Sus seguidores honran al dios olodumare, creador del universo, la naturaleza, fertilidad y de todo ser viviente
Yoruba, una religión que se practica en Panamá de manera activa y silenciosa
Su esencia y arraigo están en el África, pero se ha establecido con mayor fuerza en Cuba y se ha extendido hacia países como Venezuela y Brasil. Conocida también como santería, es una fe que ha sido denunciada en muchas ocasiones por sus rituales que incluyen sacrificios de animales.
Carlos Miguel Patterson (carlos.patterson@epasa.com) / PANAMA AMERICA
La sangre se desliza por la tierra y se mezcla con las aguas del caudal que corre por las tranquilas llanuras del Trinidad en Capira. La cabra degollada fija los ojos en el firmamento y su vida se desvanece. El ritual está completo. Son las dos de la tarde, el sol todavía nubla la vista del sacerdote que eleva sus plegarias a la deidad. Es Oshún, la reina del río y de la prosperidad. Los santeros yorubas están en Panamá.
El sacrificio de la cabra se realiza en los territorios del orisha. Es uno de los ritos que conforman el inmenso armazón de la religión yoruba, mejor conocida como santería acá en la América morena.
Sus seguidores honran a Olodumare, dios creador del universo, la naturaleza, la fertilidad y de todo ser viviente que habita sobre la tierra.
En la religión yoruba también existen una gran cantidad de deidades, pero sobresalen cinco: los orishas mayores Obatalá, Yemayá, Shangó, Eleguá y Oshún, quienes son venerados con sacrificios y ofrendas provenientes de la flora y fauna.
Se reúnen por lo general al principio y al final del año y el 4 de octubre, cuando se celebra la interpretación de sus dogmas. En las reuniones visten de blanco, cantan y bailan al son de tambores. Los rituales con hierbas y flores, así como la repartición de abundante comida, son insignes de la religión yoruba, sus resguardos son representados por collares y pulseras de diferentes colores.
Esta religión llegó al nuevo mundo hace siglos, con los esclavos procedentes de África, pero a Panamá se introdujo hace décadas con los trabajadores antillanos que vinieron al Istmo para la construcción del Canal.
Llegó ayer, llegó hoy y sigue llegando en silencio; con sus fuertes rituales que son vistos como brujería y hasta satanismo por las creencias tradicionales.
Tomás Garibaldi es babalao, un sacerdote mayor, hace más de 17 años que se sumergió en esta creencia que sigilosa envuelve y cautiva a quienes la estudian, la buscan por curiosidad o desean una respuesta a los azares de su destino.
“Es una religión que si la conoces bien, si te adentras en ella, sabrás la esencia de una cultura milenaria que conecta la creación con la naturaleza, con tu yo interno”, comenta el santero y miembro de una congregación que supera los 500 integrantes. Los sacrificios de animales son quizás el principal estigma que tiene la santería, más cuando en Panamá la religión oficial es el cristianismo, creencia que está centrada en que la muerte de Cristo limpió a la humanidad del pecado, así que no le haya sentido a este rito. “Chicho”, como le dicen a Tomás, habla de los sacrificios, de esos rituales que son vistos con ojos de temor y estupor por otras creencias.
Un factor que choca con la Ley 308 sobre protección a los animales domésticos, principalmente en el artículo 15 del reglamento, pues allí se indica que no se puede torturar o matar animales sin un consentimiento o motivo corroborado por autoridades competentes. Sin embargo, en la ley nada se dice sobre el sacrificio de animales con fines religiosos.
“Es que en todas las culturas y creencias se han dado los sacrificios de animales como de personas, incluso en la judeocristiana, en varios pasajes del Antiguo Testamento se pueden leer hechos sobre sacrificios”, relata el santero.
Se trata del capítulo 22 del libro del Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento de la Biblia, donde Yahvé solicitó a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac en honor a Él. El primer patriarca del pueblo judío obedeció, pero al momento de ejecutar el sacrificio, un ángel de Dios le detiene y provee de un cordero para terminar el ritual.
Además, en algunas tribus cananeas y fenicias sacrificaban a infantes para obtener el favor de sus dioses. La historia indica que el ritual era a través del fuego.
También en la antigua Europa, algunas congregaciones sacrificaban a sus hijos para honrar a sus dioses a cambio de prosperidad y victoria, esto se daba por el año 95 a. de C.
“Chicho” sabe que cuando la gente escucha sangre, piensa en cosas extrañas, pero el punto es que ante la negativa y los misterios que, según él, se han infundado hacia la religión yoruba, esta es totalmente diferente.
“Es cómico porque cada vez que comemos carne de pollo, de res o de cerdo, primero hay que matarlo, y aunque sea tonto, también es un ritual”, reclama.
Indica que en el caso de los sacrificios en Cuba, los animales muertos son consumidos por las personas de manera normal.
Khira Bernal es otra seguidora de la religión yoruba, fue criada bajo las costumbres de la religión católica, pero el llamado de la santería la hizo descubrir dotes que quizás ella conocía, pero ignoraba.
“Sigo siendo católica, creo en Dios y mi fe está presente, pero se complementa con la santería, todo tiene un porqué y en la vida hay que enfrentar los dilemas por muy extraños que sean”, señala.
Para Khira, el yoruba se ha desvirtuado, y muchos la toman como un negocio, mas no como un canal para hacer el bien y para buscar la plenitud espiritual.
Sobre los polémicos cobros de las consultas que son parte del ritual yoruba, Khira asegura que las donaciones dependen de la persona y de lo que demanden los orishas.
“Existen situaciones en que el santero, por su trabajo, absorbe sensaciones o energías que le pueden afectar; el alejar esos carmas cuesta tanto espiritual como económicamente”, expresa.
Esta joven agrega que en esta religión la última jerarquía de las mujeres es ser santera porque por regla de la religión solo los hombres llegan a babalao.
Como muchos, se adentró en el mundo de la santería por mera curiosidad, pero con el tiempo descubrió un interés que creció hasta arraigarse por completo en su vida.
“Quizás no lo percibía, pero desde niña sentía una atracción por este tipo de creencias”, corrobora.
Igual que “Chicho”, Khira confiesa que la santería es una religión hermosa “si se estudia a fondo, se descubren grandes enseñanzas, en cada ‘pataki’ o mensaje, hay una moraleja que te ayuda a entender la vida; todo esto contenido en el ‘Ifá’ (el dogma que contiene las diferentes moralejas de los orishas)”, relata.
[B]La adivinación[/B]
Los caracoles son uno de los elementos que los santeros utilizan para realizar la adivinación. Otro de los ritos que es muy criticado por católicos. Pero en la religión yoruba se usa como un canal de los orishas y otras expresiones espirituales para dar consejos a sus seguidores.
Ismael Jiménez es un joven de 20 años que en poco tiempo se ha visto envuelto en la santería. Para el muchacho, quien estudia administración de negocios marítimos, ha encontrado respuesta y ahora entiende cosas que antes no.
“Al principio mis padres lo veían extraño, pero ahora comprenden que no tiene nada de malo, que no se mata a nadie ni se hacen cosas extrañas, solo que es una creencia diferente, una creencia que es muy antigua y que quizás conserva sus vestigios originales más que otras”, relata Jiménez.
Detrás del joven, muchos, en silencio, siguen esta corriente para encontrar respuestas y, aunque temen el repudio, se abocan a intensos rituales que entrelazan misterio y mucha fe.
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