Contacto con la naturaleza viajando en teleférico
- María Victoria Rivera
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En un recorrido de 1.2 kilómetros y a una altura de 250 pies sobre una extensión de bosque secundario, los visitantes podrán apreciar la variedad de fauna y flora característica de Panamá y que aún está accesible a nacionales y extranjeros.
Un espeso y creciente bosque secundario, ambientado naturalmente con el característico cantar de los cicádidos, también conocidos como cocorrines o totorrones, le dará la bienvenida al recorrido de 1.6 kilómetros en el único teleférico de Panamá.
A una altura aproximada de 250 pies se levanta una joven flora que intenta recuperar lo que en un pasado fue intervenido por la mano del hombre a través de la tala y así, por medio de su rica madera, contribuir con la creación del Canal de Panamá y el pueblo de Gamboa.
Mientras las góndolas ascienden, se puede apreciar como las aguas del río Chagres arropan los alrededores con dos tonalidades, la cristalina y una más turbia anunciando que es la crecida causada por las lluvias en su cabecera.
Ese mismo río recibe su nombre porque, según cuentan las leyendas, era y aún sigue siendo el río de los cocodrilos, narra el guía Gilberto González.
Girando la mirada hacia la izquierda, a lo lejos se avista una pequeña comunidad Emberá. Si alzas la mirada para contemplar lo cerca que se está de la copa de los árboles, uno que otro animal silvestre -como los perezosos- parece disfrutar sin reparo esa admiración que causan en sus visitantes. Ellos solo se concentran en degustar las ricas hojas de los guarumos.
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Los sonidos naturales te absorben. Una gama de verdes te deslumbra, por segundos quedas atónito ante esta creación que solo tiene explicación divina y que gracias al ingenio del hombre es posible apreciar.'
En Síntesis
Con la finalidad de mejorar la oferta ecoturística de Panamá, en el 2000 se inauguró el primer y hasta ahora único teleférico en el territorio nacional, al cual periódicamente se realizan las revisiones de las góndolas y del cableado por mano del señor Vidal Castillero, para verificar que todo esté libre de peligro y en óptimas condiciones para cuando lleguen los visitantes.
Al llegar al otro extremo, un pequeño recorrido te espera para seguir ascendiendo y llegar a un mirador de aproximadamente 8 pisos. Este posee para ascender rampas con accesibilidad para todas las personas. Las góndolas que posee permiten que las personas con movilidad limitada tengan también la oportunidad de disfrutar del contacto con la naturaleza.
Al llegar a la cima, los diferentes ángulos te ofrecen diversos escenarios; por un lado, los barcos transitando por el Corte Culebra y nuevamente la majestuosidad del río Chagres, además, uno que otro indígena en su pequeña balsa se aprecia como un diminuto punto.
Como era de esperar también se pueden encontrar con una que otra serpiente, pero con la ayuda idónea del guía podrán manejar la situación. Hay que recordar que se está de visita en su ambiente.
Al terminar de apreciar la maravilla, entre lo natural y artificial del Canal de Panamá, se comienza el descenso, en el que se pueden ver los tipos de palmas. Así observará las palmas aceiteras, que en algunos lugares continúan proveyendo su materia prima. Además, hay palmas reales que se utilizaban para construir los ranchos y chozas.
Ya en la góndola para descender, el silencio se convierte en tu aliado para poder apreciar aves como los tucanes, poseedores de llamativos picos con su plumaje negro.
Las lianas de Tarzán se ven tan poderosas en los árboles y la humedad característica de Panamá se hace evidente. El cielo se empieza a nublar anunciando que posiblemente lloverá, y así la fauna y la flora de este lugar ubicado en el Gamboa Rainforest Resort puedan ser bendecidos para saciar su sed.
Para los que disfrutan estar alejados del bullicio de la ciudad, este es un buen paseo que al final se tornará realmente corto.
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