Panamá e Israel a través de los siglos
Publicado 2004/01/08 00:00:00
Quisiera agradecer vivamente la gentil invitación cursada por la Junta Directiva del Instituto Cultural Panamá-Israel para hilvanar unas palabras en torno a la participación de la comunidad hebrea en los cien años de la República de Panamá en el marco de la exposición filatélica-numismática de Israel y de fotografías históricas de Panamá, cortesía del doctor Rodrigo Moreno y del Licdo. César Tribaldos.
La impronta judía en Panamá data de la colonia. El fundador de la ciudad de Panamá, en 1519, Pedro Arias Dávila, descendía de linajes hebreos hispánicos de Segovia. Gracias a investigaciones incoadas por el doctor Alberto Osorio-Osorio, sabemos que hubo sinagogas secretas en Panamá La Vieja y en el interior como también en toda nuestra América durante el coloniaje. Los llamados “portugueses”, residentes en el Panamá colonial, eran con frecuencia judíos sefarditas. Muchos apellidos panameños coloniales son de origen hebreo. El fundador de la ciudad de David -López de Sequeira- provenía de familias israelitas trasladadas a Portugal. En síntesis, existe, desde nuestros orígenes históricos una presencia furtiva de Israel en el Istmo, poco comentada en las crónicas oficiales que circulan. Célebres apellidos como Méndez, Pereira, Robles, Correa, tan comunes en la entraña de Panamá, delatan un origen semita inconfundible. Además, los mercaderes sefarditas de la isla holandesa de Curazao visitaban nuestras playas atlánticas con frecuencia, pese a las prohibiciones hispanas, al igual que recorrían las actuales costas de Colombia donde sus descendientes se establecieron copiosamente a lo largo del siglo diecinueve, en Riohacha, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y alrededores.
Sin embargo, durante el período de la fiebre del oro de California (1849-1869), la impronta hebrea tiende a incrementarse en Panamá gracias a una sólida inmigración de comerciantes sefarditas provenientes de las Antillas británicas, danesas y holandesas (sobre todo de Jamaica, Saint-Thomas y Curazao).
Se trata de miembros de una élite mercantil salida de España a partir de 1492, que reside en Portugal y Holanda algunas décadas y que viaja a las Antillas no españolas donde multiplica sus nexos comerciales y trata, pese a los obstáculos de la corona hispánica, de vincularse con la tierra firme americana. Unidades de esta élite sefardita, asentada por siglos en el trópico y muy unida por estrategias endogámicas y exogámicas constantes, se avecindan en las ciudades de Colón y Panamá a mediados del siglo XIX estableciendo sucursales en varios países de Centroamérica y, por supuesto, en Colombia y Venezuela. Así comienzan a aparecer en nuestras urbes terminales apellidos como Henríquez, Cardoze, Correa, Brandon (del portugués Brandao), Da Costa, De León, Penso, Del Valle, Fidanque, Jesurún, Lindo, Maduro, Osorio, Pereira, Salas, Robles, Sasso, Toledano, Fonseca, Piza, Belinfante, De Castro, De Lima, De Sola, que figuran entre los fundadores de la congregación KOL SHEARIT ISRAEL (La Voz de Remanente de Israel) en 1876. En Colón (1890) se estableció otra congregación hebrea (la Santa Congregación de Jacob) la cual inauguró la primera sinagoga edificada en Panamá.
Aparte de quienes acabamos de enumerar, no debe olvidarse al mercader Emanuel LYONS, procedente de Jamaica, quien se casó con dama panameña de apellido Orillac, padre de doña Amelia Lyons, cónyuge del doctor Ricardo J. Alfaro, insigne diplomático y ex presidente de la República. Ni tampoco a los MOTTA ni los VALENCIA, entre tantos otros linajes venidos del Caribe.
