Cambian duques, y también anfitriones
- Dan Bilefsky
“Meghan y Enrique son personajes reales populares, y lamento lo que han atravesado”, dijo Lane, expresidente de la rama en Victoria de la Liga Monárquica de Canadá, que trabaja para apoyar la monarquía constitucional canadiense.
VICTORIA, Columbia Británica — Si el príncipe Enrique alguna vez siente nostalgia por la vida de la realeza mientras esté en Canadá, siempre puede visitar a su tatara-tatara-tatarabuela, sentada ante una mesa de comedor con una copa de jerez.
Hasta hace poco, Ken Lane, que alguna vez dirigió el Museo de Cera Royal London en Victoria, conservó la cabeza de cera de la reina Victoria en una caja en su sótano, almacenada con las cabezas de Elvis, Pitufo Gruñón y otros artículos del museo, que cerró en el 2010.
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Pero tras la llegada reciente del príncipe Enrique y su esposa, Meghan, a Victoria, Lane subió la figura de la Reina Victoria al piso de arriba.
Ahora ella preside sobre la mesa de su comedor, como si estuviera en medio de una conversación, con las figuras de la reina Isabel II; Diana, princesa de Gales; y Winston Churchill. Hay servilletas con la imagen de la bandera del Reino Unido a la mano.
Lane espera que el retiro de Enrique y Meghan de sus deberes reales y su mudanza a Canadá alimente una renovada fascinación con la realeza británica, y que la colección de 350 figuras de cera que posee encuentre un nuevo hogar.
“Meghan y Enrique son personajes reales populares, y lamento lo que han atravesado”, dijo Lane, expresidente de la rama en Victoria de la Liga Monárquica de Canadá, que trabaja para apoyar la monarquía constitucional canadiense. La reina Isabel II, la abuela de Enrique, es jefa de Estado del país.
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Victoria, en el extremo sur de la isla de Vancouver, tiene mucho tiempo de promoverse como la ciudad más inglesa de Canadá. Está salpicada de arquitectura neotudor, tabernas con nombres como “el Churchill” y tiendas de especialidad que venden mermelada de cítricos.
Algunos residentes, como Lane, se han aferrado orgullosamente a esta imagen de Victoria. La ciudad se estableció como un centro de comercio británico en 1843, antes de convertirse en la sede del Gobierno de Columbia Británica y un destino popular para jubilados y lunamieleros.
Pero moldeada por una ola de inmigrantes nuevos, un sector de alta tecnología creciente y una alcaldesa que se negó a pronunciar el tradicional juramento de lealtad a la reina, la pintoresca urbe ya no aspira a ser un “pequeño pedazo de la Vieja Inglaterra”.
En muchas formas, dijo John Adams, historiador local de 70 años, la transformación de Victoria no es muy distinta al cambio de imagen que pretenden lograr sus residentes más nuevos y famosos.
“Enrique y Meghan son una pareja contemporánea que intenta romper con la tradición, y quizá es por eso que resuenan tanto aquí en Victoria”, dijo Adams. “Como ellos, esta ciudad trata de llevar un viejo pasado al futuro”.
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Se dice que están instalados en una mansión junto a la playa de casi 14 millones de dólares en la isla de Vancouver.
Alguien no obsesionada con los personajes reales es la alcaldesa de Victoria, Lisa Helps.
Ha sido blanco del oprobio de los defensores de la realeza como Lane por negarse a tomar un juramento a la reina.
“Para mí, un juramento así es un anacronismo”, afirmó Helps.
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