SALUD. Grandes dosis de paciencia y amor altruista se necesitan para superar esas pruebas.
¡Auxilio! es el grito de los cuidadores
Excesivas horas de insomnio y mucha ansiedad pueden “quemarlos” o conducirlos a la depresión.
Lidiar con un paciente con una enfermedad crónica o encamado no es nada fácil, pero es algo que se está haciendo más frecuente, en la medida en que se incrementa este tipo de enfermos.
Lo antes expuesto surge pese a los avances en la medicina, producto de que la edad promedio de vida ha aumentado en todo el mundo y también como resultado de factores externos, de la herencia o, lo que es peor, de negligencia por parte tanto del individuo (que no toma en serio su salud), de muchos doctores (que solo piensan en lucrarse con sus pacientes y olvidan el Juramento de Hipócrates) y del Estado, que flaco favor le hace a la población, al destinar insuficientes recursos para cumplir con su responsabilidad de garantizar servicios preventivos y curativos de calidad al alcance de todos.
Entonces, son días y noches de tensión, ansiedad, impotencia, desgaste...
En verdad, dedicarse las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días del año a cuidar a un paciente encamado (tarea de la que la mayor parte de las veces se hace cargo la mujer) drena las energías, produce agotamiento no solo físico, también mental y emocional, máxime que el paciente enfermo muchas veces se deprime, se vuelve impaciente e incomprensivo, se aisla, se irrita, grita sin necesidad y no faltarán las ocasiones en que hasta pareciera una especie de dictador, precisamente porque no acepta su dependencia, esa pérdida de libertad de movimiento.
Por eso es hora de meditar al respecto. Pensar, primero, que si en una familia hay un paciente crónico o encamado es responsabilidad compartida cuidarlo.
Además, los gastos también deben ser compartidos por los familiares.
Por último, no se debe olvidar que el cuidador necesita su espacio y empatía.
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