Artista combate injusticia pintando graffiti
- Perry Garfinkel
Ahora, Camilo Fidel López está al frente de una revolución del arte callejero que refleja el nuevo orgullo de Colombia.
BOGOTÁ, Colombia — Camilo Fidel López come, bebe, piensa, sueña y respira graffiti.
Donde la mirada promedio ve paredes vacías y deslucidas de edificios, López, fundador de 38 años de la cuadrilla de artistas grafiteros Vértigo Graffiti, ve lienzos en blanco: oportunidades para promover de forma colorida la causa de la justicia social.
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Aunque él mismo no es grafitero, López desempeña múltiples papeles: director artístico, administrador, promotor, negociador, abogado, emprendedor, productor de festivales e incluso guía de turistas. Además, es profesor de Derecho del entretenimiento e industrias culturales en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá.
Se negó a asignarse un título laboral. “Mi trabajo es iniciar conversaciones”, dijo.
Ahora, está al frente de una revolución del arte callejero que refleja el nuevo orgullo de Colombia.
López es hijo de dos académicos y socialistas acérrimos. Exhortado por sus padres a obtener la mejor educación y transformarla luego en una lucha por la justicia social, decidió convertirse en abogado. Tras graduarse de una de las mejores escuelas de Derecho de Bogotá, puso la mira en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, y quedó destrozado cuando fue rechazado.
Ese rechazo de Harvard, sin embargo, llevó sin querer a su ocupación actual. En lugar de ir ahí, partió a Manhattan.
“En SoHo, me topé con una escena artística del graffiti tan vibrante que hablaba de injusticia. Incluso era vendida en galerías”, dijo. “Ahí fue cuando se me prendió el foco. Pensé, ‘tal vez uno pueda hacer las dos cosas: encender una revolución social y hacer negocio con ella”.
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López se fue a casa y en el 2009 fundó Vértigo Graffiti. Aunque pintar en paredes públicas era ilegal en ese entonces, hubo interés de algunas compañías.
En la secuela del asesinato de un grafitero de 16 años a manos de la Policía, López ayudó a persuadir al Gobierno de Bogotá en el 2012 a despenalizar la pintura con graffiti en ciertas zonas. Ahora, dijo, el graffiti está cambiando la percepción de la gente sobre su país.
“Antes de mudarme aquí hace tres años, tenía la misma idea errónea que mucha gente —Colombia era un país de productores cafetaleros bigotones y narcotraficantes”, dijo Mark Bingle, gerente general del hotel Four Seasons Casa Medina en Bogotá, para el que López guía recorridos turísticos para ver graffiti.
“Camilo me abrió los ojos a la nueva Colombia”, dijo Bingle. “Al recorrer el lugar, uno ve que las paredes de Bogotá son como un museo viviente de la historia moderna”.
En un día reciente, López se detuvo en el distrito Graffiti de Bogotá, que Vértigo Graffiti y más de 50 artistas de todo el mundo pintaron en el 2017.
“Esta era una de las zonas más sucias y contaminadas de Bogotá”, dijo. “Ahora está limpia y atrae a turistas y aficionados de todas partes”.
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En más o menos el último año, López ha llevado a Vértigo Graffiti de gira a Ottawa, Miami y Amán, Jordania, entre otros lugares. En septiembre viajaron a Turquía, donde pintaron una pared del centro cultural infantil Halis Kurtca en Kadikoy, un suburbio de Estambul, para conmemorar el aniversario número 60 de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Turquía.
López dijo que hace una década no podría haber imaginado que el graffiti, que inició como una protesta contra todo lo relacionado con el establishment, sería usado ahora para simbolizar lazos entre gobiernos.
Pero todavía tiene ambiciones de más altura para el graffiti. “Quiero que sea reconocido como arte de alto nivel, como la ópera, el ballet y el teatro”, dijo.
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