El mundo se apresura para hallar una vacuna
Existen más de 90 vacunas distintas bajo desarrollo. Algunas están basadas en diseños usados durante generaciones, y otras basadas en genética que son tan nuevas que aún no han llevado a una vacuna aprobada.
- David E. Sanger, David D. Kirkpatrick, Carl Zimmer, Katie Thomas y Sui-Lee Wee
- - Publicado: 18/5/2020 - 06:00 am
WASHINGTON — Cuatro meses después de que un nuevo virus misterioso comenzó su marcha letal por todo el mundo, la búsqueda de una vacuna ha cobrado una intensidad nunca antes vista en la investigación médica, con enormes implicaciones para la salud pública, la economía mundial y la política.
Siete de los alrededor de 90 proyectos en los que están involucrados gobiernos, compañías farmacéuticas, innovadores biotecnológicos y laboratorios académicos han llegado a la etapa de ensayos clínicos.
Con los líderes políticos —en particular elpresidente Donald J. Trump— presionando cada vez más por avances, y con importantes ganancias potenciales en juego para la industria, las compañías farmacéuticas e investigadores han indicado que están siguiendo adelante a una velocidad inaudita.
VEA TAMBIÉN: La burocracia frena la transición al teletrabajo en Japón
Sin embargo, la empresa se sigue viendo afectada por la incertidumbre respecto a si alguna vacuna para el coronavirus será efectiva, qué tan rápido puede estar disponible para millones o miles de millones de personas y si la prisa —reducir a 10 meses un proceso que puede tomar 10 años— sacrificará la seguridad.
Algunos expertos dicen que el campo más inmediatamente prometedor podría ser el desarrollo de tratamientos para acelerar la recuperación del COVID-19, una estrategia que ha generado algo de optimismo recientemente a través de resultados de investigación inicialmente alentadores en torno al remdesivir, un antiviral anteriormente puesto a prueba en el combate al ébola.
En una época de nacionalismo intenso, el aspecto geopolítico de la carrera por la vacuna se está volviendo tan complejo como la medicina. Los meses de vilipendio mutuo entre Estados Unidos y China a raíz del origen del virus han envenenado la mayoría de los esfuerzos de cooperación entre los dos países.
El Gobierno de EE.UU. ya está advirtiendo que las innovaciones estadounidenses deben ser protegidas de robo —principalmente de Beijing.
Velocidad vs. seguridad
A la 1:00 horas del 21 de marzo de 1963, una niña de 5 años llamada Jeryl Lynn Hilleman despertó a su padre. Había enfermado de paperas, lo que le provocaba inflamación de la mandíbula que la hacía sentir muy mal. Resultó que su padre, Maurice, era un creador de vacunas.
Así que le pidió a Jeryl Lynn que volviera a la cama, se trasladó a su laboratorio en la farmacéutica Merck para recoger algo de equipo y regresó para tomar una muestra con hisopo de la garganta de su hija.
VEA TAMBIÉN: Restaurantes ponen la mesa para una vida pospandemia
Hilleman refrigeró la muestra de vuelta en su laboratorio y pronto se puso a trabajar debilitando los virus de la niña hasta que pudieran servir como una vacuna contra las paperas. En 1967, fue aprobada por la Dirección de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA).
Para los creadores de vacunas, esta historia es legendaria. Hilleman aún posee el récord de la entrega más rápida de una vacuna del laboratorio a la clínica. Las vacunas normalmente toman de 10 a 15 años de investigación y pruebas. Y sólo el 6 por ciento de los proyectos que lanzan los científicos llegan a la línea de meta.
Por otro lado, para un mundo asolado por el COVID-19, esta historia es digna de pesadilla. Nadie quiere esperar cuatro años para una vacuna, mientras que mueren millones de personas y las economías quedan paralizadas.
Algunos de los principales contendientes para una vacuna del coronavirus ahora están prometiendo tener listas las primeras tandas en un tiempo récord, para inicios del año entrante. Han acelerado sus calendarios al colapsar la cronología estándar de las vacunas.
