Mundo de Negocios
Gran parte del comercio global se encuentra parado
Algunas empresas nunca volverán a operar.
- The Economist
- - Actualizado: 03/4/2020 - 01:15 pm
“La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en todo el mundo”, advirtió Fred Smith, presidente y director ejecutivo de FedEx, durante la teleconferencia con inversionistas del 17 de marzo.
Es una aseveración muy moderada. El gigante de los servicios de entrega urgente anunció que reducirá su capacidad de entrega y, por primera vez en la historia, se negó a dar sus expectativas de beneficios.
En contraste con los economistas, que todavía debaten si esta recesión será breve o prolongada, varios directores ejecutivos de todo el mundo parecen no tener duda de que se avecina una época de caos. El virus ya le ha restado 23 billones de dólares al valor del mercado global desde mediados de febrero.
Ahora que los gobiernos ordenan que los ciudadanos reduzcan sus actividades, así como una gran proporción de las actividades comerciales, con la intención de salvar vidas, comienzan a apilarse las bajas corporativas. Cada vez menos personas realizan actividades como tomar aviones, compartir viajes en automóvil, salir a comer, hospedarse en hoteles, ir al cine o reunirse en cualquier parte.
La mayoría de las ligas deportivas estadounidenses y europeas ya están suspendidas. Tampoco se realizarán carreras de Fórmula 1. Apple y Nike cerraron la mayoría de sus tiendas fuera de China. Fabricantes de automóviles como Ford, Toyota y Volkswagen han cerrado fábricas en Europa y Estados Unidos.
Esta masacre continuará. Scott Stringer, contralor de Nueva York, predice en relación con la capacidad de los hoteles de esa ciudad que dos tercios de las habitaciones quedarán desocupadas hasta finales de junio. Sus restaurantes y bares, cerrados por órdenes de las autoridades, podrían sufrir una caída del 80 por ciento en sus ventas. La Asociación Estadounidense de Hoteles y Hospedaje teme que los efectos sean peores que los de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la Gran Recesión de 2008 combinados. El banco Morgan Stanley calcula que el tráfico de consumidores en los negocios minoristas podría bajar un 60 por ciento en las próximas semanas, a medida que más ciudades estadounidenses sigan el ejemplo de las europeas y establezcan un cierre de emergencia.
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Muchas empresas saldrán adelante. Los gobiernos no han perdido tiempo y han tomado medidas para garantizar que el mayor número posible sobreviva. Esta semana, el Reino Unido reveló que ofrecerá un paquete de 330.000 millones de libras (382.000 millones de dólares) en garantías de préstamo y otros apoyos para las empresas.
La Reserva Federal de Estados Unidos ya había anunciado la creación de una nueva línea de financiamiento para darles liquidez a los emisores estadounidenses de títulos comerciales. El presidente Donald Trump ha solicitado un estímulo económico de un billón de dólares.
Con todo, algunas empresas no sortearán las dificultades. Es muy pronto para decir con seguridad qué empresas desaparecerán. Para darnos una idea de cuáles corren más riesgos, una buena táctica es empezar por considerar los modelos de negocios y la liquidez.
Empecemos por la liquidez. Las empresas estadounidenses representan el 55 por ciento de la deuda global no financiera que vencerá hasta finales de 2024, y el 62 por ciento de la deuda es de baja calidad crediticia, según la calificadora S&P Global.
Las compañías no financieras de Estados Unidos esperan el vencimiento este año de 394.000 millones de dólares en deuda de grado inversión y 87.000 millones en deuda de grado especulativo; las cifras para el próximo año son 461.000 millones y 195.000 millones de dólares, respectivamente. Algunas de las posibles áreas problemáticas son el sector de la construcción (con casi 30.000 millones de dólares en deuda de grado especulativo que vencerá para finales de 2021), el de medios y entretenimiento (35.000 millones de dólares) y el energético y de servicios públicos (56.000 millones de dólares).
