Amantes octogenarios mantienen vivo el romance, pese a la cuarentena
- Patrick Kingsley
Karsten Tüchsen Hansen de 89 años e Inga Rasmussen de 85 años, se han encontrado en el cruce fronterizo Mollehusvej para conversar, bromear y beber, guardando la distancia social.
CRUCE FRONTERIZO MOLLEHUSVEJ — Ella llega en auto desde el lado danés. Él pedalea desde el lado alemán.
Ella lleva el café y la mesa, él, las sillas y el schnapps.
Entonces se sientan cada uno de un lado de la frontera, guardando una distancia de uno o dos metros.
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Así es como esta pareja de amantes octogenarios ha mantenido vivo su romance a pesar del cierre de la frontera que yace entre la casa de él, en el extremo norte de Alemania, y la de ella, en el extremo sur de Dinamarca.
Todos los días, desde que la policía cerró la frontera para evitar la propagación del virus, Karsten Tüchsen Hansen, de 89 años, e Inga Rasmussen, de 85 años, se han encontrado en el cruce fronterizo Mollehusvej para conversar, bromear y beber, guardando la distancia social.
“Estamos aquí por amor”, afirmó Tüchsen Hansen. “El amor es lo mejor del mundo”.
El romance de la pareja inició en Dinamarca hace dos veranos. Tüchsen Hansen, con un gran ramo de flores en la mano, se dirigía a visitar de improviso a otra viuda danesa de edad que tenía décadas de conocer. Pero antes de llegar a su casa, conoció a Rasmussen en la fila de un puesto de fresas.
Tüchsen Hansen decidió darle las flores a Rasmussen. La invitó a cenar y la pareja fue teniendo una relación más cercana.
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Rasmussen comenzó a visitar a Tüchsen Hansen a diario, gracias a las normas europeas que durante años han permitido la libre movilidad entre países como Dinamarca y Alemania. Esa rutina se vio interrumpida el 13 de marzo, cuando el Gobierno danés anunció que cerraría sus fronteras al día siguiente.
Ninguno de los dos sabía cuándo volverían a tomarse de la mano. Pero idearon un plan.
En un camino tranquilo que serpentea entre sus dos casas, la policía bloqueó el paso únicamente con una endeble barrera de plástico. Desde entonces, Rasmussen y Tüchsen Hansen se han reunido todas las tardes.
“Lo peor es que no podemos abrazarnos”, dijo Tüchsen Hansen. “No podemos besarnos, ni hacer el amor”.
Pero han descubierto otras maneras de demostrar su cariño.
Henrik Frandsen, el alcalde danés de un poblado cercano, vio a la pareja y subió una foto de ellos en línea. En cuestión de días se habían convertido en celebridades regionales.
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“Creo que le da a la gente algo de esperanza, un poco de luz en la oscuridad”, dijo Frandsen. “Aquí tienes a esta pareja de ancianos que han encontrado una salida”.
Hace poco la pareja recibió una visitante con sentimientos un tanto encontrados.
Se trataba de Kirsten Hansen, la mujer a la que Tüchsen Hansen había planeado originalmente dar el ramo.
Ella no sabía de las intenciones amorosas de Tüchsen Hansen: él no le dijo que iba a visitarla. Se enteró de todo hace poco.
“¡Oye!”, dijo riendo. “¡Esas flores eran para mí!”.
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