En crisis, fieles buscan señales del fin del mundo
- Elizabeth Dias
En las tradiciones ancestrales religiosas más allá del cristianismo, incluyendo el judaísmo, el islam y el budismo, es una narrativa común que surge en momentos de crisis sociales y políticas, cuando la gente intenta procesar eventos impactantes.
![El apocalipsis es una narrativa común que surge en tiempos de crisis al procesar la gente sucesos impactantes. “Muerte en el Caballo Pálido”, de Benjamin West, de 1796.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2020/04/21/ref_01_apocalypse_1-1_0.jpg)
El apocalipsis es una narrativa común que surge en tiempos de crisis al procesar la gente sucesos impactantes. “Muerte en el Caballo Pálido”, de Benjamin West, de 1796.
Shamain Webster, quien vive en Texas, tiene tiempo de ver las señales de un apocalipsis inminente, como el que predijo la Biblia.
Reino se levantará contra reino, enseñó Jesús a sus discípulos en el Evangelio según San Lucas. Webster ve una amplia división política en Estados Unidos. Habrá sucesos terribles y grandes señales del cielo, dijo Jesús. Ella ve cómo se desvanecen los valores bíblicos. Un Gobierno que no actúa en el mejor interés del pueblo. Y ahora esto —una pandemia.
Pero Webster, una cristiana evangélica de 42 años, no tiene miedo. Ha estado escuchando en línea a uno de sus predicadores favoritos, quien ha dicho que la pandemia del coronavirus es un “reinicio divino”.
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“Esta clase de momentos realmente te hacen revaluar todo”, afirmó. Al tiempo que todos pasamos por un periodo de aislamiento, añadió, Dios lo está usando para bien, “para enseñarnos y entrenarnos a cómo vivir mejor la vida”.
Para personas de muchos credos, e incluso para los que carecen de uno, hay una sensación últimamente de que se acerca el fin del mundo. No sólo hay una pandemia, sino que cientos de miles de millones de langostas están pululando en África Oriental. Incendios forestales han devastado Australia. Un terremoto reciente en Utah sacudió incluso el templo de Salt Lake hasta la punta de su icónica torre, lo que causó que la trompeta de oro cayera de la mano derecha del ángel Moroni.
Sin embargo, la historia del apocalipsis es una de las más antiguas contadas por el hombre. En las tradiciones ancestrales religiosas más allá del cristianismo —incluyendo el judaísmo, el islam y el budismo— es una narrativa común que surge en momentos de crisis sociales y políticas, cuando la gente intenta procesar eventos impactantes.
La palabra original en griego —apokalypsis— significa un desvelamiento, una revelación.
“No es sólo sobre el fin del mundo”, afirmó Jacqueline Hidalgo, catedrática de religión en el Williams College, en Massachusetts. “Nos ayuda a ver algo que estaba oculto”.
Entre los cristianos, una de las narrativas apocalípticas más conocidas es el libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento, que cuenta la historia de la derrota de una bestia malévola, un juicio final divino y la llegada de la Nueva Jerusalén.
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Si bien muchos eruditos bíblicos interpretan el libro como una historia sobre la destrucción de los sistemas políticos corruptos, muchos cristianos evangélicos creen que describe el rapto o arrebatamiento: el regreso de Jesús para salvar a los creyentes de un periodo de tribulación.
Algunas de las especulaciones apocalípticas más antiguas se encuentran en las escrituras judías, en historias como el libro de Daniel, cuando la época helenística dio paso a los romanos alrededor de los siglos II y I a.C. y las comunidades judías sufrían una violenta persecución. Algunos judíos volvieron a hacer conjeturas sobre el final de los tiempos cuando el Ejército romano destruyó el Segundo Templo en Jerusalén en el año 70 d.C.
Mientras los primeros cristianos recurrían a un salvador externo y los romanos continuaban aplastando rebeliones, los líderes judíos se dieron cuenta de que necesitaban sobrevivir en el mundo como lo conocían, explicó David Kraemer, profesor del Seminario Teológico Judío, en Nueva York.
Los rabinos desarrollaron un sistema en el que los judíos podían vivir en cualquier lugar, bajo cualquier gobierno y tener vidas significativas conectadas con sus vecinos y con Dios.
“Ese fue el judaísmo que permitió que los judíos sobrevivieran a la persecución, las pestes, los siglos medievales y hasta la modernidad temprana, que fueron en algunos sentidos los periodos más difíciles”, afirmó Kraemer.
En la tradición musulmana, el Corán relata historias de pestes y de un terremoto final que destruirá la tierra, así como historias sobre encontrar a Dios en el mundo creado.
En el islamismo tradicional hay una distinción entre el fin del mundo y el concepto del apocalipsis, afirmó Amir Hussain, profesor de teología en la Universidad Loyola Marymount, en Los Ángeles. El apocalipsis también incluye lo que sucede cuando nuestros ojos son abiertos.
“Mira la creación, mira los océanos”, dijo Hussain, reflexionando sobre uno de sus pasajes favoritos en el Corán, que trata sobre la misericordia de Dios. “¿Cuánto mejor es tener ese entendimiento en esta vida?”.
En el budismo, el tiempo es cíclico, no lineal, lo que hace que el apocalipsis sea tanto un final como un principio. “El apocalipsis ocurre y luego inicia un nuevo orden, un nuevo orden social y moral”, afirmó Vesna Wallace, profesora de budismo en la Universidad de California, en Santa Bárbara. “La historia se repite”.
En la tradición budista, el apocalipsis llega como resultado del karma colectivo —las acciones de todos hacia otros y hacia el mundo— lo que significa que su desenlace puede cambiar, incluso en la circunstancia actual. “Es como una advertencia para cambiar el curso de las acciones, para traer de vuelta la compasión, la empatía y desarrollar igualdad social”, dijo Wallace.
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Una estructura binaria y contrastante —un claro bien y mal, un claro antes y después— es atractiva cuando la sociedad está fracturada, dijo Hidalgo. “La sensación de un mal externo compartido realmente puede unir a la gente”.
El recuerdo de crisis pasadas puede ofrecer esperanza —de que los humanos han sobrevivido momentos así antes, y que las verdades reveladas pueden convertirse en un llamado a la acción.
“¿Es el fin del mundo? Quizá sí, quizás no”, afirmó el teólogo público Ekemini Uwan. “Necesitamos aprender a contar nuestros días, porque realmente no sabemos cuándo exhalaremos nuestro último aliento”.
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