La Generación Barroca de 1638
- REDACCION
- - Publicado: 08/7/2003 - 11:00 pm
En la literatura panameña los primeros documentos poéticos son composiciones anónimas relacionadas con hechos protagonizados por españoles que participaron en la conquista del Istmo, por lo que es de suponer que sus autores son españoles. Y también son españoles los poetas que escribieron dos poemas épicos que narran sucesos históricos ocurridos en el Istmo, en el que participan indios y negros istmeños, y abundan descripciones de sitios y paisajes de Panamá: Armas Antárticas, escrito hacia 1614 por Juan de Miramontes y Zuázola; y Alteraciones del Dariel, escrito hacia 1697 por Juan Francisco de Páramo y Ceped. Estas epopeyas son para Panamá lo que es para Chile La Araucana, del español Alonso de Ercilla.
Pero con motivo de la muerte del Gobernador de Panamá, Enrique Enríquez, en 1638, se dieron a conocer seis poetas nacidos en Panamá que junto a ocho españoles participaron en un homenaje lírico que se organizó para honrar la memoria del Gobernador. Estos poetas fueron los primeros panameños que fueron registrados como tales en la obra que recogió las composiciones del homenaje fúnebre bajo el título de Discurso que hizo el Reino de Panamá y Provincia de Veraguas de la Vida y Acciones de Don Enrique Enríquez, su Gobernador y Capitán General, y del Hábito de Santiago: En el llanto que hicieron a su muerte el año de mil seiscientos treinta y ocho. Los poetas panameños que participan en esta antología, que hoy se le conoce como Llanto de Panamá, son: Mateo de Ribera, el mejor poeta del grupo y fue quien se encargó de la recopilación, Diego Fernández de Madrid, Bartolomé de Avia Gutiérrez, Francisco de Figueroa, Francisco de la Cueva, Diego Fernández de Madrid y Ginés de Bustamante.
Este grupo de poetas panameños, a quien Antonio Serrano de Haro bautizó la Generación Barroca de 1638, es como una isla distante y solitaria de la época colonial, pero de gran importancia para la literatura panameña, pues las composiciones poéticas de estos autores son los testimonios más antiguos de la poesía panameña.
Avia Gutiérrez, Bartolomé: No se conoce su fecha de nacimiento y muerte. Todo indica que nació en Panamá y contribuyó a Llanto de Panamá con las composiciones XV y XXX.
Bustamante, Gines De: No se conoce su fecha de nacimiento y muerte. Nació en Panamá y siguió la carrera eclesiástica. Estudió en la Universidad de Lima, Perú, en el Colegio Mayor de San Felipe y San Marco, y regresó Panamá en 1628. Su aporte a Llanto de Panamá con la composición XXIV.
De la Cueva, Francisco: No se conoce la fecha de su nacimiento y muerte. Nació en Panamá y contribuye a Llanto de Panamá con la décima XXIII.
Fernández de Madrid, Diego: No se conoce la fecha de su nacimiento y muerte. Fue militar y contribuye con el soneto V a Llanto de Panamá.
Ribera, Mateo: Nació en 1604, pero se desconoce el año de su muerte. Nació en Panamá y estudió letras humanas en el Colegio de la Compañía de Jesús, de Panamá. Se le encargó de la recopilación de los poemas del homenaje lírico con motivo de la muerte del Gobernador Enrique Enríquez, en 1638. Aporta a Llanto de Panamá, Relación o discurso biográfico; Canción I; el Soneto VII; La Lira XVII; la Décima XXII y la Glosa XVII.
MIRO, RODRIGO, La literatura panameña. Origen y proceso, 1996.
SERRANO DE HARO, Antonio. Llanto de Panamá, 1984.
MARTINEZ, Aristides: GARCIA DE PAREDES, Franz, SEGURA, Ricardo.
Diccionario de la literatura panameña, 2003
Mateo de Ribera
Detén el golpe fiero,
verdugo de la vida más lozana,
que tuvo caballero,
oyeme, sí, atrevida cortesana,
antes que, de tu embargo,
goce lo ansioso del postrer amargo:
¿Cuándo en palestra ilustre
literarios honores merecía,
dando su ingenio ilustre
a la salmanticense bizarría,
no le ocupó el desmayo
de la funesta herida de tu rayo?
¿Ni entre el vapor condenso,
que exhalaron salitre y plomo ardiente,
adonde el aire denso
rayo admiró su espada refulgente,
y vio Flone, en sus llanos,
dos ministros de fuego en sus dos manos?
