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¿Qué esconden las banderillas rojas del insecto matador?
Investigadores del Smithsonian realizaron un estudio para comprender este inusual comportamiento.
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- - Actualizado: 04/4/2024 - 08:55 am
El insecto matador (Anisoscelis alipes) es famoso por tener coloridas banderillas rojas en sus patas traseras, las cuales agita. Pero, ¿cuál es la razón detrás de este comportamiento? En los últimos años los investigadores han tratado de darle respuesta a este misterio.
En primera instancia, un estudio dirigido por el Dr. Ummat Somjee, becario posdoctoral del Smithsonian, reveló un hallazgo sorprendente: que el movimiento de las banderillas en las patas probablemente no se hacía con la intención de conseguir pareja. Usualmente, los rasgos más elaborados y llamativos de los animales se utilizan para atraer una pareja y son más prominentes en los machos.
Sin embargo, en el caso del insecto matador, tanto machos como hembras exhiben sus atractivas banderillas rojas en las patas. Además, el movimiento no varía según la presencia o ausencia de potenciales parejas.
Esto llevó a los investigadores a explorar otras posibles explicaciones. ¿Podría el movimiento de las banderillas desviar los ataques de los depredadores hacia sus patas traseras, aumentando así sus posibilidades de escapar? O tal vez, ¿las patas coloridas podrían servir como una señal de advertencia a los posibles depredadores, alertándoles de la defensa química del insecto o de su mal sabor?
Estas fueron las preguntas que se hizo Juliette Rubin, actual becaria postdoctoral Tony Coates del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y autora principal del más reciente estudio sobre el insecto matador.
Rubin pasó años estudiando cómo las mariposas y las polillas utilizan las características de sus alas para evitar los ataques de sus depredadores, por lo que resolver el misterio de las banderillas rojas del matador le llamó la atención rápidamente.
Rubin y Somjee, junto con sus colegas Jorge Medina y Jay Falk, llevaron a cabo un estudio observando el comportamiento de estas aves cuando se les ofrecían insectos matadores originales o grillos con las banderillas rojas sujetas a sus patas. Los depredadores seleccionados fueron los momotos, aves de gran tamaño con plumajes llamativos, colas largas y una visión aguda.
Atrapar a los momotos era toda una aventura en sí misma. Jorge Medina, asistente de investigación del STRI, seleccionó una ubicación cercana a Gamboa donde las aves eran avistadas con frecuencia. Durante varias semanas, se aventuró en el bosque desde temprano para instalar redes de captura de aves.
“Colocaba las redes en las zonas del bosque donde veía que las aves se movían más y, cuando capturaba una, la llevaba inmediatamente a las jaulas donde se le hacían pruebas”, explicó Medina, que pasó cerca de un mes capturando aves para el experimento. “Cuando las aves terminaban las pruebas, las liberaba en la misma zona donde habían sido capturadas”.
El experimento reveló que los ataques de los depredadores no se dirigían principalmente hacia las banderillas en las patas traseras, lo que desacreditó la hipótesis de que se utilizaran para desviar la atención. Sin embargo, los resultados sí respaldaron la teoría de la defensa química. Los grillos sin banderillas eran el blanco de los ataques consistentemente, mientras que aquellos con banderillas recibían menos ataques. Por otro lado, los insectos matadores eran evitados activamente, independientemente de si tenían las banderillas o no, lo que sugiere que estos accesorios coloridos son solo un elemento de su estrategia de defensa.
Para reforzar su hallazgo de que los matadores son presas desagradables, los investigadores ofrecieron grillos e insectos matadores a polluelos inexpertos que nunca los habían visto antes. Una vez más, observaron que los insectos matadores, ya sea con o sin sus banderillas, parecían advertir a los polluelos que se mantuvieran alejados. Sin embargo, los polluelos que los atacaban mostraban claramente su desagrado, sacudiendo la cabeza y evitando probarlos nuevamente. En contraste, los grillos eran capturados y consumidos con entusiasmo. Los resultados de este estudio fueron publicados en Behavioral Ecology.
“Me intrigó observar que, al dotar a los sabrosos grillos con las banderillas de los matadores, de inmediato perdían su atractivo para los depredadores”, comentó Rubin. “Parece que esta señal de advertencia es lo suficientemente efectiva como para que las aves actúen con precaución. Sin embargo, los insectos están tan bien equipados con señales de ‘¡no me comas!’ que incluso sin las banderillas, las aves experimentadas optaban por evitarlos”.
Este estudio reveló que las banderillas son como una señal para las aves, indicándoles que los matadores no son una opción apetecible o segura. Sin embargo, las banderillas trabajan en conjunto con otros aspectos de la apariencia del insecto para reforzar este mensaje, lo que sugiere que forman parte de una estrategia compleja de defensa que probablemente ha evolucionado a lo largo del tiempo para proteger a estos insectos de ser devorados por las aves.
Aunque se centra en una sola especie de insecto, este estudio representa un avance significativo en nuestra comprensión de la evolución de rasgos elaborados en la naturaleza y del porqué ciertos animales exhiben colores brillantes y rasgos físicos inusuales.
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