Un pintor de brocha gorda
Publicado 1999/04/29 23:00:00
A Don Cristóbal S. Rodríguez suele vérsele a sus 62 años junto a su hijo Juan José pintando anuncios sobre las próximas producciones cinematográficas que serán presentadas en las salas de cine del país.
Todo comenzó cuando era mozo. Estudiaba en el Instituto Nacional y en su tiempo libre trabajaba en un taller.
Don Cristóbal, capitalino, conocido por familiares y allegados como "Toby", relata que "veía pintar a Malanga y Max Lemm (del Bella Vista) los "display" de los teatros y comencé a realizar este trabajo por iniciativa propia desde que tenía 13 años". Cuando salió de la escuela se dedicó a pintar.
"Mi papá era acarreador de películas", rememora.
Los observaba mucho. Y, resulta que un día la oportunidad tocó a su puerta: "Max Lemm estaba muy ocupado en Navidad y me pidió ayuda la peliculera".
El recuerda que le preguntaron si se atrevía a intentarlo. Nada más hacerle la pregunta y él presuroso dijo que "¡por supuesto!"
Tenía 18 años. Tiene 4 hijos, uno de ellos Juan José Rodríguez le siguió los pasos. Dice que este trabajo le ha dado de todo.
Explica un poco cómo se organiza. Antes de pintar él acostumbra leer la sinopsis de la película para ver de qué se trata.
Le preguntamos si ha sido un pintor empírico o ha estudiado algo de pintura. Contestó que estuvo en Bellas Artes, pero el tiempo no le alcanzaba. Su hijo sí está en Artes Plásticas.
Dicen que "nadie sabe para quien trabaja". Bueno, Don Toby además de hacerlo para las peliculeras que conociendo de su responsabilidad, seriedad, dedicación y la pasión con que realiza sus trabajos lo contratan pese a los adelantos de la tecnología, dice que "la que me aprovecha es mi nieta en los trabajos de escuela".
Es muy trabajador pero también deja tiempo para descansar, sobre todo a su edad no se puede abusar, porque ya no se es un chiquillo.
Valga destacar que parte de su aprendizaje sobre proporciones y otros detalles importantes para el dibujo los aprendió cuando estudiaba mecánica de aviación. "Dibujaba las piezas al detalle. Tuve un profesor de apellido Miranda quien me dijo: "Tu vocación está es en la pintura".
La esposa de Don Toby se llama Benigna Jiménez de Rodríguez, es maestra jubilada y tienen 36 años de casados.
El está contento con lo que hace. No sabe cuándo se jubilará, pero no será por ahora. Dice que le propusieron que enseñe dibujo comercial en Chapala. Pero le gusta pintar carteleras. También ayuda a una profesora que trabaja con el Ministerio de Educación, le hace las ilustraciones, bocetos, para libros.
Lo que más le encanta hacer es dibujar y pintar rostros, porque en las artes de película siempre hay que ser observador. " Hay que fijarse en todos los detalles, para que pueda captar el parecido de las personas".
Está consciente que en la pintura comercial la que está dominando es la computadora. Añade que: "Antes en las campañas políticas nos dábamos banquete. Ahora lo hacen en vinil".
De su trabajo ha recibido muchas satisfacciones, como cuando las fotos van a Estados Unidos ya que los felicitan porque están reproduciendo bien y mandan los carteles a California.
El suyo es un trabajo que se paga bien. Sin embargo, "uno debe seguir procurando hacerlo al detalle, para que vean que por más que la computadora esté de moda, el trabajo de nosotros se ve como más natural, porque en los carteles de la computadora se nota como más plasticidad y no es tan llamativo como los que pintamos nosotros", exclama con orgullo, porque ama lo que hace.
Todo comenzó cuando era mozo. Estudiaba en el Instituto Nacional y en su tiempo libre trabajaba en un taller.
Don Cristóbal, capitalino, conocido por familiares y allegados como "Toby", relata que "veía pintar a Malanga y Max Lemm (del Bella Vista) los "display" de los teatros y comencé a realizar este trabajo por iniciativa propia desde que tenía 13 años". Cuando salió de la escuela se dedicó a pintar.
"Mi papá era acarreador de películas", rememora.
Los observaba mucho. Y, resulta que un día la oportunidad tocó a su puerta: "Max Lemm estaba muy ocupado en Navidad y me pidió ayuda la peliculera".
El recuerda que le preguntaron si se atrevía a intentarlo. Nada más hacerle la pregunta y él presuroso dijo que "¡por supuesto!"
Tenía 18 años. Tiene 4 hijos, uno de ellos Juan José Rodríguez le siguió los pasos. Dice que este trabajo le ha dado de todo.
Explica un poco cómo se organiza. Antes de pintar él acostumbra leer la sinopsis de la película para ver de qué se trata.
Le preguntamos si ha sido un pintor empírico o ha estudiado algo de pintura. Contestó que estuvo en Bellas Artes, pero el tiempo no le alcanzaba. Su hijo sí está en Artes Plásticas.
Dicen que "nadie sabe para quien trabaja". Bueno, Don Toby además de hacerlo para las peliculeras que conociendo de su responsabilidad, seriedad, dedicación y la pasión con que realiza sus trabajos lo contratan pese a los adelantos de la tecnología, dice que "la que me aprovecha es mi nieta en los trabajos de escuela".
Es muy trabajador pero también deja tiempo para descansar, sobre todo a su edad no se puede abusar, porque ya no se es un chiquillo.
Valga destacar que parte de su aprendizaje sobre proporciones y otros detalles importantes para el dibujo los aprendió cuando estudiaba mecánica de aviación. "Dibujaba las piezas al detalle. Tuve un profesor de apellido Miranda quien me dijo: "Tu vocación está es en la pintura".
La esposa de Don Toby se llama Benigna Jiménez de Rodríguez, es maestra jubilada y tienen 36 años de casados.
El está contento con lo que hace. No sabe cuándo se jubilará, pero no será por ahora. Dice que le propusieron que enseñe dibujo comercial en Chapala. Pero le gusta pintar carteleras. También ayuda a una profesora que trabaja con el Ministerio de Educación, le hace las ilustraciones, bocetos, para libros.
Lo que más le encanta hacer es dibujar y pintar rostros, porque en las artes de película siempre hay que ser observador. " Hay que fijarse en todos los detalles, para que pueda captar el parecido de las personas".
Está consciente que en la pintura comercial la que está dominando es la computadora. Añade que: "Antes en las campañas políticas nos dábamos banquete. Ahora lo hacen en vinil".
De su trabajo ha recibido muchas satisfacciones, como cuando las fotos van a Estados Unidos ya que los felicitan porque están reproduciendo bien y mandan los carteles a California.
El suyo es un trabajo que se paga bien. Sin embargo, "uno debe seguir procurando hacerlo al detalle, para que vean que por más que la computadora esté de moda, el trabajo de nosotros se ve como más natural, porque en los carteles de la computadora se nota como más plasticidad y no es tan llamativo como los que pintamos nosotros", exclama con orgullo, porque ama lo que hace.
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