¿Ni en el asalto fuerte,
que a Vergas le frustró el orgullo fiero;
aunque le cupo en suerte
ser yedra al muro y penetrar ligero
sin temor de lo alto,
lo que hay del muro al foso con un salto?
¿Ni cuándo al mar undoso
en breve midió tabla y, turbulento,
intentó, proceloso,
instigado de Bóreas tremulento,
pasase, en sólo un copo,
lo que hay desde Bahama hasta el Canopo?
¿Ni cuándo en Puerto Rico,
o en su Morro, halló su desempeño,
pues le dejó tan rico
que le aclamaron su bizarro dueño,
desde el menor soldado
hasta el vecino de mejor estado?
¿Pues, cómo, dí, hiciste
menos dichosa a Panamá, pues vido
en su lamento triste,
que el corazón, ingrata, le has herido;
pues hiciste, atrevida,
en medio de sus alas tu herida?
Ostenten los clamores
lo justo de su pena y de su llano;
no alivien sus dolores
himno fatal, ni lamentable canto,
pues llevas, homicida,
tras una vida sola tanta vida.
Francisco de Figueroa
No publiques, sagaz, el vencimiento,
publica, sí, la fama de atrevida,
pues, pensando vencer, quedas vencida,
hiriendo con tu golpe sólo el viento.
¡Qué burlado se halló tu pensamiento,
pues diste eterna por humana vida!
Y pues vencida estás, bien es publique
fama inmortal de nuestro Don Enrique.
Ginés de Bustamante
Yaces, oh héroe claro,
de los más claros héroes,
que vio la edad pasada,
que goza la presente.
Yaces, y quien te mira
a tal color se mueve:
deshechas las reliquias
de tus cenizas leves.
Depositado yaces,
que tus virtudes pueden
acreditar mil siglos,
pues ya mil siglos vencen.
No quiere Dios se olvide
guerrero tan valiente,
que ciego estuvo al mundo,
a fuerza de vaivenes.
Diego Fernández de Madrid
Urna dichosa, ostenta tu grandeza,
pues te ocupa un varón tan justo y sabio,
que de su imperio nadie siente agravio,
y todos le aclamaron su cabeza.
A virtud tan maciza, la vileza
no tiene para qué mover el labio,
porque muestra muy bien el desagravio,
en tanto superior tanta limpieza.
Y aunque cubra su luz tu opaco velo,
temporal caja, de cristal más puro
tu dicha en todo el orbe se publique.
Pues así como el alma sirve el Cielo,
encerrado el cadáver en tu muro,
en reliquias ofreces nuestro Enrique.
Pero con motivo de la muerte del Gobernador de Panamá, Enrique Enríquez, en 1638, se dieron a conocer seis poetas nacidos en Panamá que junto a ocho españoles participaron en un homenaje lírico que se organizó para honrar la memoria del Gobernador. Estos poetas fueron los primeros panameños que fueron registrados como tales en la obra que recogió las composiciones del homenaje fúnebre bajo el título de Discurso que hizo el Reino de Panamá y Provincia de Veraguas de la Vida y Acciones de Don Enrique Enríquez, su Gobernador y Capitán General, y del Hábito de Santiago: En el llanto que hicieron a su muerte el año de mil seiscientos treinta y ocho. Los poetas panameños que participan en esta antología, que hoy se le conoce como Llanto de Panamá, son: Mateo de Ribera, el mejor poeta del grupo y fue quien se encargó de la recopilación, Diego Fernández de Madrid, Bartolomé de Avia Gutiérrez, Francisco de Figueroa, Francisco de la Cueva, Diego Fernández de Madrid y Ginés de Bustamante.
Este grupo de poetas panameños, a quien Antonio Serrano de Haro bautizó la Generación Barroca de 1638, es como una isla distante y solitaria de la época colonial, pero de gran importancia para la literatura panameña, pues las composiciones poéticas de estos autores son los testimonios más antiguos de la poesía panameña.
Avia Gutiérrez, Bartolomé: No se conoce su fecha de nacimiento y muerte. Todo indica que nació en Panamá y contribuyó a Llanto de Panamá con las composiciones XV y XXX.
Bustamante, Gines De: No se conoce su fecha de nacimiento y muerte. Nació en Panamá y siguió la carrera eclesiástica. Estudió en la Universidad de Lima, Perú, en el Colegio Mayor de San Felipe y San Marco, y regresó Panamá en 1628. Su aporte a Llanto de Panamá con la composición XXIV.
