Las cenizas de Gabriel García Márquez pueden terminar repartidas entre los dos países en los que vivió: Colombia, donde nació hace 87 años, y México, donde llegó a principios de los sesenta invitado por el escritor colombiano Álvaro Mutis. En México vivió hasta que murió. Fue allí donde Gabo escribió su obra cumbre, «Cien años de soledad». Pero fue Colombia el país que le inspiró para hacerla.
«En México se queda desde luego alguna parte (de las cenizas), por lo menos, y pensaría que se puede llevar otra después a Colombia», dijo a los periodistas el embajador de Colombia en México, José Gabriel Ortiz, tras precisar que esa decisión la tomará la familia. «Mercedes está muy tranquila, aceptando la realidad, ella es consciente de que Gabo descansó», dijo el embajador, quien ha estado en contacto con la viuda, sus dos hijos -Rodrigo y Gonzalo- y los nietos. Mercedes Barcha contesta el teléfono, está triste, pero resignada. En 1999 a Gabriel García Márquez le descubrieron un cáncer linfático que logró superar tras ser tratado en Los Ángeles. Sin embargo, la quimioterapia le fue debilitando. Gabo empezó a perder lentamente la memoria y en 2010 su hermano Jaime anunció públicamente que ya no volvería a escribir más. No podía. Y su esposa durante todos estos años fue la encargada de protegerlo y cuidarlo.
Gabo será enterrado de manera especial. Por primera vez en México un extranjero -pues Gabo nunca renunció a su nacionalidad colombiana- será homenajeado en el Palacio de Bellas Artes de la capital, el icono de la rica cultura mexicana, con los dos presidentes al lado: el colombiano, Juan Manuel Santos, y su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto. Tras esta primera guardia, prevista a las tres de la tarde, se montará una segunda guardia a las cenizas de Gabo.
En Colombia la ceremonia se hará al día siguiente, el martes 22 de abril, en la Catedral Primada de Bogotá. Aunque aún faltan por pulir detalles, se sabe que la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia interpretará el «Réquiem» de Mozart, con la participación especial del bajo colombiano Valeriano Lanchas.
La familia ha pedido silencio, respeto. Pero poco a poco empezarán a ser revelados episodios importantes de la vida del Nobel. El escritor Plinio Apuleyo Mendoza, por ejemplo, uno de los mejores amigos de Gabo, acaba de publicar en Colombia el libro «Gabo, cartas y recuerdos». Son historias cortas de episodios que vivieron juntos en la vida pero con un ingrediente importante: Rodrigo, el hijo mayor de Gabo, que es ahijado de Plinio, le autorizó a que publicara cartas históricas.
Plinio las desempolvó y entre las misivas que Gabo escribió a Plinio pueden leerse las primeras líneas de cómo Gabo tejió «Cien años de soledad». «En realidad -le escribió a su “compadre” el 22 de julio de 1967- “Cien años de soledad” fue la primera novela que traté de escribir , a los 17 años, y con el título de “La casa” , y que abandoné al poco tiempo porque me quedaba demasiado grande. Desde entonces no dejé de pensar en ella, de tratar de verla mentalmente, de buscar la forma más eficaz de contarla (…). Saco de esto la conclusión de que cuando uno tiene un asunto que lo persigue, se le va armando solo en la cabeza durante mucho tiempo, y el día que revienta hay que sentarse a la máquina, o se corre el riesgo de ahorcar a la esposa».
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