Pulgarización
Publicado 2002/11/11 00:00:00
- Guaynabo, Puerto Rico
Guillermo tendrá que pasar un período de cuatro a seis semanas de inmovilidad para que se fijen las estructuras. Luego iniciará el proceso de rehabilitación y reeducación del dedo, con la ayuda de un fisioterapeuta, con el fin de que aprenda a usar su mano y para que su cerebro lo fije como algo natural y lo pueda usar en forma involuntaria.
Su pequeño cuerpo yacía en la camilla inmovilizado por una serie de tubos que tenía conectados; el valiente Guillermo de diez años miraba a su alrededor todo lo que le rodeaba. En poco tiempo, sus ojitos se cerraron con esa paz que sólo tienen los niños al dormir. Para él, los procedimientos quirúrgicos son cosa de rutina, esta es la cuarta operación que le practican para corregirle su brazo y mano.
Guillermo Rivera proviene de una familia humilde de Belén de Donoso, ubicada en la Costa Abajo de Colón. Nació con una agenesia del hueso del radio, es decir una ausencia de uno de los huesos del antebrazo, condición que suele ir acompañada por la falta del dedo pulgar y de los huesitos de la muñeca de ese lado.
Al tener sólo el hueso cúbito, su mano se caía hacia un lado. Se colocó la mano en el centro del hueso y se fijó con un clavo, luego a nivel de la muñeca se colocó tejido fibroso para que se mantuviera estable y no hubiera posibilidad de desplazamiento.
Lo que presenciamos en el salón de operaciones de la Clínica Hospital San Fernando fue la "Pulgarización", primer procedimiento de esta clase practicado en nuestro país, por el ortopeda especialista en cirugía de mano, Alessandro Alessandría. Dura de tres a cuatro horas. Consiste en la transposición del dedo índice para transformarlo en un dedo pulgar. El pulgar es importante para que Guillermo pueda tener la función de pinza, o la capacidad de poder agarrar cosas.
En sus manos, con sólo cuatro dedos, se dibujó donde se haría la incisión. Para pasar el dedo índice a la posición del pulgar, se realiza un acortamiento del mismo, porque es un hueso más largo. Se traspone el índice a la donde tenía que haber estado su pulgar, fijándose, se trasposiciona los huesos, músculos y nervios. Se pasan a su nueva función y se acorta a la distancia necesaria para que trabajen.
Se mantienen los cartílagos de crecimiento del niño, para que el dedo crezca junto con los otros. La función va mejorando paulatinamente, con el dedo en esa posición, su cerebro va a reeducar su función. El clavo que tiene insertado en el brazo puede permanecer allí, si molesta, después de un año se puede retirar, con una pequeña incisión por donde se hala.
En pediatría se toma en cuenta el peso del niño para calcular la cantidad de medicamentos que se debe utilizar para mantener su estado de anestesia durante el procedimiento. El Dr. Guillermo McCleod, anestesiólogo de Guillermo, manifestó que los líquidos y medicamentos se administraron endovenosamente, y el agente anestésico, por un tubo que tenía en la tráquea que comunicaba una máquina con los pulmones del niño.
La respuesta de la anestesia es casi inmediata, y la recuperación de los efectos es también rápida. Las quejas más frecuentes de los pacientes a quienes se ha aplicado anestesia general son los vómitos.
Guillermo tendrá que pasar un período de cuatro a seis semanas de inmovilidad para que se fijen las estructuras. Luego iniciará el proceso de rehabilitación y reeducación del dedo, con la ayuda de un fisioterapeuta, con el fin de que aprenda a usar su mano y para que su cerebro lo fije como algo natural y lo pueda usar en forma involuntaria.
El padre de Guillermo, el Sr. Julio Rivera Ríos, aguardaba optimista en la sala de espera la salida de su pequeño. Piensa que con lo que le hicieron a su hijo va a quedar mejor. Él es un niño alegre, que aunque ha perdido un año escolar, podrá retomar sus estudios con renovados ánimos y una nueva y utilísima manita.
Guillermo Rivera proviene de una familia humilde de Belén de Donoso, ubicada en la Costa Abajo de Colón. Nació con una agenesia del hueso del radio, es decir una ausencia de uno de los huesos del antebrazo, condición que suele ir acompañada por la falta del dedo pulgar y de los huesitos de la muñeca de ese lado.
Al tener sólo el hueso cúbito, su mano se caía hacia un lado. Se colocó la mano en el centro del hueso y se fijó con un clavo, luego a nivel de la muñeca se colocó tejido fibroso para que se mantuviera estable y no hubiera posibilidad de desplazamiento.
Lo que presenciamos en el salón de operaciones de la Clínica Hospital San Fernando fue la "Pulgarización", primer procedimiento de esta clase practicado en nuestro país, por el ortopeda especialista en cirugía de mano, Alessandro Alessandría. Dura de tres a cuatro horas. Consiste en la transposición del dedo índice para transformarlo en un dedo pulgar. El pulgar es importante para que Guillermo pueda tener la función de pinza, o la capacidad de poder agarrar cosas.
En sus manos, con sólo cuatro dedos, se dibujó donde se haría la incisión. Para pasar el dedo índice a la posición del pulgar, se realiza un acortamiento del mismo, porque es un hueso más largo. Se traspone el índice a la donde tenía que haber estado su pulgar, fijándose, se trasposiciona los huesos, músculos y nervios. Se pasan a su nueva función y se acorta a la distancia necesaria para que trabajen.
Se mantienen los cartílagos de crecimiento del niño, para que el dedo crezca junto con los otros. La función va mejorando paulatinamente, con el dedo en esa posición, su cerebro va a reeducar su función. El clavo que tiene insertado en el brazo puede permanecer allí, si molesta, después de un año se puede retirar, con una pequeña incisión por donde se hala.
En pediatría se toma en cuenta el peso del niño para calcular la cantidad de medicamentos que se debe utilizar para mantener su estado de anestesia durante el procedimiento. El Dr. Guillermo McCleod, anestesiólogo de Guillermo, manifestó que los líquidos y medicamentos se administraron endovenosamente, y el agente anestésico, por un tubo que tenía en la tráquea que comunicaba una máquina con los pulmones del niño.
La respuesta de la anestesia es casi inmediata, y la recuperación de los efectos es también rápida. Las quejas más frecuentes de los pacientes a quienes se ha aplicado anestesia general son los vómitos.
Guillermo tendrá que pasar un período de cuatro a seis semanas de inmovilidad para que se fijen las estructuras. Luego iniciará el proceso de rehabilitación y reeducación del dedo, con la ayuda de un fisioterapeuta, con el fin de que aprenda a usar su mano y para que su cerebro lo fije como algo natural y lo pueda usar en forma involuntaria.
El padre de Guillermo, el Sr. Julio Rivera Ríos, aguardaba optimista en la sala de espera la salida de su pequeño. Piensa que con lo que le hicieron a su hijo va a quedar mejor. Él es un niño alegre, que aunque ha perdido un año escolar, podrá retomar sus estudios con renovados ánimos y una nueva y utilísima manita.
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