Las petroleras, en particular, se han visto afectadas por la pronunciada caída en el precio del crudo, que se hundió a veinticinco dólares por barril el 18 de marzo, el nivel más bajo en casi dos décadas. Morgan Stanley calcula que la empresa media de exploración y producción necesita que el precio del petróleo sea de 51 dólares por barril para no perder, por lo menos. Saudi Aramco, el coloso petrolero más poderoso del mundo, declaró que podría recortar su gasto de capital hasta en una cuarta parte este año. La estadounidense ExxonMobil también señaló que hará recortes “significativos”.
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Los petroleros no son los únicos que intentan proteger su efectivo. Muchas empresas han hecho que sus empleados tomen licencias o incluso opciones peores. La aerolínea Norwegian Air Shuttle despidió temporalmente al 90 por ciento de sus 10.000 empleados. Marriott International, la mayor cadena hotelera del mundo, dijo el 17 de marzo que tendrá que despedir a decenas de miles de empleados.
Varias empresas han decidido utilizar líneas de crédito acordadas con sus bancos. ABInBev, la mayor cervecera del mundo, planea retirar los 9000 millones de dólares de su crédito revolvente. Boeing, el gigante del sector aeroespacial que se encuentra en dificultades, logró tener acceso a 13.800 millones de dólares. Carnival Cruise Line espera mantenerse a flote gracias a un salvavidas de 3000 millones de dólares. La empresa de datos financieros Bloomberg calcula que, si las empresas de cinco grandes sectores (servicios de salud, energía, transporte, esparcimiento y minería) utilizan el 70 por ciento de sus líneas de crédito y el resto aprovecha el 30 por ciento de las suyas, los bancos más grandes de Estados Unidos estarían enganchados con 700.000 millones de dólares.
La segunda área de vulnerabilidad de las empresas después de la falta de liquidez se refiere a sus planes de negocios. Algunos de los modelos probados y comprobados de repente lucen muy frágiles en la era de la pandemia.
Si Apple no vende un nuevo iPhone ahora tal vez podría convencer a sus clientes de comprar uno más adelante. En cambio, las ganancias derivadas de una comida en restaurante que no se come o de una salida al cine que no se realiza, se pierden para siempre.
Son malas noticias para industrias como las artes, que dependen de unos cuantos espectáculos grandes, por lo menos en países como el Reino Unido, donde el gobierno asigna menos fondos a las actividades artísticas que en Francia, Alemania o los reinos del Golfo. La feria de arte contemporáneo Art Basel programada para realizarse en Hong Kong se canceló el mes pasado. La principal feria Art Basel en Suiza, cuya inauguración está planeada para el 18 de junio, podría suspenderse también. Las galerías que dependen de esas ferias, como ocurre en muchos casos, podrían perder hasta el 80 por ciento de sus ventas.
Así que no es ninguna sorpresa que el coronavirus esté provocando una ola de introspección, en especial en las industrias conservadoras. El 20 de marzo, Art Basel Hong Kong lanzará en línea “salas de exposición” con más de 231 galerías (más del 90 por ciento de los expositores participantes originales). Ofrecerán más de 2000 obras de arte con un valor total de 270 millones de dólares. La crisis también está acabando con el apego obstinado que sienten los directores ejecutivos de Hollywood por el modelo anticuado de distribuir las películas en los cines.
Universal Pictures ha decidido dar acceso a algunas películas en casa el mismo día de su lanzamiento en cines. Ya es posible ver la emisión en continuo de “El hombre invisible” y “Emma” en línea. Disney lanzó la popular “Frozen 2” en su servicio de emisión en continuo relativamente nuevo Disney+ mucho antes de lo planeado.
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Algunas empresas quizá no solo sobrevivan la pandemia, sino logren crecer, ya sea ahora o en cuanto comience a desaparecer el brote. Los supermercados no logran cubrir la demanda derivada de las compras de pánico. Kimberly Clark y otros vendedores de papel higiénico, del que muchas personas han comprado reservas frenéticamente, también están en buena posición. Lo mismo sucede con los proveedores de productos de limpieza como Clorox y Purell.
