Progenitores de una nación son castigados con el olvido
- José Alberto Chacón ([email protected])
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Varios de los visionarios que dieron luz a la nueva nación, décadas después, quedaron a ciegas, olvidados y hasta humillados.Según una investigación realizada por el ...
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Varios de los visionarios que dieron luz a la nueva nación, décadas después, quedaron a ciegas, olvidados y hasta humillados.Según una investigación realizada por el ...
Varios de los visionarios que dieron luz a la nueva nación, décadas después, quedaron a ciegas, olvidados y hasta humillados.
Según una investigación realizada por el historiador Rommel Escarreola, muchos de estos patriotas pasaron grandes vicisitudes y fueron tratados inadecuadamente por las diversas clases políticas que han manejado el país desde que se logró la separación de Colombia, el 3 de noviembre de 1903.
Una de estas avasalladas moralmente fue María Ossa de Amador, esposa de Manuel Amador Guerrero, el primer presidente constitucional del país, quien a escondidas de la dirigencia política colombiana confeccionó las dos primeras banderas nacionales.
Esta dama de familia, que arriesgó su vida en aquel momento porque los colombianos se oponían a la independencia de Panamá, tuvo que emigrar a Europa y posteriormente a Estados Unidos porque el Gobierno nunca la apoyó económicamente.
"Murió el 5 de julio de 1948 en Estados Unidos abandonada y olvidada? en los diarios de la época se confirma este hecho que no fue tan difundido en Panamá", expresó Escarreola.
Ossa de Amador, cuenta el historiador, se trasladó al extranjero poco tiempo después del deceso de Manuel Amador Guerrero, ocurrido en mayo de 1909.
Pero a esta tragedia familiar se suma la ingratitud mostrada hacia Manuel Encarnación Amador, hijo de Amador Guerrero y a quien se le atribuye el diseño original de la primera bandera, que en la historia oficial la cosió su madre de crianza, María Ossa de Amador.'
3 fueron las primeras banderas originales que se confeccionaron en 1903, pero ninguna existe en la actualidad.
5 prominentes figuras de la independencia fueron ignorados, luego de sus grandes aportes al naciente país.
Dos movimientos separatistas con intenciones y enfoques adversos
Otro detalle histórico que poco se toca es la división que había entre los gestores del movimiento independentista de 1821.
El primer hecho separatista de carácter oficial ocurrió el 10 de noviembre de 1821 en la Villa de Los Santos, que popularmente se conoce como “El grito de la Villa”. Este movimiento que tenía el objetivo de romper el colonialismo español fue encabezado por un grupo de campesinos, ganaderos y dueños de pequeñas parcelas de tierra quienes declararon en cabildo abierto la independencia. En cambio, en Panamá los gestores de la declaración del 28 de noviembre de 1821 fue la naciente burguesía comercial de la zona de tránsito, declara Escarreola. “Ambos grupos quieren desarrollar la economía, pero por vías y proyectos distintos”.
En su obra Apuntamientos Históricos, el prócer Mariano Arosemena, del ala empresarial, critica a los santeños cuando escribe: “el movimiento santeño es irregular y deficiente”.
Para Escarreola los intereses de ambos sectores se manifiestan en las dos actas de independencia que existen en la actualidad. La primera, la del 10 de noviembre de 1821, firmada por Don Segundo Villarreal, que además contó con el respaldo de los pueblos de Natá de los Caballeros, Ocú, Parita y Penonomé.
Mientras que el proceso emancipador se corona en la capital tras la declaración de independencia liderada por el entonces gobernador y además militar, el general José de Fábrega, aquel 28 de noviembre de 1821.
El propio Simón Bolívar proclamó a Fábrega como el verdadero libertador de Istmo y gobernador comandante general de la provincia de Panamá en febrero de 1822.
Como premio a su labor en la gesta patriótica, Manuel E. Amador fue nombrado ministro ad honorem de Finanzas en 1903. Es decir que manejó la economía del país, pero sin cobrar un solo centavo, dijo el experto.
En 1904, Amador ocupó el cargo de primer cónsul general de Panamá en Hamburgo, Alemania. Sin embargo, fue destituido tras la llegada al poder del chiricano José Domingo de Obaldía en 1908.
Cuenta Escarreola que Amador se va a Estados Unidos a perfeccionar su talento en artes plásticas. Al inicio de la década de 1930 regresa a Panamá y logra un puesto en la Contraloría, pero una disputa política con otro funcionario provoca su destitución.
"Ya viejo y enfermo, sin ningún recurso económico, pide una pensión. Pero le ofrecen un "cuartucho" en la Escuela Nacional de Pintura en el Casco Antiguo para que les enseñe arte a los niños y jóvenes. Luego se enferma, cae en el Hospital Santo Tomás, donde murió ciego el 12 de noviembre de 1952.
"La pensión que tanto rogó se la dieron un día después de su muerte", relató el investigador.
De forma pésima también se le trató a Santos Jorge, quien compuso lo que hoy se conoce como el Himno Nacional de Panamá. "Este hombre de nacionalidad española que convirtió el himno istmeño en un ritmo marcial fue despedido del cargo de director de la Banda Republicana y luego debió pasar al anonimato encerrado en las paredes del Conservatorio Nacional dictando clases de solfeo".
La misma suerte corrió Jerónimo de la Ossa, el autor de la letra del himno. A pesar de haberse dedicado a las matemáticas, a la poesía y que además fue ingeniero, sus adversarios políticos nunca aprobaron una partida para erigirle un busto como sí se logró con otros próceres.
Una verdad a medias
Sobre la creación del Escudo de Armas existe una realidad que no se cuenta en los textos escolares. Tras varios años escarbando la historia, Escarreola comprobó que el verdadero pintor del primer escudo no fue Sebastián Villalaz, hermano de Nicanor Villalaz.
El artífice de ese episodio se lo atribuye a Max Lemm Bielert, un artista alemán que se radica en Panamá a partir de 1894. Explica la fuente que el 13 de noviembre de 1903, el entonces ministro de Gobierno, Eusebio A. Morales, convocó a un concurso para que artistas locales o extranjeros diseñaran un escudo para representar al país.
Tras el llamado se recibieron 110 bocetos en pliegos cerrados. Empero, minutos posteriores al cierre de la convocatoria, Nicanor Villalaz presenta su idea en papel. Increíblemente, el trabajo de este pintor es aceptado y elegido como el más acercado a la petición de las autoridades.
Tras la elección del boceto de Nicanor, le solicitan modificar algunos detalles. Entonces, acude a su amigo Max Lemm, quien hace los cambios y adicional pinta aquel primer escudo y no Sebastián, quien se encontraba en Quito, Ecuador, en actividades profesionales.
"Sebastián pinta otros escudos posteriores que fueron adoptados y colocados en diferentes instituciones, pero el primero lo pinta Leem", expresó Escarreola.
Del escudo de Lemm se desconoce su paradero, asegura Escarreola. Tampoco se sabe del destino de los otros 110 bocetos que fueron llevados en el tiempo establecido por los organizadores del concurso.
A Lemm también le negaron un subsidio, y su única alternativa fue regresar a Alemania. De él no se conoce el día, la causa, ni el sitio de su muerte.
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