Las tribus de Brasil temen el etnocidio
- Ernesto Londoño y Letícia Casado
El presidente Jair Bolsonaro ha empezado a desmantelar un sistema de protección para las comunidades indígenas consagrado en la constitución de Brasil, jurando no designar ni “un centímetro” más como tierras protegidas.
TERRITORIO URU EU WAU WAU, Brasil — El panorámico en la entrada de una aldea indígena en la Amazonia se ha convertido en una reliquia. “Aquí hay inversión del Gobierno federal”, proclama el letrero del 2012.
De hecho, este pequeño asentamiento en el Estado de Rondonia, llamada Alto Jamari, hogar de unas 10 familias de la tribu uru eu wau wau, apenas sobrevive, al igual que decenas de otras aldeas en la región que durante décadas han servido como remansos para la cultura indígena y un baluarte contra la deforestación en Brasil.
Los líderes locales y los defensores de los pueblos indígenas señalan como culpable de la situación en deterioro a una sola persona: el presidente Jair Bolsonaro.
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Durante su campaña, Bolsonaro prometió que abriría la Amazonia al desarrollo. “Donde hay tierra indígena, hay riqueza abajo”, dijo.
Desde que asumió el cargo hace poco más de un año, Bolsonaro ha implementando políticas que los detractores temen que han puesto en marcha una nueva era de etnocidio. Comenzó a desmantelar un sistema de protección para las comunidades indígenas consagrado en la constitución de Brasil, jurando no designar ni “un centímetro” más como tierras protegidas.
“El indígena no puede permanecer en su tierra como si fuera alguna criatura prehistórica”, dijo Bolsonaro en febrero.
Presentó un proyecto de ley ante el Congreso que legalizaría empresas de minería que han contaminado los ríos y autorizaría la exploración de petróleo y gas, así como plantas hidroeléctricas en tierra indígena.
La constitución brasileña de 1988 confiere amplios derechos a los pueblos indígenas brasileños, una forma de reparación por siglos de trato brutal. Si bien estos derechos nunca se han respetado por completo, ahora están siendo eviscerados, afirmaron activistas y líderes indígenas.
Para comunidades con poblaciones pequeñas, esto podría significar su desaparición como tribus. La escuela en la más grande de las seis aldeas de los uru eu wau wau está vacía. Los profesores dejaron de presentarse porque no les pagaban.
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En una imagen satelital, el territorio uru eu wau wau destaca como una isla verde rodeada de parcelas de bosque talado. En 1991, el Gobierno federal designó el territorio, que abarca un área de 18 mil kilómetros cuadrados. Se supone que esto confiere autonomía limitada. El territorio, aún técnicamente propiedad del Gobierno federal, hoy es hogar de unos 220 miembros de la tribu uru eu wau wau, así como algunas tribus más pequeñas y no contactadas.
El año pasado, unos 200 hombres entraron al territorio con la aparente intención de establecer un asentamiento. Después de que la tribu protestó y llamó la atención de los medios brasileños, la Policía Federal expulsó a los hombres. Pero acciones así son raras, y es imposible para las autoridades patrullar una región tan vasta, cosa que los madereros y las tribus saben bien.
“Lo que estamos viendo es el resultado de un Gobierno que está a favor de la deforestación de la Amazonia”, dijo Bitate Uru Eu Wau Wau, un líder de la comunidad que, como es común, usa el nombre de su tribu como apellido. “Ha envalentonado a los invasores”.
De agosto del 2018 a junio del 2019, fueron talados unos 4 mil 250 kilómetros cuadrados de bosque, de acuerdo con el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, un aumento del 74 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
La población indígena en el Brasil contemporáneo cayó de unos 11 millones de personas en el año 1500 a 70 mil en los años 50. Después de que los generales tomaron el poder en la década de los 60, el Gobierno trató a los indígenas como obstáculos al crecimiento económico.
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La Constitución de 1988 reconoció sus “costumbres, lenguas, creencias y tradiciones”. Estableció un proceso que creó los 567 territorios indígenas. En su primer día en el cargo, Bolsonaro transfirió el proceso de la Fundacion Nacional Indígena (FUNAI) al Ministerio de Agricultura. La Suprema Corte bloqueó la acción, pero todos los casos pendientes de demarcación permanecen congelados.
Siempre que los uru eu wau wau se enteran de nuevas incursiones en su territorio, inspeccionan el daño. Preparándose para una reciente expedición, los guerreros de la tribu embadurnaban con veneno las puntas de sus flechas.
Ivaneide Bandeira Cardozo, una activista que a menudo acompaña a los uru eu wau wau, temía lo que podría suceder en una confrontación con los madereros. “Si no matamos, va a empeorar día tras día”, respondió uno de los hombres.
Tras una ardua caminata de seis horas, llegaron a una gran extensión de tierra que hacía poco había sido reducida a cenizas. No pudieron más que tomar fotos y después prender fuego al pequeño campamento.
Cuando se le preguntó acerca de lo que las políticas del Gobierno de Bolsonaro podrían hacer a comunidades como éstas, Cardozo, se mostró abatida. “Su objetivo es forzarlos a salir de sus tierras y transformarlos en ciudadanos comunes en la periferia de las ciudades, en mendigos”, dijo. “Para mí, eso equivale a una política de genocidio y etnocidio”.
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