Definitivamente, vivimos días extraños
- Alan Mattingly
Lo que hace que el COVID sea tan extraño es que el entorno físico luce muy normal. Una televisora ha ayudado al público a mantenerse al tanto con un segmento tipo programa de concursos llamado “¿Qué Día Es?
Es hora de un examen rápido. Nada de hacer trampa, por favor.
¿Listos?
1) ¿Qué día es hoy?
Suelten los lápices —eso es todo.
Si ha estado encerrado durante las últimas semanas, la respuesta podría no haber llegado instantáneamente. La vida, para muchos, ha perdido su ritmo.
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“En este mundo algo raro en el que estamos en este momento, el reloj interno de todo el mundo está desajustado”, dijo Todd Meany, conductor de un noticiero de televisión en Cleveland, Ohio, a The New York Times. Meany y su televisora han ayudado al público a mantenerse al tanto con un segmento tipo programa de concursos llamado “¿Qué Día Es?”. Es un bálsamo gracioso para un ánimo sombrío.
“Lo que hace que el COVID sea tan extraño es que el entorno físico luce muy normal”, dijo Mary McNaughton-Cassill, profesora de psicología en la Universidad de Texas, en San Antonio. “Pero hemos perdido todas las anclas sociales que normalmente usaríamos”.
Así que la gente ha echado mano de anclas nuevas. Y unas viejas. Los proveedores de telecomunicaciones anticiparon un gran incremento en el uso de internet en el hogar, pero no anticiparon el resurgimiento de una antigua práctica conocida como la llamada telefónica.
“La voz es la nueva app genial”, dijo Chris Sambar, un ejecutivo en la compañía estadounidense de telecomunicaciones AT&T.
Verizon, otro proveedor de telefonía, reportó un promedio de 800 millones de llamadas inalámbricas de voz al día. Eso es más del doble del número realizado el Día de las Madres, uno de los días con más llamadas registradas.
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“La medida de quedarse en casa ha resucitado la avidez de la gente por mantenerse conectada, de voz a voz”, dijo Kyle Malady, de Verizon, en un comunicado.
Y no necesariamente importa de quién es la voz a la que se conectan. Gente que llama y que a menudo es considerada una molestia —léase vendedores telefónicos y encuestadores— de pronto descubre que las personas están dispuestas a hablar con ellos, y no parar.
“La gente está lidiando con ansiedad y no ha visto a su familia y amigos”, dijo Ayala Mitchell, una encuestadora, a The Times. “Simplemente quiere hablar con alguien”.
Las conversaciones en estos días a menudo se vuelven personales, lo que complica el empleo de personas como Mitchell, que se esfuerzan por evitar cualquier apego emocional que pudiera influenciar las respuestas del sondeo. Mitchell recordó su conversación con una viuda de 92 años que no tenía familia que estuviera pendiente de ella. “Era tan triste y pensé, ‘Dios mío, quisiera poder llamarla’”, contó.
Y si la gente quiere seguir hablando con incluso la llamada robótica no conocida, tiene sentido lo mucho que quiere seguir conversando con mamá. Alyssa MacKenzie, quien vive a minutos de distancia de su madre en Connecticut, la llamó hace poco para pedirle su receta de pasta e fagioli. La llamado se extendió horas.
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“Empezamos con la receta y entonces hablamos sobre mi hermano, luego sobre mi trabajo, luego sobre su día, y para cuando me di cuenta, la sopa estaba hecha”, dijo MacKenzie.
¿Por qué no persistir en la conversación cuando no hay ningún otro lugar a dónde ir? Es fácil ver cómo es que la gente podría olvidar qué día es.
“La diferencia entre viernes y sábado ha sido borrada temporalmente”, dijo McNaughton-Cassill. “Sabes que no vas a salir el día de hoy”.
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