Edimburgo, ciudad literaria: desde Walter Scott a J.K Rowling
Publicado 2006/09/09 23:00:00
- Edimburgo
Edimburgo es una ciudad orgullosa de su fuerte vinculación con la literatura, desde Walter Scott hasta JK Rowling, la autora de la popular saga de Harry Potter, pasando por el de "La Isla del Tesoro", Robert Louis Stevenson, y sin olvidar a Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes.
La han llamado, no sin cierta cursilería, la Atenas del norte. Pero nada parece más lejos de la luminosa ciudad de la Acrópolis que Edimburgo, construida sobre un volcán extinto, dominada por la piedra negra de sus edificios medievales.
Una de las imágenes icónicas de la ciudad, aparte del castillo que la corona, es el monumento neogótico a su hijo predilecto, Walter Scott, el gran representante de la novela histórica romántica, autor de relatos que han hecho la delicia de generaciones de lectores de todo el mundo como "Ivanhoe", "Rob Roy" o "El pirata", así como de poemas narrativos como "La Dama del Lago".
Scott (1771-1832) está además ampliamente representado a través de muchos de sus objetos personales en el llamado Museo de los Escritores, honor que comparte con el más célebre de los poetas escoceses, Robert Burns, y el citado Stevenson.
Las huellas de Robert Burns (1759-1796) son numerosas en la capital escocesa, que adora al hijo de campesino que, tras leer al poeta Robert Ferguson, decidió seguir el mismo camino y compuso poemas, baladas y adaptaciones de canciones populares a algunas de las cuales puso música el propio Ludwig van Beethoven.
En Edimburgo nació también Robert Louis Stevenson (1850-1894), autor de historias fantásticas, de viajes y de aventuras como "La isla del tesoro", "La Flecha Negra" y "El Diablo de la Botella".
En la capital escocesa frecuentó Stevenson la compañía de marineros, deshollinadores y ladrones, y en ella concibió también una de las obras más justamente famosas del género fantástico, "El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde", sobre un caso de desdoblamiento de la personalidad.
Aunque su autor situó la acción en Londres, el relato refleja claramente el ambiente de la capital escocesa en su época, y Stevenson se inspiró sin duda en la historia de Deacon Brodie, un respetable ciudadano de día y violento ladrón durante las noches que acabó en la horca.
Esas dos caras de Edimburgo siguen fascinando hoy a quienes viven aquí y es algo que continúan explorando los autores escoceses: desde el mundo oscuro de las novelas detectivescas de Ian Rankin o el humor de Irvine Welsh, el autor de "Trainspotting", hasta el mundo civilizado de la serie "Scotland Street", de Alexander MacCall Smith.
En Edimburgo nació también Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), que estudió medicina en su universidad. Uno de sus profesores, el doctor Joseph Bell, que sólo creía en la investigación, la lógica, la deducción y el diagnóstico, le serviría de modelo para el famoso detective Sherlock Holmes y su colega, el doctor Watson.
En la capital escocesa escribió la hoy autora multimillonaria JK Rowling partes de su primera entrega sobre el niño mago, "Harry Potter y la Piedra Filosofal", libro que en 1997, todavía prácticamente desconocida, presentó en el festival literario anual ante una audiencia compuesta de sólo veinte personas.
Con Edimburgo están finalmente vinculados dos gigantes del pensamiento filosófico.
El primero es el empirista David Hume (1711-1776), que escribió en la capital escocesa sus "Discursos Políticos", su monumental "Historia de Inglaterra" y su "Investigación sobre el Entendimiento Humano".
El segundo es el también filósofo y economista Adam Smith (1723-90), amigo de Hume, y autor de obras como la "Teoría de los sentimientos morales" y sobre todo "La Riqueza de las Naciones" (1776), que le valió el nombre de padre de la Economía Política.
El castillo de Edimburgo está ubicado sobre el núcleo de un volcán extinto. Pese a que el castillo ya existía en el siglo VI, muy poco se sabe acerca de su rol. Es por lo tanto importante recordar que Edimburgo no fue la capital de Escocia hasta el final de la Edad Media, antes de esa época, la capital estaba en el lugar en donde el rey y su corte se encontraban. En el siglo XI el castillo se convierte en la residencia favorita de los reyes escoceses.
