Humanos han almacenado comida desde épocas prehistóricas
El hallazgo podría ser el ejemplo más antiguo de humanos prehistóricos guardando comida para su consumo posterior, y también podría proporcionar una ventana a las habilidades de los humanos antiguos para planear sus necesidades futuras. El estudio fue publicado en Science Advances.
- Nicholas St. Fleur
- - Publicado: 01/11/2019 - 12:00 pm
Sellada durante milenios, la Cueva Qesem, en la parte central de Israel, es una cápsula de tiempo de piedra caliza de las vidas y dietas de pueblos paleolíticos de hace 420 mil a 200 mil años. En su interior, humanos antiguos destazaban el producto de sus cacerías con cuchillas de piedra y asaban carne en fogatas.
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“Se creía que los primeros homininis estaban consumiendo inmediatamente todo lo que podían atrapar, sin almacenar o conservar o guardar cosas para después”, dijo Ran Barkai, arqueólogo en la Universidad Tel Aviv, en Israel.
Pero no todas las comidas se consumían inmediatamente después de una cacería. Barkai y sus colegas han encontrado que los primeros habitantes de la cueva quizás hayan almacenado huesos de animales con médula durante hasta nueve semanas.
El hallazgo podría ser el ejemplo más antiguo de humanos prehistóricos guardando comida para su consumo posterior, y también podría proporcionar una ventana a las habilidades de los humanos antiguos para planear sus necesidades futuras. El estudio fue publicado en Science Advances.
El equipo de Barkai examinó casi 82 mil fragmentos animales de la Cueva Qesem, la mayoría perteneciente a venados, y notaron pesadas e inusuales marcas de corte en los extremos de algunos huesos de pierna.
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Los investigadores concluyeron que los homininis antiguos, que compartían rasgos con Homo sapiens y los Neandertales, retiraban piel seca de los huesos para llegar a la médula. Su hipótesis es que las marcas de corte indicaban que los huesos fueron almacenados para poder comer la médula más tarde.
Para poner a prueba la idea, el equipo recolectó huesos de piernas de venados recién cazados y los almacenaron durante varias semanas en condiciones similares a las encontradas al interior de la cueva. Al finalizar cada semana, un investigador retiraba la piel seca, abriría un hueso con un martillo y analizaría la médula para ver qué tan nutritiva era.
El equipo encontró que las marcas de corte en los huesos de piernas eran similares a lo que vio en la Cueva Qesem.
Una prueba química mostró que después de nueve semanas, la grasa en la médula ósea se degradó sólo un poquito y seguía siendo nutritiva.
“Ahora recae en nosotros los zooarqueólogos buscar estas marcas en fósiles más antiguos para ver si podemos documentar una mayor antigüedad para este comportamiento de almacenamiento de alimentos”, dijo Briana Pobiner, paleoantropóloga en el Museo Nacional Smithsoniano de Historia Natural en Washington.
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¿Y qué sabor tenía la médula? Uno de los investigadores no pudo resistir y la probó.
“Es como una salchicha insípida, sin sal, y un poco rancia”, dijo Jordi Rosell, arqueólogo en la Universidad Rovira i Virgili, en España. “Puedo decir que su sabor no era malo, quizás un poquito más rancio en las últimas semanas, pero no malo”.
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