Alimentos ultraprocesados: ¿Cómo reducir su consumo?
Estos productos son promocionados como opciones listas para consumir y con empaques muy llamativos, pero son ricos en sodio y bajos en fibra dietética.

Se debe reducir su consumo. Foto: Ilustrativa / Freepik
Los alimentos ultraprocesados tienen una serie de efectos adversos en el organismo, evidencia que se empezó a generar desde finales del siglo XX e inicios del XXI, pero pese a los esfuerzos de reducir su consumo, la ingesta continúa siendo elevada.
La alta ingesta, en este caso en Panamá, puede estar influenciada por varios factores como el costo y la accesibilidad (son más económicos y fáciles de adquirir), el sabor y adicción (están diseñados para maximizar la palatabilidad, lo que puede provocar dependencia), estilo de vida (los horarios laborales extensos fomentan opciones rápidas y sencillas), marketing excesivo (se presentan alternativas atractivas, rápidas y modernas dirigidas a familias y niños) y desconocimiento (no distinguen entre alimentos procesados y ultraprocesados ni entienden los efectos adversos de sus componentes).
Gary Sánchez, nutricionista dietista-epidemiólogo, explicó que estos alimentos están hechos con harinas, aceites hidrogenados (grasas trans), grasas saturadas, azúcares y aditivos químicos (conservantes, saborizantes, colorantes, emulsionantes, entre otros) que mejoran su sabor, textura y duración. Además, son ricos en sodio y bajos en fibra dietética, proteínas de calidad y micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales).
Justamente por su composición es que tienen efectos adversos como aumentar la inflamación crónica, eleva el riesgo de enfermedades crónicas (obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares), altera la microbiota intestinal y aceleran el envejecimiento biológico.
A finales de 2024, en la revista "The American Journal of Clinical Nutrition" se publicó un estudio que advierte que un alto consumo de ultraprocesados está asociado con una aceleración significativa del envejecimiento biológico, es decir, el reloj interno, el cual marca el estado de salud del organismo (órganos, tejidos y sistema).
Sánchez, de la Fundación Panamá Saludable, comentó que para reducir el consumo de estos alimentos se pueden implementar algunas estrategias y alternativas más saludables, por ejemplo, educar sobre la lectura de etiqueta, identificación de ingredientes dañinos y fomentar el uso del plato del buen comer panameño.
También sugirió aplicar regulaciones que limiten el contenido de sal, azúcares y grasas en productos ultraprocesados, mejoras en el etiquetado y políticas públicas que regulen la venta y promoción e imponer impuestos.
Para fomentar el consumo de alimentos saludables se puede crear subsidios o mercados locales para la venta de frutas, verduras y productos agrícolas nacionales e incluso se puede dar algunos incentivos a la población para la compra de alimentos frescos y mínimamente procesados.
De igual modo, se pueden desarrollar programas escolares para incluir nutrición práctica en el currículo, introducir meriendas o almuerzos saludables y restringir la venta de ultraprocesados.
"Reducir el consumo de ultraprocesados requiere una combinación de esfuerzos individuales, educativos y políticos. Panamá tiene un patrimonio alimentario rico y saludable que debe rescatarse para mejorar la salud pública y combatir enfermedades crónicas asociadas al consumo de estos productos. Como nutricionista epidemiólogo, considero que el enfoque debe centrarse en la prevención mediante una educación continua y accesible, fortaleciendo la conexión entre la nutrición y la salud general", reiteró Sánchez.
¿Cómo identificar los ultraprocesados?El etiquetado de los alimentos ultraprocesados, concepto que se formalizó a partir de los trabajos de Carlos Monteiro y su equipo de la Universidad de São Paulo (Brasil) en la década de 2000, suele tener una lista extensa de ingredientes y con nombres desconocidos, y son promocionados como productos listos para consumir y con empaques llamativos.