Las molas y las mujeres kunas
Publicado 2002/07/14 23:00:00
- Guaynabo, Puerto Rico
Al escuchar la palabra mola, viene a nuestra mente las imágenes de indias kunas ataviadas con hermosos y llamativos diseños y colores. De acuerdo con el antropólogo Michel Perrin, la confección y uso de las molas no tiene relación con el saber religioso, simbólico y cosmogónico de los hombres cunas.
Sin embargo, asegura, el arte oral de los hombres se refleja en el arte pictórico de las mujeres, y viceversa. El dualismo, las metamorfosis, la polisemia, la simetría, los laberintos y los seres míticos son representaciones del mundo que comparten, consciente o inconcientemente, hombres y mujeres.
En la cultura kuna las mujeres son las artistas de la pintura sobre tela y las molas, mientras que los hombres son los artistas de la palabra: ellos cantan y cuentan vívidas historias. Las mujeres cosen y los hombres buscan símbolos a las molas.
Perrin hace años quedó enamorado de las molas. Ha realizado 12 exposiciones grandes de molas, por medio de las cuales los franceses han descubierto lo que él llama "la fuerza del arte de las mujeres kunas".
A pesar de la riqueza de esta expresión artística, en nuestro país no hay una colección o memoria del arte de la confección de las molas. Perrin recomienda a las autoridades subsanar esta falla.
La mola es un arte de reacción. Cuando los indígenas al empezar a vestirse a la manera occidental decidieron "pervertir" ese vestuario aplicándole molas.
Un viajero del siglo XVII de apellido Waffer, vivió entre los indios kunas de 4 a 5 meses al ser herido, escribió que las mujeres pintaban sus cuerpos y los de sus niños con colores extraídos de plantas; usaban los colores rojo, amarillo y negro.
Como antropólogo, Perrin, ve dentro de otra cultura la suya propia y hace comparaciones.
Según su experiencia, los más interesados en las molas exhibidas en sus exposiciones fueron los artistas franceses. Ellos se sorprendieron por la manera de ser de los indios kunas; mientras que en el Occidente todos se empeñan en las individualidades y en tener su propio estilo, las indígenas copian molas de otras mujeres en papel y conviven juntos en casas y en comunidades.
Al tiempo de que el arte contemporáneo se libera del simbolismo, las mujeres kunas cosen molas representativas de la rutina diaria. Por ejemplo: aves, perros y hojas. Todo para hacer más comercial y atractivo su producto para los "wagas" o extranjeros.
Se realizó un estudio que demostró que el comercio de las molas comenzó en los años cuarenta. Al principio eran los extranjeros que las compraban por nada a los indígenas, para luego venderla por astronómicas cantidades a los extranjeros. Posteriormente, los mismos indios comercializaban con sus iguales.
Hoy día las mujeres están organizadas en cooperativas y han unificado los precios en los que venden las molas.
Muchos especulan que como las molas no son las mismas que tiempo atrás, este arte va rumbo a la extinción. En Tugualá, un área cerca de Colombia, las indígenas trabajan la tierra y no tiene tanto tiempo como las otras para coserlas a mano, por lo que cosen sus molas en máquinas de coser para seguir su tradición y cultura. Este tipo de molas no son apreciadas por los turistas, quienes prefieren las cosidas a mano.
La tendencia actual es confeccionar molas más finas, con menos aplicaciones y bordados arriba. También las hay basadas en la naturaleza.
Las indígenas se defienden diciendo que una cosa son las molas para los turistas y otra, la que ellas usan. En ellas ponen todo su amor y dedicación por lo que valdría un precio que los "wagas" no estarían dispuestos a pagar.
Perrin aclara la polémica con esta frase: "Mientras las mujeres se vistan con molas, el arte no está perdido".
Sin embargo, asegura, el arte oral de los hombres se refleja en el arte pictórico de las mujeres, y viceversa. El dualismo, las metamorfosis, la polisemia, la simetría, los laberintos y los seres míticos son representaciones del mundo que comparten, consciente o inconcientemente, hombres y mujeres.
En la cultura kuna las mujeres son las artistas de la pintura sobre tela y las molas, mientras que los hombres son los artistas de la palabra: ellos cantan y cuentan vívidas historias. Las mujeres cosen y los hombres buscan símbolos a las molas.
Perrin hace años quedó enamorado de las molas. Ha realizado 12 exposiciones grandes de molas, por medio de las cuales los franceses han descubierto lo que él llama "la fuerza del arte de las mujeres kunas".
A pesar de la riqueza de esta expresión artística, en nuestro país no hay una colección o memoria del arte de la confección de las molas. Perrin recomienda a las autoridades subsanar esta falla.
La mola es un arte de reacción. Cuando los indígenas al empezar a vestirse a la manera occidental decidieron "pervertir" ese vestuario aplicándole molas.
Un viajero del siglo XVII de apellido Waffer, vivió entre los indios kunas de 4 a 5 meses al ser herido, escribió que las mujeres pintaban sus cuerpos y los de sus niños con colores extraídos de plantas; usaban los colores rojo, amarillo y negro.
Como antropólogo, Perrin, ve dentro de otra cultura la suya propia y hace comparaciones.
Según su experiencia, los más interesados en las molas exhibidas en sus exposiciones fueron los artistas franceses. Ellos se sorprendieron por la manera de ser de los indios kunas; mientras que en el Occidente todos se empeñan en las individualidades y en tener su propio estilo, las indígenas copian molas de otras mujeres en papel y conviven juntos en casas y en comunidades.
Al tiempo de que el arte contemporáneo se libera del simbolismo, las mujeres kunas cosen molas representativas de la rutina diaria. Por ejemplo: aves, perros y hojas. Todo para hacer más comercial y atractivo su producto para los "wagas" o extranjeros.
Se realizó un estudio que demostró que el comercio de las molas comenzó en los años cuarenta. Al principio eran los extranjeros que las compraban por nada a los indígenas, para luego venderla por astronómicas cantidades a los extranjeros. Posteriormente, los mismos indios comercializaban con sus iguales.
Hoy día las mujeres están organizadas en cooperativas y han unificado los precios en los que venden las molas.
Muchos especulan que como las molas no son las mismas que tiempo atrás, este arte va rumbo a la extinción. En Tugualá, un área cerca de Colombia, las indígenas trabajan la tierra y no tiene tanto tiempo como las otras para coserlas a mano, por lo que cosen sus molas en máquinas de coser para seguir su tradición y cultura. Este tipo de molas no son apreciadas por los turistas, quienes prefieren las cosidas a mano.
La tendencia actual es confeccionar molas más finas, con menos aplicaciones y bordados arriba. También las hay basadas en la naturaleza.
Las indígenas se defienden diciendo que una cosa son las molas para los turistas y otra, la que ellas usan. En ellas ponen todo su amor y dedicación por lo que valdría un precio que los "wagas" no estarían dispuestos a pagar.
Perrin aclara la polémica con esta frase: "Mientras las mujeres se vistan con molas, el arte no está perdido".
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