Carla Medina es una tejedora de sueños

Extravertida, pristina, luminosa, creyente, polifacética, afable, optimista, proactiva y humilde. Así es Carla Medina.

Conocerla y caerte bien, de ipso facto, es cuestión de segundos. Como el amor a primera vista que surgió entre los ojiverdes Leila y Darío, personajes de una hermosa historia de amor que raya en lo sublime, que te atrapa y cautiva, que relata en su libro “Soñando despierta”, que recién presentó en Panamá este mes en Hard Rock Café.

Carlos y Rubí, sus padres, se cuentan entre sus principales mentores. Muchas personas. También los obstáculos han sido acicate para ayudarla a mantenerse firme tras sus metas.

En la vida de la actriz mexicana y conductora de TV no todo han sido rosas, pero, ella no se queja, está abierta al aprendizaje y al crecimiento continuos.

Esta dulce y alegre joven que emana paz y energía positiva se siente afortunada, bendecida, lista siempre para emprender la conquista de un nuevo sueño.

Para ella, la felicidad es hacer lo que a uno le gusta día a día, eso por lo que siente gran pasión.

Es bella por fuera y por dentro, pero no se ciega. Le da primacía a lo espiritual.

Los aplausos y muestras de aceptación que recibió en Panamá, evidencian que no tiene que esforzarse por ganar las simpatías de nadie. Cautivar a sus interlocutores con su personalidad, su voz, su canto, es parte del encanto natural con el que fue agraciada. Como Leila, quien aunque enigmática a veces, pronto fue un libro abierto para Darío y unidos por un lazo especial, invisible, recorrieron varios mundos, reales y ficticios, vencieron barreras, y vivieron experiencias que los estrecharon más y reafirmaron que el amor había hecho su nido en sus corazones desde antes que intercambiaran miradas en la puerta giratoria del edificio donde ella estudiaba ballet.

“Soñar despierta” es una historia donde el efecto mariposa se describe a la perfección, de encuentros y desencuentros, de sueños y pesadillas, de búsquedas y descubrimientos, de acertijos, de aciertos y desaciertos, como una gran madeja que necesita desenredarse, de pruebas, de mucha constancia, de lealtad, de cárceles tangibles e intangibles, de amistad y amor a prueba de todo. De vencedores.

Carla, quien domina el arte de la persuasión y el canto, también podría dar lecciones de escritura literaria, porque, en “Soñando despierta” las palabras van fluyendo como la cristalina agua de un manantial.

Escribe usando tan hábilmente las figuras literarias, que hace que ese niño o niña que cada uno lleva dentro, salte gozoso y viaje por esos sitios maravillosos que tan bien describe.

Para muestra, un botón: “Grandes mariposas del tamaño de un ave revoloteaban a mi alrededor, tenían los colores más hermosos. Sus alas parecían estar pintadas una por una con un pincel. Me seguían a todos lados., como luciérnagas a la luz”.

He aquí otro botón: “...Me distraje porque comenzó a llover. Curiosa, me asomé por la ventana y pude admirar las gotas de lluvia que bailando caían sobre las flores del jardín.”

Un tercer botón: “El anochecer había invitado a una enorme luna. Grande y rosa como una toronja. Brillaba en el cielo, alumbrando la noche con olor a jazmín”.