El confinamiento global podría beneficiar a venecianos
La falta de botes grandes redujo las olas en los canales, permitiendo a los lugareños sacar sus botes en aguas más limpias. Los residentes se aventuraron a la Plaza de San Marcos, que por lo general evitan.
- Jason Horowitz
- - Publicado: 23/6/2020 - 12:00 pm
VENECIA — Cosa inusitada, ahora eran los venecianos quienes abarrotaban la plaza.
Días antes de que Italia levantara las restricciones de viaje el 3 de junio, cientos de lugareños se reunieron en asteriscos de gis dibujados a metros de distancia entre sí. Habían venido a protestar por un nuevo muelle que traería aún más botes llenos de turistas, pero también para aprovechar la oportunidad para mostrar que un futuro menos repleto de turistas era viable.
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“Ésta puede ser una ciudad que funcione, no sólo un lugar para que la gente lo visite”, dijo el organizador de la protesta, Andrea Zorzi, profesor de Leyes de 45 años. Argumentó que el virus había demostrado que Venecia podría ser un mejor lugar. “Puede ser normal”.
El coronavirus ha revelado que un país bendecido con un impresionante patrimonio artístico ha desarrollado una adicción al turismo que ha dejado a muchos residentes incapaces de costear el vivir en los centros históricos y ha desplazado la creatividad, el emprendedurismo y la auténtica vida italiana.
Durante el cierre, el centro de Roma se volvió tan tranquilo como una ruina, mientras que los vecindarios circundantes siguieron vibrantes. Sin embargo, es en Venecia, una ciudad amenazada tanto por inundaciones de decenas de millones de turistas como de la marea alta, donde las cosas cambiaron más drásticamente.
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Durante meses, la ciudad reverberó con el italiano hablado. La falta de botes grandes redujo las olas en los canales, permitiendo a los lugareños sacar sus botes en aguas más limpias. Los residentes se aventuraron a la Plaza de San Marcos, que por lo general evitan.
Venecia ha sufrido muchas transformaciones en sus casi mil 500 años de historia. Empezó como un escondite para refugiados, para luego convertirse en una poderosa república, fuerza mercantil y centro artístico.
Ahora es un destino que en gran parte vive de su historia y de una industria turística que vale unos 3.3 mil millones de dólares. Pero con el dinero llegan viajeros de un día, cruceros gigantes, cada vez más colonias de departamentos de Airbnb, tiendas de souvenirs y rentas altas que han expulsado a los venecianos.
Es probable que regrese ese modelo lucrativo. Pero los partidarios de una ciudad menos turística esperan beneficiarse del confinamiento global.
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Se habla de un centro internacional de cambio climático, de rentas más baratas que atraigan a artesanos locales y obreros, y de una comunidad de artistas, diseñadores y arquitectos.
Aún así, los trabajadores turísticos locales dijeron que esperaban que las cosas volvieran a cambiar pronto.
“Ha sido una mala época”, dijo Jessica Rossato, de 28 años, de la cercana Camponogara, mientras estaba parada afuera del bar Banco Giro. “Pero creo que volverá a ser como era antes en unos dos o tres meses. Y eso es absolutamente bueno”.
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