Nacionalismo vs. globalismo
En los inicios de la crisis, la Universidad de Harvard fue abordada por el multimillonario chino Hui Ka Yan. El magnate arregló la entrega de unos 115 millones de dólares a ser divididos entre la Facultad de Medicina de Harvard, y sus hospitales afiliados, y el Instituto de Enfermedades Respiratorias de Guangzhou para un esfuerzo colaborativo que incluiría el desarrollo de vacunas contra el coronavirus.
“Lo que necesitamos es una vacuna global —porque un brote en una parte del mundo pone al resto del mundo en riesgo”, afirmó Dan Barouch, director del Centro de Virología e Investigación de Vacunas en el Centro Médico Beth Israel Deaconess.
VEA TAMBIÉN: En Perú, miles huyen al campo debido a la pandemia
Ese sentimiento de “todos para uno” se ha convertido en un mantra entre muchos investigadores, pero difícilmente es compartido de manera universal. En India, el Instituto Serum —el campeón de peso pesado de la manufactura de vacunas, al producir 1.5 mil millones de dosis al año— ha firmado acuerdos en semanas recientes con los desarrolladores de cuatro vacunas potencialmente prometedoras.
Sin embargo, en una entrevista que concedió a Reuters, Adar Poonawalla, el CEO multimillonario de la compañía, dejó en claro que “al menos en un principio”, cualquier vacuna que produzca la compañía tendría que ser para los 1.3 mil millones de habitantes de India.
Métodos tradicionales vs. nuevos
Las más de 90 vacunas distintas bajo desarrollo funcionan en formas radicalmente diferentes. Algunas están basadas en diseños usados durante generaciones. Otras echan mano de estrategias basadas en genética que son tan nuevas que aún no han llevado a una vacuna aprobada.
El enfoque tradicional es elaborar vacunas a partir de virus.
Una buena cantidad de grupos está debilitando el coronavirus para producir una vacuna contra el COVID-19.
Algunos grupos, como la compañía estadounidense Inovio Pharmaceuticals, están inyectando ADN puro, que es leído por la maquinaria de la célula, haciendo una copia como una molécula de ácido ribonucleico (RNA).
El RNA entonces es leído por las fábricas constructoras de proteínas de la célula, creando una proteína viral. A su vez, la proteína sale de la célula, donde las células inmunológicas se la topan y crean un anticuerpo para ella.
Diseño vs. manufactura
Es un reto enorme producir y distribuir una vacuna a una escala nunca antes intentada —miles de millones de dosis, especialmente empaquetadas y transportadas a temperaturas bajo cero, a casi todos los rincones del mundo.
VEA TAMBIÉN: Se ganan la vida en una torre de basura
Así que ha iniciado la carrera para superar las enormes problemáticas logísticas, desde la capacidad de manufactura básica hasta la escasez de ampolletas y tapones de uso médico sobre la que ha advertido Bill Gates, cuya fundación está ayudando a financiar el desarrollo de una vacuna, y otros.
Investigadores en Johnson & Johnson están tratando de producir una ampolleta de cinco dosis para ahorrar material valioso, que podría funcionar si una dosis más pequeña es suficiente para una inoculación.
Tratamientos vs. vacunas
Aún al tiempo que el mundo espera una vacuna, un tratamiento potencial para el coronavirus ya está aquí —y más podrían venir en camino. El 1 de mayo, la FDA otorgó autorización de emergencia para el uso del remdesivir como tratamiento de pacientes graves.
El remdesivir mostró éxito modesto en un ensayo clínico con financiamiento federal, frenando el avance de la enfermedad, pero sin reducir considerablemente las tasas de mortalidad.
Los expertos en salud pública han advertido que probablemente no habrá una píldora mágica. En vez de ello, esperan avances graduales que hagan que el COVID-19 sea menos letal.
“Casi nada es al 100 por ciento, sobre todo cuando estás lidiando con un virus que realmente causa muchos estragos en el cuerpo”, dijo Luciana Borio, exdirectora de preparación médica y biodefensiva para el Consejo de Seguridad Nacional bajo Trump.
Muchos en la comunidad médica están siguiendo de cerca el desarrollo de fármacos de anticuerpos que podrían actuar para neutralizar el virus, ya sea una vez que alguien ya esté enfermo o como una manera de bloquear la infección en primer lugar.
Denise Grady y Maggie Haberman contribuyeron con reportes a este artículo.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.