Panamá
El niño con pantalones cortos y descalzo en el bautizo de la bandera panameña
Cada año aguardaba el viento norte señal del verano y vacaciones. Pasaría tres meses sin libros, cuadernos, ni tareas en la finca de mis abuelos en el Chiriquí Viejo. Iría en bus o camión ganadero hasta David. Allí enviaría un mensaje por una emisora que me enviasen un caballo a la estación más cercana del Ferrocarril de Chiriquí. Sino me apearía en la estación en La Pita y caminaría 8 horas hasta la finca.
- Stanley Heckadon-Moreno
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- - Actualizado: 21/1/2022 - 08:37 pm
En 1956 asistía a primaria en el Colegio Javier en la capital. Nuestro libro de historia traía el cuadro del bautizo de la bandera de Panamá, diciembre de 1903, tras la independencia de Colombia el 3 de noviembre. Su cuadro rojo era por los liberales. El azul, por los conservadores. Los dos cuadrados blancos era el ideal de lograr la paz tras la Guerra de los Mil Días. Mis abuelos habían sido del bando azul.
Rodeaban al obispo de Panamá importantes personajes civiles y militares. Pero el que más me llamaba la atención en ese solemne acto era un niño descalzo y en pantalones cortos. Me preguntaba quién sería. Lo conocí por gran casualidad ese verano.
Cada año aguardaba el viento norte señal del verano y vacaciones. Pasaría tres meses sin libros, cuadernos, ni tareas en la finca de mis abuelos en el Chiriquí Viejo. Iría en bus o camión ganadero hasta David. Allí enviaría un mensaje por una emisora que me enviasen un caballo a la estación más cercana del Ferrocarril de Chiriquí. Sino me apearía en la estación en La Pita y caminaría 8 horas hasta la finca.
Al llegar a David mis tíos Roberto Anguizola y Bernardina Moreno de Anguizola me dicen que primero iría a la finca cafetalera Princesa Janca por invitación de su dueño el doctor Arnulfo Arias. Mis tíos me llevaron en su Packard gris. Cargaba 75 centavos que mi mamá me diese para cosas esenciales como Coca Cola y jijimbread, ginger bread, dulce muy de los chiricanos.
En Arco Iris nos recibió el doctor en su pequeña y nítida casa de madera. Me dio cálida bienvenida y me dijo que ocupara el cuarto de su hijo quien estudiaba en el exterior. En las comidas me sentaría frente a él para conversar. Me mostró su vasta biblioteca diciendome que leyese los libros me interesaran colocándolos luego en su sitio. Pensé que en casa sólo teníamos el Almanaque Brístol con la tabla de mareas y las fases de la luna y viejos Reader´s Digest dejados por algún visitante. Uno de mis artículos favoritos se titulaba Mi Personaje Inolvidable.
Tito López, administrador de Arco Iris, me mostró el beneficio y su maquinaria alemana operada con hidroelectricidad y el procesamiento del café. Primero aprendería a cosechar con los niños guaimíes.
Luego me asignarían otras tareas. No pasé de cosechador. Era duro recoger los granos de los altos cafetos con una pesada escalera, bajo sol, bajareque y frío. Pero no había chitras!
Me deleitaban las conversas a la hora de las comidas entre el doctor y sus invitados. Un día llegó un señor delgado, bajito, de sonrisa contagiosa y chispeante humor. El doctor nos presenta. Era su gran amigo "Gallito". Como era mayor le pregunté si debía llamarle señor Gallito. Ríe y dice "llámame Gallito".
Ambos disfrutaban su compañía. Recordaban aventuras vividas. El sangriento golpe de estado en 1951 cuando la Policía Nacional depuso al doctor y la Asamblea Nacional le despojó de sus derechos civiles y lo exiló. Hablaban de política nacional e internacional. Gallito me preguntaba sobre Chiriquí Viejo. Le dije que tras hacer las tareas me asignaban pescaba y nadaba. Que no había luz eléctrica, ni carretera, ni telegrafía, ni hospital. Pero cuan lindo era este selvático río. Desde su desembocadura, la Boca de Los Espinos, se apreciaba a saliente las Islas Paridas y a poniente, como motas bancas, los barcos de la United Fruit embarcando banano en Puerto Armuelles. Allende, Punta Burica, la frontera con Costa Rica.
Le pregunté de su infancia y su apodo. Súbito ríe y me dice "tu me has visto pero no me conoces". Le dije que imposible, nunca lo había visto. Insistió en que yo lo había visto. Dije que no. En eso me preguntó qué libro de historia de Panamá usábamos en el colegio. Dije que el de Ernesto Castillero. Me preguntó si el libro traía el cuadro sobre el bautizo de la bandera panameña en 1903? Dije que sí. "Te fijaste que ahí aparece un niño en pantalones cortos y sin zapatos? Dije que sí y que siempre me preguntaba quién habría sido. Se echa a reír y me dice, ese era yo, Guillermo Rodríguez. Me decían Gallito por chiquito y peleón! Que misterio se me aclaró. El doctor le preguntó por su edad. Gallito le dice los años que tenía. El doctor le comenta que para su edad se veía bien. Gallito le dice "La procesión va por dentro y uno nunca sabe si ya es media noche y está por entrar a la iglesia."
El 10 de mayo de 1957 los diarios anunciaban que había fallecido el hombre público Guillermo Rodríguez. Sentí había perdido uno de mis personajes inolvidables.
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