Apariencia actual del interior de un almacén Amazon
- Karen Weise
Aunque las estaciones de trabajo están separadas, los empleados todavía pasan cerca de otros en ciertos momentos, como ocurriría en una tienda de abarrotes o en una banqueta.
Tras meses de polémica en torno a su respuesta al coronavirus, Amazon hace todo lo posible para convencer al público de que sus instalaciones, en especial las bodegas en que almacena distintos productos, desde juguetes hasta desinfectante para manos, son seguras durante la pandemia.
El gigante del comercio por internet comenzó a transmitir anuncios televisivos en los que sus empleados de almacén y entregas aparecen con cubrebocas y más equipo de protección. Ha hecho todo lo posible para que las estaciones locales de noticias transmitan segmentos que destaquen las mejoras aplicadas para garantizar la seguridad. Ha invitado a periodistas a visitar sus bodegas para que comprueben que es así.
Amazon está difundiendo su mensaje de seguridad después de un periodo que Jeff Bezos, director ejecutivo de la empresa, calificó como “la época más difícil que hemos enfrentado”. Cuando el coronavirus comenzó a azotar a Estados Unidos, Amazon batalló para equilibrar el rápido aumento en sus pedidos con las preocupaciones por la salud del millón de empleados y contratistas que trabajan en sus almacenes y operaciones de entrega.
En cientos de sus instalaciones, los empleados enfermaron de COVID-19 y muchos culparon a la empresa. En el momento más álgido de esta crisis, un ejecutivo de Amazon informó que había renunciado en protesta por el despido de empleados que osaron expresar su descontento con respecto a la seguridad dentro del lugar de trabajo durante la pandemia.
Si bien Amazon ha aplicado cambios para garantizar la seguridad, muchos empleados y funcionarios indicaron que la implementación de las medidas fue tardía y nada uniforme.
No obstante, los empleados señalan que desde hace algunas semanas comenzaron a mejorar las condiciones dentro de los almacenes. Además, la empresa, que operó en estado de emergencia durante marzo y abril, ha retomado un ritmo de trabajo más regular.
Amazon invitó hace poco a un grupo de periodistas a un centro logístico en Kent, Washington, poco más de treinta kilómetros al sur de Seattle, donde la empresa tiene sus oficinas generales. The New York Times convino en recorrer las instalaciones para constatar los cambios descritos por Amazon y trabajadores de todo el país.
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Plexiglás, cinta y estaciones con desinfectante
Esta planta, que se inauguró en 2016, ocupa una superficie de casi 93.000 metros cuadrados. Esta pequeña estructura, que prácticamente no tiene ventanas, se encuentra dentro de un parque industrial rodeado de estacionamientos. Dentro, una vasta red de bandas transportadoras que atraviesa el almacén conecta áreas donde los empleados colocan productos en anaqueles robóticos con otras en donde seleccionan artículos de los anaqueles. También hay estaciones de trabajo en las que otros trabajadores empacan mercancía y la dejan lista para su envío.
En un turno normal, entre 600 y 800 empleados se encuentran dentro de esta planta. Naturalmente, en gran parte del almacén hay muy poca interacción humana debido a que las áreas de trabajo se encuentran muy separadas.
Sin embargo, algunas áreas de mucho tráfico han cambiado. La oficina de recursos humanos colocó muros de plexiglás que permiten a los empleados hablar frente a frente, pero con una capa de separación. Por todo el centro logístico se observa cinta que marca tramos de dos metros para mantener el distanciamiento social. Hay varias estaciones con desinfectante, que antes eran poco comunes.
La transformación más drástica se observa en la entrada del edificio, una amplia zona de acceso con torniquetes altos. Antes, los empleados pasaban los torniquetes y comenzaban su turno. Ahora, al llegar deben pasar por un área con cámaras térmicas, operadas por colegas, donde les toman la temperatura. En un pequeño puesto rodeado de plexiglás se encuentra de pie un empleado con una pila de cubrebocas, que distribuye con unas tenazas largas.
El laboratorio de pruebas
Después del área donde les miden la temperatura, llegan a un salón con muros de cristal que antes se utilizaba para actividades de capacitación. Ahora, ese lugar forma parte de un programa piloto de Amazon cuyo propósito es identificar a los empleados del almacén con COVID-19, financiado con una porción de los 4000 millones de dólares que, según anunció la empresa, planea gastar en los próximos meses en respuesta al virus.
Cuando los empleados ingresan al centro de pruebas improvisado, escanean su tarjeta de identificación de la empresa. Entonces, con un fórceps les entregan un kit de prueba para el virus. La pequeña bolsa de plástico, marcada con un símbolo de riesgo biológico, tiene en su interior un hisopo y un contenedor parecido a un tubo de ensayo. Los empleados pueden elegir entre varias áreas con mesas donde pueden aplicar la prueba de acuerdo con las instrucciones. A continuación, sellan su kit de prueba y lo colocan en un recipiente verde.
Un empleado de Concentra, empresa dedicada a prestar servicios de salud en el lugar de trabajo, se encuentra en el lugar para ofrecer la orientación médica necesaria para las pruebas autoadministradas.
Amazon indicó que más de mil de los empleados del almacén, que son más de 3000, se han hecho la prueba para detectar el coronavirus.
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Un zumbido de actividad
Los trabajadores todavía se desplazan de un lado a otro. Comen su almuerzo en el salón de descanso y salen a fumar. Son señales de que todo está volviendo a la normalidad.
Al principio de la pandemia, Amazon se concentró en darle prioridad al envío de productos vitales, como desinfectantes para manos y pañales. Pero el almacén de Kent también empacaba productos para complacer otros gustos de los compradores, como luces para exteriores, licuadoras y aditamentos para lavar autos, entre otros.
Amazon contrató 175.000 empleados temporales, de los cuales alrededor de mil trabajan en este centro, como reemplazo de otros que se quedaron en casa durante la primera fase de la pandemia para poder cubrir la demanda, que fue muy similar a la temporada de mayor actividad durante las festividades. Ahora, la mayoría de esos empleados ya tienen un puesto permanente.
Emilie Deschamps, empleada autorizada por Amazon para expresar su opinión en público, comenzó a trabajar en el almacén en octubre pasado. Comentó que el mayor cambio no era físico, sino la forma en que Amazon ha ajustado los tiempos de descanso para que queden escalonados y se concentren menos personas. La empresa también les da ahora tiempo adicional para lavarse las manos, explicó. “Honestamente, todo ha estado bien hasta ahora”, dijo.
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