¡Ojo con los excesos!
Llegó Navidad y todos quieren festejar en grande, pero hay un refrán que reza así: 'Por la boca muere el pez'. No le falta razón. Atiborrarse de alimentos no es lo mismo que disfrutar de alimentarse.
- Rosalina Orocú Mojica
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- @PanamaAmerica
- - Publicado: 19/12/2018 - 12:00 am
Llegó la Navidad. Tiempo de euforia y de dar rienda suelta a los placeres. Millones de personas están en modo placer. Entiéndase comer y beber, pero no poner un límite pasa la factura.
He aquí que en los hospitales, entonces, es común que lleguen personas con problemas del corazón, hiperglicemia, afecciones del estómago, el esófago y con infecciones producto de ese desenfreno.
Igualmente, están los que son víctimas del descuido a la hora de adquirir alimentos de libre expendio en fondas y puestos de comida. Descuido porque no se fijaron si los que los venden y preparan cumplen con las reglas del Ministerio de Salud. En fin.
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Y ¡qué decir de las mezclas que son una bomba para el indefenso sistema digestivo! Si pudiera hablar, qué no diría. "Habla". Lo que es más, grita. Tanto que ya dirán más de cuatro "me estoy muriendo".
Con todo lo que experimentan después de la Nochebuena y la despedida del año viejo y el recibimiento del nuevo año, no es de sorprenderse que se sientan como si un tren (con todo y pasajeros) les hubiera pasado (una y mil veces) por encima.
Experiencias
Veamos lo que dicen los especialistas y un par de testimonios de afectados por esos atracones.'
Come despacio, conversa, disfruta de la compañía y del sabor de cada alimento y de estos cominados.
Que los temas de sobremesa sean agradables también ayuda a la digestión y a que todos pasen momentos agradables compartiendo.
No hagas combinaciones de bebidas alcohólicas. Y si tomas medicamentos, evita beber. También si vas a conducir, para que la celebración no termine en lamentación.
Por ejemplo, Antonio Mancilla Rodríguez dice que sentía como fuego en el estómago a media mañana de un 25 de diciembre.
"Tengo que admitir que exageré. Mi mujer tiene la culpa. Es que tiene una mano para la cocina...", comenta. Mientras, Elisa completa: "Comió cerdo, como un cerdo. También le dio mate al pavo. No perdonó los tamales. La ensalada, ni se diga. Y taquitos. Y se fue donde los vecinos y allá también volvió a comer de lo que le ofrecieron. Y adonde su mamá. ¿Y el alcohol? Parecía barril sin fondo. Él no sabe parar. Traga y traga".
Pero, ¿quién tiene la culpa? ¿Él o ella? es la pregunta. Él no es un niño y sabe lo que le hace mal a su organismo. Entonces, "sarna con gusto no pica y si pica, no mortifica".
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad alertan sobre el abuso de mariscos, carnes, embutidos, dulces y alcohol.
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La Clínica Mayo aconseja que los padres den el ejemplo, máxime en esta época en que se tiende a comer alimentos ricos en calorías: "tamales, queques, bebidas azucaradas".
Alimentos cargados en azúcar y grasa deben comerse con moderación, enfatiza y recomienda reemplazar las bebidas azucaradas por jugos naturales frescos.
Otra idea es elaborar postres caseros con poca azúcar y poca grasa. Controle el alcohol que tome, ya que aporta calorías vacías.
Es su parecer que si van a comer un plato graso, debe estar acompañado por otros ligeros, deben abundar las frutas tropicales, evitar aderezos grasosos.
"Sustituye las salsas industriales por salsas caseras a base de hortalizas, hierbas aromáticas, jugo de limón, yogur desnatado y vinagretas", dicen.
Por su parte, Elizabeth Martínez, quien estudia Nutrición, señala que la forma en que preparan los alimentos también te ayuda o perjudica. Recomienda hacerlos al vapor, el pollo asado en vez de frito o guisado, agregarle especies en vez de sal...Tú decides, disfruta y come sano o tira la casa y tu salud por la ventana.
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