero sin recuperarse
Muchos italianos se han familiarizado dolorosamente con la forma en que la infección puede persistir durante semanas, los síntomas pueden estar presentes durante semanas más y la recuperación completa puede demorar aún más, si alguna vez llega.
- Jason Horowitz
- - Publicado: 26/5/2020 - 06:00 pm
ROMA — Cuando Morena Colombi dio negativo para el coronavirus el 16 de marzo, los recuentos oficiales la contaron entre las recuperaciones de COVID-19. Pero distaba mucho de estar recuperada, pues continuaba con su tos y fatiga paralizante.
Cinco semanas después, el 21 de abril, regresó a su trabajo, pero con una falta de aliento y dolor muscular se vio incapaz de dar incluso caminatas cortas. Otra prueba confirmó que ya no estaba infectada. Pero 11 semanas después de dar positivo, aún no ha vuelto a la normalidad.
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“Toma mucho tiempo”, dijo Colombi, de 59 años, que vive cerca de Milán. “No puedo volver a mis ritmos naturales”.
Italia fue el primer país europeo afectado duramente por la pandemia, con sus unidades de cuidados intensivos rebasados y sus ancianos muriendo en masa. Por ende, Italia también está a la vanguardia de enfrentar la larga duración de la enfermedad y las consecuencias perdurables para algunos sobrevivientes.
Muchos italianos se han familiarizado dolorosamente con la forma en que la infección puede persistir durante semanas, los síntomas pueden estar presentes durante semanas más y la recuperación completa puede demorar aún más, si alguna vez llega. De las más de 220 mil personas en Italia que dieron positivo, más de 30 mil han muerto y el Gobierno cuenta a más de 103 mil como recuperadas.
“Hemos visto muchos casos en los que las personas tardan mucho, mucho tiempo en recuperarse”, dijo Alessandro Venturi, director del hospital San Matteo en Pavia, añadiendo que la incomodidad a menudo parece durar aún más en las personas con síntomas más leves. “Es una convalecencia muy larga”.
La mayoría de las personas que contrae el virus tiene pocos síntomas o ninguno, pero algunas se enferman gravemente, la mayoría de las veces con neumonía. Cualquier neumonía daña los pulmones, lo que puede tardar meses en sanar, y los médicos advierten que el daño podría no ser completamente reversible.
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Los estudios también apuntan a daño renal, cardíaco, hepático y neurológico, a menudo por infecciones secundarias, y nadie sabe cuáles son las perspectivas a largo plazo para esos pacientes.
Pero incluso algunos de los infectados que han evitado la neumonía describen una enfermedad enloquecedoramente persistente e impredecible, con síntomas inesperados. Los huesos se sienten rotos. Los sentidos se sienten aturdidos. Los estómagos tienen malestar constante. Hay días buenos y luego días malos sin lógica aparente.
“Nunca termina”, dijo Martina Sorlini, una maestra de preparatoria de matemáticas y física de 29 años que ha tenido fiebre baja desde principios de marzo. Dijo que la tos y el dolor de garganta finalmente desaparecieron, y que después de tres semanas recuperó su sentido del gusto y el olfato, e incluso encontró suficiente energía para correr y cuidar de su jardín.
Luego vinieron dolores de estómago, fatiga y el regreso de la fiebre. Y no se ha ido.
Edmondo Cirielli, miembro del Parlamento, ha argumentado que el Ministerio de Salud debería prestar más atención a casos como el suyo.
El fin de semana del 7 de marzo, Cirielli tuvo fiebre y sufrió síntomas similares al resfriado. Dio positivo esa semana.
Casi de inmediato, dijo, su fiebre y tos se desvanecieron, y pensó que estaría bien. Luego tuvo lo que llamó una “pequeña crisis respiratoria” que lo llevó al hospital.
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Pero no tenía neumonía, así que se fue a su casa a la cuarentena. Allí, sufrió fatiga debilitante y dolor intenso en la base del cuello.
Después de 40 días de sentirse mal, dio negativo en la prueba del virus, pero sus ojos todavía ardían y los episodios de diarrea continuaron.
A finales de mes, finalmente se sintió mejor, pero otro resultado de la prueba dio positivo, lo que lo obligó a pasar más semanas aislado.
Albertina Bonetti, de 77 años, desarrolló náuseas y fiebre el 7 de marzo, seguido de diarrea. Después de 10 días de fiebre, sus piernas comenzaron a dolerle tanto que no podía poner los pies en el suelo.
Necesitó un tanque de oxígeno del 20 de marzo hasta finales de abril, pero cuando fue a un hospital, el personal se negó a admitirla.
“Te deja algo adentro”, dijo sobre el virus. “Y nunca vuelves a ser como antes”.
Emma Bubola contribuyó con reportes a este artículo.
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