La han llamado, no sin cierta cursilería, la Atenas del norte. Pero nada parece más lejos de la luminosa ciudad de la Acrópolis que Edimburgo, construida sobre un volcán extinto, dominada por la piedra negra de sus edificios medievales.
Una de las imágenes icónicas de la ciudad, aparte del castillo que la corona, es el monumento neogótico a su hijo predilecto, Walter Scott, el gran representante de la novela histórica romántica, autor de relatos que han hecho la delicia de generaciones de lectores de todo el mundo como "Ivanhoe", "Rob Roy" o "El pirata", así como de poemas narrativos como "La Dama del Lago".
Scott (1771-1832) está además ampliamente representado a través de muchos de sus objetos personales en el llamado Museo de los Escritores, honor que comparte con el más célebre de los poetas escoceses, Robert Burns, y el citado Stevenson.
Las huellas de Robert Burns (1759-1796) son numerosas en la capital escocesa, que adora al hijo de campesino que, tras leer al poeta Robert Ferguson, decidió seguir el mismo camino y compuso poemas, baladas y adaptaciones de canciones populares a algunas de las cuales puso música el propio Ludwig van Beethoven.
En Edimburgo nació también Robert Louis Stevenson (1850-1894), autor de historias fantásticas, de viajes y de aventuras como "La isla del tesoro", "La Flecha Negra" y "El Diablo de la Botella".
En la capital escocesa frecuentó Stevenson la compañía de marineros, deshollinadores y ladrones, y en ella concibió también una de las obras más justamente famosas del género fantástico, "El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde", sobre un caso de desdoblamiento de la personalidad.
Aunque su autor situó la acción en Londres, el relato refleja claramente el ambiente de la capital escocesa en su época, y Stevenson se inspiró sin duda en la historia de Deacon Brodie, un respetable ciudadano de día y violento ladrón durante las noches que acabó en la horca.
Esas dos caras de Edimburgo siguen fascinando hoy a quienes viven aquí y es algo que continúan explorando los autores escoceses: desde el mundo oscuro de las novelas detectivescas de Ian Rankin o el humor de Irvine Welsh, el autor de "Trainspotting", hasta el mundo civilizado de la serie "Scotland Street", de Alexander MacCall Smith.
En Edimburgo nació también Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), que estudió medicina en su universidad. Uno de sus profesores, el doctor Joseph Bell, que sólo creía en la investigación, la lógica, la deducción y el diagnóstico, le serviría de modelo para el famoso detective Sherlock Holmes y su colega, el doctor Watson.
En la capital escocesa escribió la hoy autora multimillonaria JK Rowling partes de su primera entrega sobre el niño mago, "Harry Potter y la Piedra Filosofal", libro que en 1997, todavía prácticamente desconocida, presentó en el festival literario anual ante una audiencia compuesta de sólo veinte personas.
Con Edimburgo están finalmente vinculados dos gigantes del pensamiento filosófico.
El primero es el empirista David Hume (1711-1776), que escribió en la capital escocesa sus "Discursos Políticos", su monumental "Historia de Inglaterra" y su "Investigación sobre el Entendimiento Humano".
El segundo es el también filósofo y economista Adam Smith (1723-90), amigo de Hume, y autor de obras como la "Teoría de los sentimientos morales" y sobre todo "La Riqueza de las Naciones" (1776), que le valió el nombre de padre de la Economía Política.
El castillo de Edimburgo está ubicado sobre el núcleo de un volcán extinto. Pese a que el castillo ya existía en el siglo VI, muy poco se sabe acerca de su rol. Es por lo tanto importante recordar que Edimburgo no fue la capital de Escocia hasta el final de la Edad Media, antes de esa época, la capital estaba en el lugar en donde el rey y su corte se encontraban. En el siglo XI el castillo se convierte en la residencia favorita de los reyes escoceses.
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