PANAMÁ
Con 60 años la minifalda sigue robando miradas
Mary Quant presentó la audaz prenda en 1966, revolucionando la moda y convirtiéndola en un símbolo del 'Swinging London' y de la liberación femenina.
- Vircy Duarte
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- - Publicado: 16/7/2024 - 12:00 am
La minifalda marca un antes y un después en la moda. El papel de esta prenda como pieza de liberación femenina la convierte en una forma de poder entender el pasado para lograr una proyección hacia el futuro. El espíritu rebelde de la minifalda la convierte en una pieza que los diseñadores no se cansan de revivir.
A sus 60 años, la minifalda es un clásico de la moda que actualizan una y otra vez. Todo empezó en 1962 cuando Mary Quant, diseñadora británica, presentó una prenda única desde su boutique londinense: la minifalda. La tienda se llamaba Bazaar y estaba situada en Kings Road. Cuenta la historia, que un día una chica recortó su falda con unas tijeras para que no le molestara a la hora de limpiar el apartamento. Aquel día la visitó la diseñadora Quant. Así nace esta popular prenda; en 1962 Mary presentó su primera colección de ropa con minifaldas. Ese mismo año, la prenda apareció en las páginas de la edición británica de la revista "Vogue". En 1965 Quant presentó sus minifaldas en un desfile en Nueva York.
La primera minifalda medía solo 15 centímetros por encima de la rodilla y eso escandalizó a todo Londres. Después, la familia real británica permitió usar faldas con un mínimo de 7 centímetros por encima de la rodilla y Mary Quant empezó a diseñar nuevos modelos para Vivienne Westwood. Y es que en 1974 Westwood, considerada la principal responsable de la estética asociada con el punk y el New Wave, pone de moda las faldas de cuero mini, las camisetas agujereadas y los tacones de aguja.
No cabe duda de que la minifalda está más viva que nunca, como demuestran las últimas colecciones de Miu Miu, Gucci, Prada, Loewe o Stella McCartney, y hasta un clásico como Chanel hace tiempo que sucumbió a su influjo.
Gran revolución
La minifalda se convirtió en un símbolo de liberación femenina y desafío a las normas sociales establecidas. Su aceptación inmediata entre las jóvenes se debió, en parte, a su capacidad para escandalizar y ofender a las generaciones mayores. La prenda no solo era sexy y divertida, sino que también representaba una ruptura con los estampados florales previsibles y el conservadurismo de la posguerra.
Mientras en el Reino Unido triunfaba Mary Quant con su reconocible estilo fresco y provocador, las pasarelas francesas adoptaron esta pieza bajo los nombres de Emanuel Ungaro, Pierre Cardin y André Courréges, donde combinada con botas altas, la demandada minifalda conquistaba adeptas. Courrèges, quien alguna vez fue discípulo de Balenciaga, se reclamó como el verdadero y único artífice de la minifalda, tomando a Brigitte Bardot como su musa y convirtiéndola en la abanderada de la minifalda.
Poco tardaron el cine y la televisión en proyectar a la minifalda, lo que ayudó a que esta se colara de manera paulatina en la sociedad en general, para que se fuera acostumbrando a tan atrevida prenda. En 1964, Balenciaga toma el poder al crear un vestido de novia con una falda corta para María Fernanda Thomas Carranza.
Hoy día, esta historia se mantiene igual de vigente que en sus inicios. Su papel de revelación otorga un aire liberador y un sentido de empoderamiento, aliados de las mujeres. Su relevancia, igual de significativa que en los 60, convierte a la minifalda en el objeto de deseo de muchos armarios femeninos.
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