El aporte hebreo a la independencia de Panamá de 1903 fue crucial. Colaboraron mucho en su gestión los banqueros Piza y Lindo desde Nueva York, los Brandon en Panamá, y en Colón los Toledano y los De León contribuyeron a sobornar las tropas colombianas. No puede soslayarse la intimidad que existió entre los banqueros hebreos franceses Ehrman y el doctor Manuel Amador Guerrero, primer presidente de Panamá, vinculado a esa familia por matrimonio de una de sus descendientes.
De modo que el grupo humano hebreo jugó papel preponderante en Panamá desde la segunda mitad del siglo diecinueve en que logró situarse en la cúspide de la pirámide social, incluso superando a la burguesía criolla.
Muy pronto -ya desde el siglo diecinueve- comienza a fundirse la comunidad hebrea con células familiares panameñas, fenómeno que se redoblará en la vigésima centuria y hasta nuestros días.
A fines del decimonono y en la aurora del siglo veinte, se inicia una segunda oleada de judíos sefarditas procedentes del Marruecos español, Egipto, Turquía e Irán. Mencionemos, entre otros, a los ACRICH, MIZRACHI, CORIAT, ABADI, y BASSÁN. Hacia 1929, se funda en Colón, su Sinagoga AGUDAT AHIM (Hermanos en la Fe). En 1933, se constituye la Sociedad Israelita SHEVET AHIM (Unión de hermanos).
A partir de 1936, comienza el éxodo de otra oleada de judíos procedentes de Europa que practicaban el ritual conservador ashkenazita. Entre algunos de sus miembros se cuentan los GHITTIS, SCHWARTZ, KARDONSKI, STERN, ZELENKA, HOLZER, EISEN, SOKOL, BLASER, FISHMAN. Estos fundaron la Sinagoga Beth-El. En 1955, fúndase el Colegio Alberto Einstein por iniciativa de la congregación Beth-El. Entre sus zapadores se perfilan los maestros Salem y Yehuda Kuzniecky, nacidos en la República Argentina, a quienes conocimos y admiramos como excelentes pedagogos en la década del sesenta. Fallecido el primero, el segundo se agita como un dinámico jurista de nuestra metrópoli.
El primer rabino oficial de la Congregación Beth-El fue el doctor Heszel Klepfisz, ilustre educador e intelectual, de origen polaco, quien llegó a Panamá en 1960.
No habría que olvidar otra importante oleada migratoria de Siria que arriba al Istmo de 1948 a 1955 entre cuyos miembros encontramos a los AZRAK, ATTIE, BETSH, DAYÁN, ESSES, SASSÓN, SILVERA y TARAZI.
Ulteriormente, se han integrado a Panamá nuevas estirpes hebreas de Estados Unidos, Latinoamérica, el Africa y el Asia cálidamente hospedadas en nuestro país.
En conclusión, tanto en el comercio como en la banca, los servicios, las empresas, las finanzas, el desarrollo agrícola, la producción avícola, la industria, las profesiones liberales, la cultural, el arte, la moda, la decoración, las revistas, los periódicos, la asistencia social, la política y la filantropía, el aporte de la comunidad hebrea ha sido crucial y altamente provechoso en el desenvolvimiento de Panamá tanto en el siglo diecinueve como a lo largo del veinte y ahora en el tercer milenio. Por ello, en vísperas de la conmemoración del Centenario de la República, conviene resaltar su generosa contribución al adelanto de Panamá en todos los aspectos.
También, habrá invernaderos en donde se exhiben variedades especiales, pues necesitan mayores cuidados, los cuales siempre han ganado la admiración de los visitantes.
La Feria de las Flores y el Café en Boquete, inicia la temporada de ferias del verano, lo cual da una responsabilidad muy importante a esta celebración, que año tras año, busca mantener el compromiso de ser uno de los atractivos turísticos de mayor relevancia en el país.
Franklin Delgado, presidente del patronato, dijo que estudios indican que este es un evento reconocido internacionalmente, por lo que es importante tratar de conseguir que esta adquiera la designación internacional.
