El cambio climático impacta cada vez más a los viñedos
Para muchos productores, en particular pequeños viñedos familiares o aquellos en históricas denominaciones de origen, plantar viñedos nuevos en ambientes más frescos no es una opción.
- Eric Asimov
- - Publicado: 03/11/2019 - 06:00 am
El cambio climático está transformado las prácticas agrícolas y tradiciones de siglos de antigüedad en torno al vino.
El mundo vinícola ha experimentado con formas de lidiar no sólo con veranos más calientes, sino también inviernos más cálidos, sequías y los eventos climatológicos inesperados y en ocasiones violentos provocados por el cambio climático: granizadas, heladas en primavera, inundaciones e incendios forestales.
“Graniza cuando nunca granizaba, llueve en el verano cuando solía estar seco y está seco en invierno cuando solía llover”, comentó Gaia Gaja, de la bodega Gaja, que tiene generaciones de elaborar vino en Italia. Dijo que el incremento de la humedad en el verano ha ocasionado que las plagas de las vides se reproduzcan más rápido.
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Los productores han estado notando cambios profundos en los patrones del clima desde los años 90. A corto plazo, algunos de estos cambios han beneficiado a ciertas regiones. Lugares que históricamente no han sido apropiados para la producción de vinos, como Inglaterra, han recibido la oportunidad de unirse al mundo del vino.
En regiones como Borgoña, Barolo, Champaña y los Valles del Mosela y el Rin de Alemania, donde las grandes cosechas alguna vez fueron poco comunes, las temporadas de cultivo más cálidas han hecho que sea más fácil producir vinos consistentemente excepcionales.
Aun con ese éxito, el carácter de estos vinos ha evolucionado y llegarán más alteraciones. Los acelerantes efectos del cambio climático obligan a la industria a enfocarse en cinco factores que son cruciales para cultivar y producir vino.
El clima alocado
Si bien el clima siempre sorprende, los productores de uvas experimentados por lo general sabían qué esperar. Con el cambio climático, eso ya no es verdad.
La sequía va de la mano con los incendios forestales. Instituciones en Australia investigan cómo el humo de los incendios puede contaminar las uvas y el vino, y están encontrando soluciones tecnológicas que harán que esos vinos sean bebibles.
En Borgoña, la región Côte de Beaune, que ha tenido varias cosechas desastrosas recientes a causa del granizo, ha instalado un sistema que trata de prevenir la formación de granizadas al disparar partículas de yoduro de plata calentado a las nubes de tormenta.
Terrenos más altos
Los productores ahora están sembrando viñedos a altitudes otrora consideradas inhóspitas para cultivar uvas vinícolas. Familia Torres, productora mundial de vinos en la región de Cataluña en España, ha plantado viñedos a altitudes de 900 a mil 200 metros en las faldas de los Pirineos.
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“Hace 25 años, habría sido imposible”, dijo Miguel Torres Maczassek, el gerente general.
A mayores alturas, las temperaturas máximas no son necesariamente más frescas, pero el calor intenso tiene menos duración y las temperaturas nocturnas son más frías.
¿Qué tan alto es alto? Depende de la región. En los 90, Nicolás Catena Zapata, de Catena Zapata en Argentina, fue el pionero de viñedos a grandes altitudes en la región, plantando el Viñedo Adrianna en la laderas de los Andes a unos mil 500 metros. Su acción fue un esfuerzo para encontrar mejores tierras para los vinos.
Hoy, los viñedos en las regiones de Salta y Jujuy en el norte de Argentina se ubican a altitudes de mil 500 a más de 3 mil 400 metros, entre las más altas del mundo.
Expansión del mapa del vino
A medida que el clima se ha calentado, regiones que alguna vez fueron consideradas demasiado frías ahora demuestran que también pueden producir excelente vino. En busca de los mejores sitios, los productores se están moviendo al norte en el Hemisferio Norte, y al sur en el Hemisferio Sur.