Lo más probable es que este periodo de mayor actividad sea breve. Es inevitable que el pánico inicial desaparezca. Otras industrias quizás experimenten una prosperidad más prolongada. Puesto que muchas personas se verán forzadas a trabajar, comprar y entretenerse desde casa, es posible que la crisis les dé un impulso permanente a las empresas con ofertas en línea. Zoom, Microsoft Teams, Slack, WeChat Work y otros servicios de mensajería corporativa han experimentado un aumento en la demanda. Datos de la empresa de analítica Sensor Tower sugieren que el aumento semanal de usuarios nuevos de esas aplicaciones saltó de 1,4 millones a principios de enero a 6,7 millones a principios de marzo.
Una encuesta realizada en el Reino Unido para la empresa de pagos Barclaycard indica un crecimiento de un 12 por ciento con respecto al año pasado en servicios de entretenimiento por suscripción como Netflix en las cuatro semanas cumplidas al 21 de febrero, y un crecimiento de casi nueve por ciento en el gasto en alimentos para llevar y con entrega a domicilio. Amazon contratará 100.000 trabajadores nuevos en Estados Unidos para el área de distribución a fin de cubrir la demanda de las compras por internet.
Las empresas con presencia física que han invertido en ofertas en línea también ven redituar su estrategia. Un estudio realizado el 13 de marzo por la compañía de investigación Gordon Haskett reveló que uno de cada tres consumidores estadounidenses compró comida en línea durante la semana anterior. Del 41 por ciento que lo hicieron por primera vez, más de la mitad optó por Walmart, debido a la conveniencia de su servicio de entrega y recolección de abarrotes. En el Reino Unido, parece que Tesco y Sainsbury han dejado rezagadas a Aldi y Lidl, las cadenas de descuento europeas que han invertido menos en sus servicios en línea.
Además, por supuesto, cualquier empresa que descubra una vacuna o tratamiento para la COVID-19 puede esperar un periodo de bonanza. A pesar del colapso del mercado, el precio de las acciones de Gilead, una empresa de biotecnología que está desarrollando un medicamento contra el coronavirus, ha subido un 20 por ciento este año.
Es casi seguro que una consecuencia perdurable de la pandemia sea una mayor concentración del poder corporativo en manos de unas cuantas empresas superestrella. La actual carnicería que sufren las aerolíneas quizá provoque que los cielos por todo el mundo sean muy parecidos a los espacios nada competitivos de Norteamérica. El banco JPMorgan Chase observa que los vuelos estadounidenses generan dos terceras partes de las ganancias globales de las aerolíneas con apenas una quinta parte de la capacidad mundial (sin mencionar el mal servicio). En este momento, parece muy probable que ocurra una consolidación similar en Europa y Asia.
Es posible que las empresas con negocios más resistentes, bolsillos más hondos y horizontes de inversión más amplios crezcan todavía más a través de adquisiciones a precios de descuento. Han corrido rumores sobre la posibilidad de que Apple, con una pila de efectivo bruto de más de 200.000 millones de dólares y ambiciones de incursionar en Hollywood, se lance a comprar Disney, cuyas acciones han perdido casi la mitad de su valor desde enero.
Quizá Warren Buffett, de Berkshire Hathaway, que tiene parados 128.000 millones de dólares y desde hace tiempo se ha quejado de lo caras que son las acciones, por fin encuentre una ganga o dos. Las empresas de inversión en fases consolidadas, que recaudaron la cifra récord de 888.000 millones de dólares el año pasado, también están al acecho. Steve Schwartzman declaró este mismo mes que el distanciamiento y el temor causados por el coronavirus han creado “una oportunidad sustancial” para Blackstone, la potencia en la industria de las adquisiciones que encabeza.
La Depresión causó estragos en la economía, pero también produjo nuevos modelos de negocios radicales, desde la fabricación de automóviles y el entretenimiento hasta los productos de belleza. Con el tiempo, la crisis que vivimos ahora también podría favorecer algunas resurrecciones corporativas... y muchos nacimientos. No debemos tomar a la ligera las comparaciones con esa época agonizante de la historia mundial. El hecho de que parezcan adecuadas es una señal de lo grave que se ve la situación en este momento.
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