Apuntó que por su belleza y originalidad, la actividad debía ser incluida dentro de paquetes de turismo que permitan promover el evento, pues se ha logrado identificar en las estadísticas de los dos últimos años que más del 30% de las personas que arriban al lugar son extranjeros.
Boquete reúne las características turísticas requeridas para estar dentro de un paquete de promociones internacionales.
La impronta judía en Panamá data de la colonia. El fundador de la ciudad de Panamá, en 1519, Pedro Arias Dávila, descendía de linajes hebreos hispánicos de Segovia. Gracias a investigaciones incoadas por el doctor Alberto Osorio-Osorio, sabemos que hubo sinagogas secretas en Panamá La Vieja y en el interior como también en toda nuestra América durante el coloniaje. Los llamados “portugueses”, residentes en el Panamá colonial, eran con frecuencia judíos sefarditas. Muchos apellidos panameños coloniales son de origen hebreo. El fundador de la ciudad de David -López de Sequeira- provenía de familias israelitas trasladadas a Portugal. En síntesis, existe, desde nuestros orígenes históricos una presencia furtiva de Israel en el Istmo, poco comentada en las crónicas oficiales que circulan. Célebres apellidos como Méndez, Pereira, Robles, Correa, tan comunes en la entraña de Panamá, delatan un origen semita inconfundible. Además, los mercaderes sefarditas de la isla holandesa de Curazao visitaban nuestras playas atlánticas con frecuencia, pese a las prohibiciones hispanas, al igual que recorrían las actuales costas de Colombia donde sus descendientes se establecieron copiosamente a lo largo del siglo diecinueve, en Riohacha, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y alrededores.
Sin embargo, durante el período de la fiebre del oro de California (1849-1869), la impronta hebrea tiende a incrementarse en Panamá gracias a una sólida inmigración de comerciantes sefarditas provenientes de las Antillas británicas, danesas y holandesas (sobre todo de Jamaica, Saint-Thomas y Curazao).
Se trata de miembros de una élite mercantil salida de España a partir de 1492, que reside en Portugal y Holanda algunas décadas y que viaja a las Antillas no españolas donde multiplica sus nexos comerciales y trata, pese a los obstáculos de la corona hispánica, de vincularse con la tierra firme americana. Unidades de esta élite sefardita, asentada por siglos en el trópico y muy unida por estrategias endogámicas y exogámicas constantes, se avecindan en las ciudades de Colón y Panamá a mediados del siglo XIX estableciendo sucursales en varios países de Centroamérica y, por supuesto, en Colombia y Venezuela. Así comienzan a aparecer en nuestras urbes terminales apellidos como Henríquez, Cardoze, Correa, Brandon (del portugués Brandao), Da Costa, De León, Penso, Del Valle, Fidanque, Jesurún, Lindo, Maduro, Osorio, Pereira, Salas, Robles, Sasso, Toledano, Fonseca, Piza, Belinfante, De Castro, De Lima, De Sola, que figuran entre los fundadores de la congregación KOL SHEARIT ISRAEL (La Voz de Remanente de Israel) en 1876. En Colón (1890) se estableció otra congregación hebrea (la Santa Congregación de Jacob) la cual inauguró la primera sinagoga edificada en Panamá.
Aparte de quienes acabamos de enumerar, no debe olvidarse al mercader Emanuel LYONS, procedente de Jamaica, quien se casó con dama panameña de apellido Orillac, padre de doña Amelia Lyons, cónyuge del doctor Ricardo J. Alfaro, insigne diplomático y ex presidente de la República. Ni tampoco a los MOTTA ni los VALENCIA, entre tantos otros linajes venidos del Caribe.
El aporte hebreo a la independencia de Panamá de 1903 fue crucial. Colaboraron mucho en su gestión los banqueros Piza y Lindo desde Nueva York, los Brandon en Panamá, y en Colón los Toledano y los De León contribuyeron a sobornar las tropas colombianas. No puede soslayarse la intimidad que existió entre los banqueros hebreos franceses Ehrman y el doctor Manuel Amador Guerrero, primer presidente de Panamá, vinculado a esa familia por matrimonio de una de sus descendientes.
