Mundo de Negocios
Algunas naciones europeas relajan sus reglas para la pandemia, pero con cautela
- Patrick Kingsley
¿Qué ocasiona más daño: continuar con el cierre de emergencia o levantarlo antes de tiempo?.
Poco a poco y con vacilación, un puñado de países europeos comenzó a levantar las restricciones a la vida diaria por primera vez desde el inicio de la crisis del coronavirus.
El 14 de abril, Italia, el epicentro de la crisis en Europa, reabrió algunas librerías y tiendas de ropa para niños. España permitió que los trabajadores regresaran a las fábricas y sitios de construcción, a pesar de que el número de muertos sigue siendo superior a 500 diarios. Austria permitió que miles de tiendas de herramientas y productos de bricolaje reabrieran, siempre y cuando los empleados y los clientes usen mascarillas.
En Dinamarca, los maestros de escuela primaria prepararon los salones de clases para que los niños pequeños regresaran a la escuela el 15 de abril, mientras que en la República Checa, la impaciente población disfrutó la reapertura de los centros deportivos y algunas tiendas.
Cuando Lukas Zachoval, un gerente de ventas de la República Checa, perdió un partido de tenis ante su padre, la derrota nunca había sido tan dulce. Después de todo, fue su primer partido desde que el gobierno checo comenzó a levantar las amplias restricciones impuestas a la sociedad, entre ellas la prohibición a la práctica de deportes comunales, que llevaba en vigor casi un mes. “No puedo vivir sin el deporte”, explicó Zachoval.
El relajamiento de los cierres de emergencia fue visto con interés e inquietud en toda Europa y más allá de sus fronteras, y produjo cuestionamientos profundos y complicados. “¿Cuánto estamos dispuestos a pagar para salvar las vidas de las personas?”, preguntó Jana Puglierin, directora de la oficina que tiene el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en Berlín, una agrupación independiente de investigación. “¿Y qué ocasiona más daño: continuar con el cierre de emergencia o levantarlo antes de tiempo?”.
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Un debate similar sobre cómo reabrir la sociedad se está llevando a cabo en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha insistido en que él lleva “la batuta” en el asunto, lo cual produjo objeciones de los líderes de varios estados. El 14 de abril, Trump, quien está en la mira y cuyas cifras en las encuestas están cayendo a medida que se intensifica la disputa, señaló que iba a detener el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud, a la que acusó de cometer errores que permitieron la propagación del virus.
Como sugiere la estrategia lenta y gradual en Europa, es probable que las restricciones a la vida diaria no terminen de golpe. Más bien, la gente debe esperar una serie escalonada de intervenciones y relajamiento, probablemente durante un periodo de semanas o meses, si no es que bastante más tiempo.
“Al inicio de la crisis, mucha gente creía que podríamos cerrar Dinamarca entre dos y tres semanas, y luego reabrir, libres del virus”, comentó Peter Munk Christiansen, director de ciencias políticas en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
“Pero con el paso del tiempo la gente está cada vez más consciente de que eso no pasará”, agregó.
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En un continente donde las cadenas de suministro están muy interconectadas, las estrategias asimétricas que han tomado los gobiernos europeos podrían mermar las ganancias económicas.
A pesar del alivio que Zachoval sintió por la relajación de algunas medidas en la República Checa, las restricciones vigentes en otras partes siguen obstaculizando sus ingresos.
Como muchas empresas checas, la fábrica de sierras de Zachoval depende mucho de los compradores de Europa occidental. Sin embargo, la mayoría de los países de esa parte del continente han mantenido cerradas sus fronteras, aunque la República Checa haya abierto parcialmente las suyas, o sus salas de exposiciones comerciales, aunque Zachoval espera incrementar la producción. El 14 de abril, Zachoval recibió unos cuantos pedidos de su país natal, pero nada de sus principales mercados en Alemania, Francia e Italia.
En una cumbre celebrada a finales de marzo, los 27 jefes de Estado de la Unión Europea reconocieron la necesidad que tenían sus países de poner fin a sus respectivos cierres de emergencia por medio de una estrategia coordinada de salida, e instaron a los líderes del bloque a crear un plan conjunto. Sin embargo, hasta el momento no se ha llegado a ningún acuerdo respecto del plan. La semana pasada, la presidenta de la rama administrativa del bloque, Ursula von der Leyen, pospuso una conferencia de prensa en la cual se esperaba que diera el anuncio.
Incluso dentro de cada país, el relajamiento de las restricciones ha carecido de una estrategia cohesiva.
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En España, los trabajadores en teoría podían volver a las fábricas, pero muchos no fueron necesarios por la falta de demanda. Algunos de los que sí regresaron temían por su salud.
“No estoy de acuerdo, pero ¿qué más puede hacer uno?”, opinó un electricista de 52 años de Barcelona, quien pidió ser identificado solo por su nombre de pila, José. “Si mis jefes me llaman y digo que no, no me llamarán de nuevo”.
En Italia, los libreros comentaron que no les quedaba claro si la gente podía trasladarse de los pueblos vecinos para visitar sus tiendas o solo del distrito circundante.
Mauro Marrani, quien trabaja en la librería de su esposa en Florencia, mencionó que le había escrito al presidente de su región en busca de una respuesta. Marrani también estaba confundido por el requisito de que las librerías les dieran guantes desechables a sus clientes, un producto que es casi imposible encontrar.
Marrani señaló que, en medio de esta incertidumbre, solo había realizado una venta en cinco horas. “Todo es muy confuso”, opinó Marrani. “Si todo sigue igual, creo que nos iría mejor si cerramos por completo y esperamos a que todas las tiendas vuelvan a abrir”.
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