Lucha contra el olvido
Los miembros de la comunidad guna luchan para que sus tradiciones no mueran entre aquellos que nacen en la ciudad.
- Lissette Zorrilla C.
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- - Actualizado: 25/6/2018 - 11:42 am
Al ritmo de danzas tradicionales gunas, jóvenes de distintas edades se reúnen en La Siesta, de Tocumen, buscando resaltar las tradiciones de su cultura a través de los bailes que crearon sus ancestros. Esto, sin importarles las miradas de los transeúntes y el ruido propio de este lugar ubicado, en Panamá Este.
Al igual que ellos, en distintos puntos de la ciudad capital, otros jóvenes luchan porque esa parte de su identidad no sea olvidada.
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Bigdidili López, de 34 años, conoce bien los desafíos de crecer en la capital siendo guna. Uno de los más grandes que le tocó enfrentar fue tener un nombre propio de esta cultura, pues las burlas de los niños al no saber pronunciar su nombre le hicieron pensar en cambiarlo cuando cumpliera la mayoría de edad.
"Cuando fui leyendo, nutriéndome poco a poco acerca de todas las historias, de los derechos humanos de los pueblos indígenas y sobre todo con los nombres, yo dije, pero ¿por qué me lo voy a cambiar si mi nombre es autóctono?, no todos tienen un significado, el mío sí", dice Bigdidili, cuyo nombre hace referencia a la madre Tierra.
Hoy, ella busca transmitir ese amor por las costumbres gunas a sus hijos, contándoles las historias de la revolución guna y mostrándoles su gastronomía.
"Mis hijas comen su dulemasi (hecho a base de coco, guineos sancochados y pescado), moe (sopa de zapallo) y la bebida madum (chicha de plátano maduro), ellas se lo toman sin ningún problema porque esto viene siendo una herencia de madre a hija", cuenta.
Tradición en riesgo
El profesor Naypiler Hackin explica que aunque los gunas son muy orgullosos de sus tradiciones, se está dando un fenómeno en los jóvenes menores de 20 años.
"Como ellos nacieron aquí en la ciudad, se han alejado forzosamente del entorno cultural, por lo que se ven absorbidos por el ambiente que los rodea".
Esto lleva a muchos a desconocer su idioma. "Aunque en la casa los padres les hablen en guna, ellos más pasan con sus amiguitos de la barriada que no lo hablan", dice.
Hackin indica que incluso algunos sienten que no son de Guna Yala, contrario a los que tienen más edad. "Los mayores de 30, aunque hayan nacido en la ciudad, aún se sienten parte de la comarca".
El profesor lamenta que el Congreso Guna no tenga programas de inserción cultural para los jóvenes que nacen en la ciudad, sino que estos vayan dirigidos únicamente a aquellos que viven en Guna Yala.
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Anelio Merry, miembro del Congreso General Guna, corrobora que en el Congreso de la Cultura Guna no hay muchas iniciativas para las nuevas generaciones que viven en la provincia de Panamá. Una de las razones son las limitaciones económicas.
Es por esto por lo que este año el congreso creó el Instituto de Patrimonio Cultural Guna, buscando llegar a la población residente de la capital y así retomar algunas actividades que en un principio se hacían, aunque de forma pequeña.
Esta oenegé aún está en proceso de formación y se está designando a sus miembros.
Iniciativas
Naypiler Hackin destaca que hay muchas organizaciones que practican danza guna, entre otras actividades. Una de estas es la fundación creada por Hackin, llamada Trabajando por un Futuro Mejor, donde hace un rescate cultural por medio de la educación formal y con el reconocimiento del Ministerio de Educación.
Allí les dan clases a los niños de los primeros grados en el idioma guna, además de que se les habla de la historia de su pueblo.
Otra de las iniciativas independientes que se han creado para rescatar las costumbres gunas es el Festival Dule, creado inicialmente para resaltar las tradiciones gunas, pero que con el tiempo se han dedicado a proyectar el arte de todas las comunidades indígenas del país.
"Nos dimos cuenta de que había una gran necesidad de que los nacidos aquí en Panamá se inyectaran de cultura indígena, porque esas son sus raíces", cuenta Giovanny Barrantes director de dicho festival.
Pensando en esto reclutaron a una buena cantidad de jóvenes y entonces con el festival de arte se dieron cuenta de que había algo que se estaban perdiendo, añade.
Desde el primer festival, más jóvenes se fueron sumando y muchos empezaron a formar parte de grupos de danza, otros se dieron la tarea de aprender su idioma, siendo conscientes de que sin importar donde nazcan, siguen siendo hijos de su comarca.
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