Remembranza
Mr. Kidd: el hombre que no quiso trabajar para el canal
- Stanley Heckadon-Moreno (Antropólogo)
Oscar Dean Kidd nació en Jamaica, en 1907. Vino al istmo en 1909 cuando su padre es contratado como obrero del canal. Fue el último habitante de Frijoles, uno de 55 caseríos que se ahogaron al represarse río Chagres y formarse lago Gatún. Su casita de madera estaba cerca a la estación del tren donde los naturalistas se apeaban para tomar cayuco o lancha y cruzar el canal hasta la isla de Barro Colorado. En 1926, inició su amistad con el Dr. James Zetek, quien de 1923 a 1953 fue el primer naturalista residente o jefe de la famosa estación biológica.
Mr. Kidd fue lanchero cuando el auge bananero en Gatún, marinero, taxista y obrero de la marina americana al construirse las grandes torres de comunicación en el sitio llamado Darién, a la vera del canal. Mr. Kidd nunca quiso trabajar para el canal. Así narra su vida durante la depresión de los años 30.
“Bueno hice uno que otro viaje a esa isla de Barro Colorado. En esos días Cristóbal era un puerto muy popular. Era el puerto para los turistas que venían a este país. La única forma de viajar de Cristóbal a Frijoles era por el Ferrocarril de Panamá. El canal estaba restringido. Para transitarlo había que tener permiso especial. Por el canal no había tanto tráfico, salvo vapores. Entonces todo lo que ocurría pasaba en el Ferrocarril.”
...TOMÉ EL TREN DE PASAJEROS. ENTONCES HABÍA PRIMERA Y SEGUNDA CLASE. A NINGÚN NEGRO LE PERMITÍAN SENTARSE EN PRIMERA. MEJOR TE SENTABAS EN SEGUNDA.
“Un día vinieron con el Dr. Zetek dos de sus amigos importantes. Como su motor no arrancó, amarré a la popa de mi lancha, la que operaba para el árabe y los remolqué a Barro Colorado. El hombre me preguntó si sabía de motores. Le dije que un poquito. Me dijo chequeara el motor. Le dije que si me conseguía un destornillador lo haría. Arreglé el motor y arrancó. El hombre decidió lo llevara a Gatún a ver parte del canal. Al llegar a Gatún el hombre me dio 20 dólares. Luego su señora me preguntó ¿Cuánto te dio mi marido? Le mostré y dijo ‘No es suficiente’ y me dio otros 30 dólares.”
“Dejé Frijoles para trabajar mucho. A Sur América fui en un vapor de carga inglés. Duré en esos viajes año y dos meses. Regresé y manejé taxi. Hice todo tipo de trabajos, evitando trabajar para el Canal de Panamá. No quería trabajar con el Canal. Mis oídos no andaban bien. Me los dañe un día buceando hondo, sangraron y no oía bien. Pero también porqué en ese tiempo los blancos eran muy crueles con los negros y no quería problemas. Así que yo hacia cualquier tipo de trabajo para no trabajar para el Canal de Panamá.”
“Allá por 1931, la marina construía tres pares de torres altísimas, de seiscientos pies de alto. Eran y son las estructuras más altas en este país. La marina escogió el sitio llamado Darién, a cuatro millas y media al sur de Frijoles, para hacer esas estaciones para captar noticias. Bueno había que treparse, picar, lijar, raspar y pintar a seiscientos pies. Fue la primera vez que obtuve un carnet que me permitía ir al comisariato. La marina nos pagaba dos veces al mes. La tarjeta del comisariato nos la daban el primero de mes, para que fuéramos a comprar al comisariato.”
... EN ESE TIEMPO LOS BLANCOS ERAN MUY CRUELES CON LOS NEGROS Y NO QUERÍA PROBLEMAS. ASÍ QUE YO HACÍA CUALQUIER TIPO DE TRABAJO PARA NO...
“En el 32, la obra estaba en progreso y los hombres estaban trabajando. Diría que eran unos 158 hombres que hacían todo tipo de trabajo: carpinteros, pintores, los que llamaban hombres del acero, que eran los que construían la torre. Llegué como al mes de iniciada la torre. Llegué y traje otros cuatro muchachos: Ferdinand, hermano mío, quien aún vive, yo, Benigno Edwards, Jewell y Lawrence McKee. Esos fuimos. El jefe del trabajo en la torre me dijo que yo era el más viejo de los trabajadores. Tenía veintiocho años.”
“Cuando termino mi primer mes, el jefe me llama a su oficina. Me dice ¿Sabes qué? Sabemos que tú estabas en el negocio del banano y sabes manejar plata. Sabemos que tú has ido a un banco. Así que te vamos a mandar a cambiar los cheques. Todos los hombres firmarán sus cheques y te los darán, en un sobre pones todo ese dinero, hasta el último centavo. ¿Puedes hacerlo? Dije que sí. Así que tomé el tren de pasajeros. Entonces había primera y segunda clase. A ningún negro le permitían sentarse en primera. Mejor te sentabas en segunda. No importaba cuánta plata tenías. Ni siquiera los panameños podían sentarse en primera.”
En otro escrito veremos la odisea de este obrero negro al abordar el Ferrocarril de Panamá para ir al banco en Colón a cambiar los cheques de los obreros de la torre de Darién.
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