Inglaterra es un ejemplo perfecto. Hace 30 años, nadie había oído hablar del vino espumoso inglés. Sin embargo, una industria de clase mundial se ha desarrollado, principalmente a lo largo de la costa del sur. Muchos de los mejores viñedos son plantados en suelos calcáreos blancos que son geológicamente idénticos a los suelos más preciados de la región francesa de Champaña, y compañías de Champaña como Taittinger y Vranken-Pommery Monopole han invertido en viñedos ingleses a medida que el clima se vuelto más caliente.
No sólo es Inglaterra. Se han plantado viñedos en Bélgica, Dinamarca, Noruega y Suecia, algunos con variedades híbridas de uvas cultivadas específicamente para el clima más frío, pero otros, como un viñedo riesling en Noruega, cultivan uvas viníferas comunes, la especie de la que derivan todas las variedades clásicas europeas. Las uvas para vinos finos ahora se cultivan en el norte de Alemania, y en las provincias canadienses de Ontario y Columbia Británica.
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En el Hemisferio Sur, los productores están empujando hacia el sur, hacia la Patagonia en Argentina y Chile.
Menos Sol, más sombra
Durante siglos, una fórmula rigió la colocación de algunos de los viñedos más grandes del mundo en el Hemisferio Norte.
Eran plantados en las laderas que daban al sur o sureste, donde recibían más sol y calor, lo que permite que las uvas se maduren completamente. En el Hemisferio Sur, se aplicaba lo contario: las laderas que daban el frente al norte eras las más demandadas.
Ahora, el reto para los productores de vino es cómo evitar la maduración excesiva.
En el Valle de Yarra de Australia, los productores están reconsiderando la sabiduría convencional de buscar viñedos con el frente al norte. En el Valle de Douro, los viñedos de frente al sur, en particular a altitudes más bajas, aún son apreciados para el oporto, que requiere uvas muy maduras.
Pero para hacer el tipo de tintos y blancos no fortificados para los que está creciendo la demanda en todo el mundo, los vinicultores están buscando viñedos que den el frente al norte, así como aquellos que estén a mayores alturas. Los agricultores intentan proteger las uvas del sol vespertino, cuando el calor y la luz son más intensos.
Explorar nuevas uvas
Para muchos productores, en particular pequeños viñedos familiares o aquellos en históricas denominaciones de origen, plantar viñedos nuevos en ambientes más frescos no es una opción. En lugar de ello deben considerar si se olvidan de las uvas que durante mucho tiempo han estado asociadas con su región.
Esto ya está sucediendo de manera experimental en Burdeos y el Valle de Napa, dos regiones estrechamente asociadas con la uva cabernet sauvignon. En Burdeos, donde los productores pueden usar sólo uvas que son permitidas por las autoridades, siete uvas adicionales han sido seleccionadas para experimentos.
Éstas incluyen cuatro uvas rojas: touriga nacional, una importante uva del oporto; marselan, una mezcla entre cabernet sauvignon y grenache; castets, una variedad que es resistente a ciertas enfermedades, y arinarnoa, una combinación entre cabernet y tannat que es de maduración tardía, lo que puede proteger contra heladas de primavera.
Las tres blancas incluyen albariño, la principal uva blanca del noroeste de España, que puede ser una buena alternativa a la sauvignon blanc; petit manseng, del suroeste de Francia, que puede hacer tanto vinos secos como dulces, y liliorila, una mezcla poco conocida entre chardonnay y baroque que es muy aromática.
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En el Valle de Napa, recae principalmente en los productores individuales decidir cómo hacer sus vinos. Pero algunos, como Larkmead y Spottswoode, ya imaginan un futuro en el que el cabernet sauvignon quizá no sea el “plato fuerte”.
En Larkmead, Dan Petroski, el enólogo, ha iniciado un experimento para probar algunas posibles alternativas durante los próximos 21 años, incluyendo variedades conocidas de California como zinfandel, petite sirah y charbono, así como uvas de regiones cálidas europeas, como España y el sur de Italia.
Por su naturaleza, la viticultura es complicada. Y a medida que los climas del mundo se transforman, sólo se está volviendo más complicada.
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