De modo que el grupo humano hebreo jugó papel preponderante en Panamá desde la segunda mitad del siglo diecinueve en que logró situarse en la cúspide de la pirámide social, incluso superando a la burguesía criolla.
Muy pronto -ya desde el siglo diecinueve- comienza a fundirse la comunidad hebrea con células familiares panameñas, fenómeno que se redoblará en la vigésima centuria y hasta nuestros días.
A fines del decimonono y en la aurora del siglo veinte, se inicia una segunda oleada de judíos sefarditas procedentes del Marruecos español, Egipto, Turquía e Irán. Mencionemos, entre otros, a los ACRICH, MIZRACHI, CORIAT, ABADI, y BASSÁN. Hacia 1929, se funda en Colón, su Sinagoga AGUDAT AHIM (Hermanos en la Fe). En 1933, se constituye la Sociedad Israelita SHEVET AHIM (Unión de hermanos).
A partir de 1936, comienza el éxodo de otra oleada de judíos procedentes de Europa que practicaban el ritual conservador ashkenazita. Entre algunos de sus miembros se cuentan los GHITTIS, SCHWARTZ, KARDONSKI, STERN, ZELENKA, HOLZER, EISEN, SOKOL, BLASER, FISHMAN. Estos fundaron la Sinagoga Beth-El. En 1955, fúndase el Colegio Alberto Einstein por iniciativa de la congregación Beth-El. Entre sus zapadores se perfilan los maestros Salem y Yehuda Kuzniecky, nacidos en la República Argentina, a quienes conocimos y admiramos como excelentes pedagogos en la década del sesenta. Fallecido el primero, el segundo se agita como un dinámico jurista de nuestra metrópoli.
El primer rabino oficial de la Congregación Beth-El fue el doctor Heszel Klepfisz, ilustre educador e intelectual, de origen polaco, quien llegó a Panamá en 1960.
No habría que olvidar otra importante oleada migratoria de Siria que arriba al Istmo de 1948 a 1955 entre cuyos miembros encontramos a los AZRAK, ATTIE, BETSH, DAYÁN, ESSES, SASSÓN, SILVERA y TARAZI.
Ulteriormente, se han integrado a Panamá nuevas estirpes hebreas de Estados Unidos, Latinoamérica, el Africa y el Asia cálidamente hospedadas en nuestro país.
En conclusión, tanto en el comercio como en la banca, los servicios, las empresas, las finanzas, el desarrollo agrícola, la producción avícola, la industria, las profesiones liberales, la cultural, el arte, la moda, la decoración, las revistas, los periódicos, la asistencia social, la política y la filantropía, el aporte de la comunidad hebrea ha sido crucial y altamente provechoso en el desenvolvimiento de Panamá tanto en el siglo diecinueve como a lo largo del veinte y ahora en el tercer milenio. Por ello, en vísperas de la conmemoración del Centenario de la República, conviene resaltar su generosa contribución al adelanto de Panamá en todos los aspectos.
También, habrá invernaderos en donde se exhiben variedades especiales, pues necesitan mayores cuidados, los cuales siempre han ganado la admiración de los visitantes.
La Feria de las Flores y el Café en Boquete, inicia la temporada de ferias del verano, lo cual da una responsabilidad muy importante a esta celebración, que año tras año, busca mantener el compromiso de ser uno de los atractivos turísticos de mayor relevancia en el país.
Franklin Delgado, presidente del patronato, dijo que estudios indican que este es un evento reconocido internacionalmente, por lo que es importante tratar de conseguir que esta adquiera la designación internacional.
Apuntó que por su belleza y originalidad, la actividad debía ser incluida dentro de paquetes de turismo que permitan promover el evento, pues se ha logrado identificar en las estadísticas de los dos últimos años que más del 30% de las personas que arriban al lugar son extranjeros.
Boquete reúne las características turísticas requeridas para estar dentro de un paquete de promociones internacionales.
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