Una visita al Museo del Opio en Tailandia
Publicado 2005/08/02 23:00:00
- Mayra Madrid.
Según los encargados, su objetivo es concientizar acerca de los efectos de los narcóticos.
El museo del opio construido en la parte tailandesa del "Triángulo de Oro", el legendario territorio convertido en reducto de narcotraficantes, explora la fascinante historia de esta droga que conquistó el mundo.
Para adentrarse en el museo del opio, un complejo de varios edificios en los que predomina el acero y el cemento, los visitantes han de pasar por un oscuro y largo túnel de más de cien metros que representa el alto precio que la humanidad ha pagado durante décadas a causa de la drogadicción.
Es en la amplia sala en la que desemboca el túnel donde los visitantes pueden informarse sobre las guerras del opio libradas en el siglo XIX entre China y el Reino Unido para hacerse con el control del comercio de la droga, y de cómo más tarde la heroína, el derivado del opio, fue desarrollada hasta convertirse en un lucrativo producto comercial.
También en sus salas se exhiben los instrumentos utilizados para cosechar y pesar el opio, así como una reproducción de un navío que empleaban los británicos para transportar la preciada mercancía.
El opio fue empleado como sedante contra el dolor y en muchos países su comercialización y consumo fueron legales hasta principios del siglo XX.
Las caravanas de mulas cargadas con sacas de heroína que cruzaban por las montañas de Tailandia y Birmania protegidas por miembros de los llamados Ejércitos del opio, son ya parte del pasado del "Triángulo de Oro", término que se remonta a 1971, cuando el entonces secretario estadounidense de Estado, Marshall Green, describió al lugar como la principal fuente mundial de droga.
Hoy, esta zona de Tailandia da la bienvenida a diario a incesantes caravanas de autocares cargados de turistas a los que los vendedores de los puestos ofertan sus baratijas para llevarse un recuerdo de su paso por el "Triángulo de Oro".
El museo es también el reflejo de cómo ha cambiado, durante las últimas dos décadas, esta parte del norte de Tailandia, de turbulento pasado.
Para este museo no se ha escatimado en gastos de construcción, valorados en diez millones de dólares, la mayor parte donados por Japón.
Para adentrarse en el museo del opio, un complejo de varios edificios en los que predomina el acero y el cemento, los visitantes han de pasar por un oscuro y largo túnel de más de cien metros que representa el alto precio que la humanidad ha pagado durante décadas a causa de la drogadicción.
Es en la amplia sala en la que desemboca el túnel donde los visitantes pueden informarse sobre las guerras del opio libradas en el siglo XIX entre China y el Reino Unido para hacerse con el control del comercio de la droga, y de cómo más tarde la heroína, el derivado del opio, fue desarrollada hasta convertirse en un lucrativo producto comercial.
También en sus salas se exhiben los instrumentos utilizados para cosechar y pesar el opio, así como una reproducción de un navío que empleaban los británicos para transportar la preciada mercancía.
El opio fue empleado como sedante contra el dolor y en muchos países su comercialización y consumo fueron legales hasta principios del siglo XX.
Las caravanas de mulas cargadas con sacas de heroína que cruzaban por las montañas de Tailandia y Birmania protegidas por miembros de los llamados Ejércitos del opio, son ya parte del pasado del "Triángulo de Oro", término que se remonta a 1971, cuando el entonces secretario estadounidense de Estado, Marshall Green, describió al lugar como la principal fuente mundial de droga.
Hoy, esta zona de Tailandia da la bienvenida a diario a incesantes caravanas de autocares cargados de turistas a los que los vendedores de los puestos ofertan sus baratijas para llevarse un recuerdo de su paso por el "Triángulo de Oro".
El museo es también el reflejo de cómo ha cambiado, durante las últimas dos décadas, esta parte del norte de Tailandia, de turbulento pasado.
Para este museo no se ha escatimado en gastos de construcción, valorados en diez millones de dólares, la mayor parte donados por Japón.
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