'Once Upon a Time... in Hollywood', un filme desbordante
'Once Upon a time... in Hollywood', es otro cierre perfecto para otra gran obra del director norteamericano, Quentin Tarantino.
- Nicolás Kusmin
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- @nicolaskusmin
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- @PanamaAmerica
- - Publicado: 31/8/2019 - 12:00 am
Cinéfilo, con legiones de fanáticos en todo el mundo, más reconocido como autor que director especialmente taquillero, Quentin Tarantino, logró con un presupuesto de 100 millones de dólares, realizar un filme desbordante en todos los sentidos y lleno de grandes figuras: especialmente Leonardo Di Caprio y Brad Pitt, junto a Margott Robbie.
Además, suma a muchos de los actores fetiches de su cine que pululan por las casi tres horas del metraje, sí, porque Tarantino aún filma en celuloide, otro gran homenaje a su Hollywood soñado.
En su noveno filme oficial, el director de culto se centra en la historia de Rick Dalton, un actor inicialmente de Westerns y series en TV -siempre realizando el papel de malvado- y algunas apariciones en cine en películas menores, que trata desesperadamente de seguir su carrera en Hollywood en pleno 1969. Un año fatídico en Estados Unidos (los asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King habían ocurrido el año anterior), plena guerra de Vietnam, movimiento hippie y el Clan Mason, aquí una historia tangencial en la trama, ya que Sharon Tate (Margott Robbie) flamante pareja de Roman Polanski, son vecinos de Dalton en la colina de Cielo Drive.
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Sin embargo, como en todos los filmes profundos, lo que parece ser una historia, en realidad es solo una capa de un cúmulo donde la relación entre Rick (Di Caprio) y Cliff (Brad Pitt), su doble de riesgo en las escenas, pero también su "chaperón", su chófer y casi su "amo de casa", es central.
Tarantino, logra explorar el tema del "doble", tan tratado en la literatura como en el cine. ¿Quién es el principal y quién el reemplazo? ¿Hacia dónde van las vidas de cada uno?. Por esta razón, que a medida que avanza el metraje el personaje de Cliff irá tomando vuelo.
En medio de toda esta trama, se suma la "cocina" de los estudios de Hollywood, la propia vida de Sharon Tate, la música y los carteles de neón deslumbran a la ciudad de los sueños y a los propios espectadores. La recreación de época es impecable, desde la banda sonora, a los autos y los lugares de recreación junto a toda la atmósfera del lugar.
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Puede ser que ciertos pasajes sean un regodeo en citas cinéfilas, ajenas como propias (el fetichismo de Tarantino con los pies, que igualan a todos) y puedan ir en desmedro de cierta cohesión en la trama, aunque su creador nunca se ha caracterizado por ser continuador de tramas, podrían argumentar sus seguidores, ha sido en realidad más un rupturista en ese aspecto.
Quentin Tarantino juega con la memoria emotiva del espectador, -no sólo el cinéfilo, que tendrá a su vez su propio festín- y reserva para el clímax del filme su propia reescritura de la historia.
Ya lo había realizado en "Bastardos sin Gloria", porqué no es si no el cine, como muchas de las artes, una ficción que puede o no remitir a ciertos elementos de la realidad, ya que las películas -y "Erase una vez en...Hollywood" lo remarca– pueden construir otros caminos por sobre la real historia colectiva.
Otro cierre perfecto para otra gran obra de este genial director norteamericano.
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