De la Cueva, Francisco: No se conoce la fecha de su nacimiento y muerte. Nació en Panamá y contribuye a Llanto de Panamá con la décima XXIII.
Fernández de Madrid, Diego: No se conoce la fecha de su nacimiento y muerte. Fue militar y contribuye con el soneto V a Llanto de Panamá.
Ribera, Mateo: Nació en 1604, pero se desconoce el año de su muerte. Nació en Panamá y estudió letras humanas en el Colegio de la Compañía de Jesús, de Panamá. Se le encargó de la recopilación de los poemas del homenaje lírico con motivo de la muerte del Gobernador Enrique Enríquez, en 1638. Aporta a Llanto de Panamá, Relación o discurso biográfico; Canción I; el Soneto VII; La Lira XVII; la Décima XXII y la Glosa XVII.
MIRO, RODRIGO, La literatura panameña. Origen y proceso, 1996.
SERRANO DE HARO, Antonio. Llanto de Panamá, 1984.
MARTINEZ, Aristides: GARCIA DE PAREDES, Franz, SEGURA, Ricardo.
Diccionario de la literatura panameña, 2003
Mateo de Ribera
Detén el golpe fiero,
verdugo de la vida más lozana,
que tuvo caballero,
oyeme, sí, atrevida cortesana,
antes que, de tu embargo,
goce lo ansioso del postrer amargo:
¿Cuándo en palestra ilustre
literarios honores merecía,
dando su ingenio ilustre
a la salmanticense bizarría,
no le ocupó el desmayo
de la funesta herida de tu rayo?
¿Ni entre el vapor condenso,
que exhalaron salitre y plomo ardiente,
adonde el aire denso
rayo admiró su espada refulgente,
y vio Flone, en sus llanos,
dos ministros de fuego en sus dos manos?
¿Ni en el asalto fuerte,
que a Vergas le frustró el orgullo fiero;
aunque le cupo en suerte
ser yedra al muro y penetrar ligero
sin temor de lo alto,
lo que hay del muro al foso con un salto?
¿Ni cuándo al mar undoso
en breve midió tabla y, turbulento,
intentó, proceloso,
instigado de Bóreas tremulento,
pasase, en sólo un copo,
lo que hay desde Bahama hasta el Canopo?
¿Ni cuándo en Puerto Rico,
o en su Morro, halló su desempeño,
pues le dejó tan rico
que le aclamaron su bizarro dueño,
desde el menor soldado
hasta el vecino de mejor estado?
¿Pues, cómo, dí, hiciste
menos dichosa a Panamá, pues vido
en su lamento triste,
que el corazón, ingrata, le has herido;
pues hiciste, atrevida,
en medio de sus alas tu herida?
Ostenten los clamores
lo justo de su pena y de su llano;
no alivien sus dolores
himno fatal, ni lamentable canto,
pues llevas, homicida,
tras una vida sola tanta vida.
Francisco de Figueroa
No publiques, sagaz, el vencimiento,
publica, sí, la fama de atrevida,
pues, pensando vencer, quedas vencida,
hiriendo con tu golpe sólo el viento.
¡Qué burlado se halló tu pensamiento,
pues diste eterna por humana vida!
Y pues vencida estás, bien es publique
fama inmortal de nuestro Don Enrique.
Ginés de Bustamante
Yaces, oh héroe claro,
de los más claros héroes,
que vio la edad pasada,
que goza la presente.
Yaces, y quien te mira
a tal color se mueve:
deshechas las reliquias
de tus cenizas leves.
Depositado yaces,
que tus virtudes pueden
acreditar mil siglos,
pues ya mil siglos vencen.
No quiere Dios se olvide
guerrero tan valiente,
que ciego estuvo al mundo,
a fuerza de vaivenes.
Diego Fernández de Madrid
Urna dichosa, ostenta tu grandeza,
pues te ocupa un varón tan justo y sabio,
que de su imperio nadie siente agravio,
y todos le aclamaron su cabeza.
A virtud tan maciza, la vileza
no tiene para qué mover el labio,
porque muestra muy bien el desagravio,
en tanto superior tanta limpieza.
Y aunque cubra su luz tu opaco velo,
temporal caja, de cristal más puro
tu dicha en todo el orbe se publique.
Pues así como el alma sirve el Cielo,
encerrado el cadáver en tu muro,
en reliquias ofreces nuestro Enrique.
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