Anótala en tu agenda
Publicado 1999/06/02 23:00:00
- Yessika Valdés
Llegar a la Tercera Edad es un gran logro. En una sociedad donde todo es prisa, hay que sacar tiempo para mirar dónde están, qué hacen, qué piensan, qué sienten, qué anhelan, cuáles son sus sueños, qué necesitan, cómo se proyectan las personas de edad avanzada.
No hay que ir muy lejos. A los adultos y las adultas mayores los/las tienes a lo mejor en casa y ya casi ni te das cuenta porque has estado tan ocupado/a que los/las ignorabas.
Puede ser que no estén en tu casa. Pero, cerca de ella. Son tus vecinos/as o compañeros/as de trabajo.
A la gente de edad avanzada también la puedes ver intentando cruzar una avenida atestada de vehículos que van en desbocada carrera. Pacientes, esperando que cambie la luz del semáforo o que alguien tengan consideración y les permita cruzar. Están, igualmente, en las filas especiales para jubilados. Se les puede encontrar, además, en los parques y plazas, en amenas tertulias, recordando los años mozos. También, en las avenidas recorriéndolas con nietos que son casi como sus lazarillos en esta marejada humana que camina por la peatonal buscando baratillos o dando una caminata sólo para matar el tiempo.
En la campiña también encontrarás adultos y adultas mayores sembrando para alimentar al país, sufriendo los rigores de las inclemencias climáticas. Pescadores, que enfrentan al mar bravío y le extraen mariscos para paladares exigentes y no tan sofisticados, también cargados en años y esperanzas de que tendrán una buena pesca, se les puede ver dando la bienvenida al alba ya en alta mar.
Profesionales de todas las ramas, mendigos...Gente de todo color, raza, nacionalidad, que tienen en común los años que llevan a cuestas. Así es la gente de edad avanzada. Suelen estar en los portales rememorando su historia personal o la de otros/as, del país o el mundo. A lo mejor están zurciendo ayeres o tratando de arrancar años al mañana.
Están, además, en grupos de la Tercera Edad, compartiendo momentos de distracción, ganando amigos, aprendiendo nuevas habilidades, poniendo talento y esfuerzos al servicio social, ganando almas para Dios, reconfortando al acongojado, sembrando esperanzas, orientando, intercambiando saberes y experiencias, entretejiendo sueños, imaginando nuevas metas, persiguiendo ideales y repartiendo alegría. Están, son, existen.
Te necesitan y los necesitas, porque la interdependencia le da sentido a la vida, sino sólo respiras. Pero, las plantas y animales también respiran. Dales cabida en tu agenda diaria a la gente de los años dorados y te abres a ti mismo/a un mundo de oportunidades de aprender de ellos/as, de compartir, de servir, de crecer y de ser responsables de quienes construyeron las bases del mundo de que hoy disfrutas.
No hay que ir muy lejos. A los adultos y las adultas mayores los/las tienes a lo mejor en casa y ya casi ni te das cuenta porque has estado tan ocupado/a que los/las ignorabas.
Puede ser que no estén en tu casa. Pero, cerca de ella. Son tus vecinos/as o compañeros/as de trabajo.
A la gente de edad avanzada también la puedes ver intentando cruzar una avenida atestada de vehículos que van en desbocada carrera. Pacientes, esperando que cambie la luz del semáforo o que alguien tengan consideración y les permita cruzar. Están, igualmente, en las filas especiales para jubilados. Se les puede encontrar, además, en los parques y plazas, en amenas tertulias, recordando los años mozos. También, en las avenidas recorriéndolas con nietos que son casi como sus lazarillos en esta marejada humana que camina por la peatonal buscando baratillos o dando una caminata sólo para matar el tiempo.
En la campiña también encontrarás adultos y adultas mayores sembrando para alimentar al país, sufriendo los rigores de las inclemencias climáticas. Pescadores, que enfrentan al mar bravío y le extraen mariscos para paladares exigentes y no tan sofisticados, también cargados en años y esperanzas de que tendrán una buena pesca, se les puede ver dando la bienvenida al alba ya en alta mar.
Profesionales de todas las ramas, mendigos...Gente de todo color, raza, nacionalidad, que tienen en común los años que llevan a cuestas. Así es la gente de edad avanzada. Suelen estar en los portales rememorando su historia personal o la de otros/as, del país o el mundo. A lo mejor están zurciendo ayeres o tratando de arrancar años al mañana.
Están, además, en grupos de la Tercera Edad, compartiendo momentos de distracción, ganando amigos, aprendiendo nuevas habilidades, poniendo talento y esfuerzos al servicio social, ganando almas para Dios, reconfortando al acongojado, sembrando esperanzas, orientando, intercambiando saberes y experiencias, entretejiendo sueños, imaginando nuevas metas, persiguiendo ideales y repartiendo alegría. Están, son, existen.
Te necesitan y los necesitas, porque la interdependencia le da sentido a la vida, sino sólo respiras. Pero, las plantas y animales también respiran. Dales cabida en tu agenda diaria a la gente de los años dorados y te abres a ti mismo/a un mundo de oportunidades de aprender de ellos/as, de compartir, de servir, de crecer y de ser responsables de quienes construyeron las bases del mundo de que hoy disfrutas.
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