Rosa Montezuma está orgullosa de ser indígena
'Hasta ahora, la gente no cree que sea ngäbe-buglé, se les hace un poquito complicado', dice.
- María Victoria Rivera
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- - Actualizado: 05/4/2018 - 08:45 am
Más que una corona, Rosa Iveth Montezuma ve su participación en el Señorita Panamá como una oportunidad de ser la referencia para que chicas de la comarca Ngäbe-Buglé u otras etnias se animen a ser más partícipes de los certámenes de belleza.
Y no solo en los concursos, sino todo aquello que anhelen lograr, dejando a un lado la inseguridad que, "en parte, la sociedad o el pueblo que las discrimina las han llevado a sentirse reprimidas o cohibidas por ser indígenas".
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Incrédulos
Esta chica de 24 años nunca vio el modelaje como un sustento a futuro ni tampoco cuenta con una amplia experiencia en certámenes de belleza. Hasta ahora solo menciona el Festival Interuniversitario, en el que buscan resaltar la cultura ngäbe-buglé y del que ostenta la corona. Sin embargo, en esta competencia hubo la polémica, ya que dudaban de que fuera de la comarca, "hasta ahora, la gente no cree que sea ngäbe, los que me conocen saben de dónde viene mi familia".
Y evidentemente resaltan sus características que la distinguen de la mujer ngäbe-buglé que se conoce, pero ella atribuye estas características a una de sus abuelas, "si ves a mi abuela, la vas a notar igual, mi abuela es alta, blanca con rasgos físicos bien definidos, y creo que de allí viene todo".
Compromiso
Desde que se anunció su participación como la primera mujer indígena en ser parte de este concurso, ha acaparado la atención de diversos medios.
La chica es consciente de que, "aunque ya estamos en el siglo XXI, se discrimina a los pueblos indígenas", por esta razón ve el certamen como un espacio para que a través de ella "se puedan inspirar y puedan sentirse más seguros de salir, atreverse y que ellos mismos se den su lugar".
Apoyo familiar
La familia para esta beldad es importante. Hija de padres educadores y la mayor de tres hermanos, por primera vez enfrenta alejarse de ellos y estar en un lugar desconocido, pero ve con gran optimismo esta oportunidad por la que está muy agradecida.
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Se considera una chica perseverante, sencilla y que le teme a Dios, ya que profesa la fe evangélica, otro estereotipo que rompe, "no es malo porque no es que voy a llegar al punto de desnudarme o hacer algún tipo de espectáculo", manifestó.
Le gusta pasar tiempo en familia de quienes dice son gente muy trabajadora, que como todos han trabajado por superarse. Uno de sus abuelos fue el primer educador que tuvo la comarca.
Segura de sí
Graduada de Tecnología de los Alimentos, dice nunca haberse sentido avergonzada por sus orígenes, "me gusta todo de ser ngäbe, la cultura, demostrar quién soy, que siendo 'pura' de pueblos originarios tengo los mismos derechos que alguien que haya nacido en la ciudad". Por ello no siente ningún tipo de presión.
En cuanto a sus compañeras, no siente que existan celos por la atención que está recibiendo.
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