El perro caliente
- Nicole Puello (nicolepuello@gmail.com)
Casi todas las regiones y cocinas tienen dentro de sus platos algún tipo de chorizo o salchicha que preparan con su toque e ingredientes particulares. Yo amo los embutidos en todas sus formas, especialmente los chorizos y salchichas europeas, dentro de un buen pan y con los aderezos adecuados son gloria para el paladar, y este amor se asocia con recuerdos de mi niñez.
Por ejemplo, de pequeña estaba la clásica parada camino al interior en el restaurante el Pampero para comer choripanes bañados con esa deliciosa salsa de ajo, que es insignia del lugar. De igual manera, recuerdo a mi abuelo (que era gran amante de la cerveza y salchichas alemanas) y cómo esperaba con ansias todos los años la Fiesta alrededor del mundo, que se lleva a cabo en Atlapa, para ir a disfrutar de una buena bratswurst acompañada de una refrescante cerveza alemana.
No existía manera de alejarlo de esa esquina y creo que de allí es de donde viene mi gusto hacia esta comida.
Cuando viví en Vancouver mi mundo y perspectiva sobre los hot dogs se amplió enormemente y descubrí como este platillo puede ser de gran calidad y sabor si se utiliza la materia prima correcta. Frente a mi escuela, todos los mediodías se paraba un señor con un carrito a venderlos. Al verlo de lejos parecía muy similar a cualquier otro carrito de los que hay en muchas esquinas de Panamá.
Todas las similitudes terminaban en ese punto, ya que al acercarte y observar el menú notabas inmediatamente que esto era algo distinto, él contaba con una variedad de alrededor de 10 a 12 salchichas europeas, con diferentes especias, carnes y sabores. Alemanas, italianas, polacas, portuguesas, ahumadas, de res, de cerdo, en fin. Lo suficientemente deliciosas para comer incluso solas, sin necesidad del pan; luego de que escogías tu embutido de preferencia entonces había un sinfín de opciones de aderezos para colocarle, diferentes tipos de mostazas, cebollas acarameladas o más agridulces como en una especie de ketchup, pepinillos, sauerkraut, etc. En ese momento mi apreciación y entendimiento de lo que podía ser un buen hot dog cambiaron para siempre.
Algunos meses más tarde descubrí también en Vancouver el japa dog, un carrito que estaba innovando mucho antes de que los food trucks se volviesen el último grito de la moda, en este carrito vendían de igual forma diferentes tipos de salchichas, pero esta vez con aderezos mezclados y que se inclinaban más hacia el lado asiático; mayonesa de wasabi, tiras de algas, schiraza, etc. Incluso en Panamá hemos experimentado de cierta manera esta tendencia, ya que cuando tuvimos hace unos años una oleada de inmigrantes de Colombia, nuestra manera de comer estas delicias cambió radicalmente, del típico repollo y cebolla, pasamos a toppings como la mermelada de piña y las papitas trituradas, entre otros.
Ni hablar de Estados Unidos, donde existe toda una devoción hacia este plato, incluso se dan debates a nivel nacional sobre los aderezos correctos que deben colocarse encima y la manera en que debe cocinarse la salchicha. Cada estado y ciudad tiene una teoría diferente, existen los puristas, que únicamente le colocan mostaza; en Chicago, por ejemplo, la carne es 100% de res, el pan lleva semillas de amapola y se le colocan tomates, relish, un pepinillo entero, pimientos encurtidos, mostaza y sal de apio, colocarle ketchup para ellos es un pecado y solicitarlo se consideraría como una gran ofensa, probando de esta forma lo apasionados que podemos ser los que amamos la comida.
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