corregimiento de tocumen
De La Siesta queda poco
La invasión estadounidense acabó con “La Siesta” de las Fuerzas de Defensa. Un viejo muro es lo único que queda de la entrada al hotel.
- Actualizado: 01/6/2014 - 12:54 am
Perfil
- Otilia De León es una de las primeras residentes del sector donde se originó La Siesta. Recuerda cómo el hotel quedó convertido en Seremi.
En el lugar que da origen a La Siesta el peligro interrumpe los cinco sentidos.
A veinte pasos desde la garita de entrada al área de carga del Aeropuerto Internacional de Tocumen o el “Aeropuerto Viejo”, existe hoy un conglomerado de casas llamado Seremi.
Allí, en pleno mediodía, el personal de seguridad del aeropuerto y aduanas advierte que es imposible entrar al apiñado caserío sin correr el riesgo de sufrir como mínimo un atraco a mano armada, si no se es reconocido en el área.
En los registros de datos recientes de la comunidad, que nació como consecuencia de la invasión estadounidense a Panamá, se revela la lucha de poder entre algunos grupos delictivos que resuelven sus diferencias a tiros y puñaladas.
Es inimaginable que este mismo sitio tomó su nombre del desaparecido hotel La Siesta. Primero como un refugio privado para los visitantes que llegaron a Panamá en los años mozos del aeropuerto internacional y, años más tarde, con el inicio de la dictadura de Manuel Antonio Noriega, se convirtió en el área de recreo de quienes formaron las filas del Ejército.
Al hotel La Siesta o el Centro Recreativo Militar (Ceremi), hasta el nombre terminó por variarle a Seremi después que en la invasión el lujoso hotel fuera desmantelado como si se tratara de una sucursal del saqueo acontecido en la ciudad.
A Eduardo Bailey, quien nació y creció en La Siesta, los recuerdos del saqueo en ese hotel le pasan en la mente como quien repasa, cuadro por cuadro, una secuencia de fotografías. “Arrancaron las baldosas y las vendían, tumbaron algunas paredes y empezaron a construir allí mismo”, dijo.
Otilia De León, una de las fundadoras de La Siesta que tiene más de cuarenta años de vivir en el sector, contó que los asentamientos informales cercanos al hotel tomaron este mismo nombre.
El lugar donde empezaron a llegar las primeras familias a construir sus viviendas es reconocido hoy como La Siesta Vieja, donde vive ella en la actualidad, y está ubicado al menos un kilómetro antes de Seremi (otrora hotel La Siesta), un lugar que De León describe como “una especie de Curundú” y al que únicamente le sobrevive en pie un derruido muro de la cancha de frontenis, rayado ahora con los símbolos de ese barrio y convertida en una cancha de fútbol.
Como ironía o como una agónica evidencia del origen de esta comunidad, en La Siesta Vieja el ambiente es de tranquilidad. El verdor de los árboles, las coloridas flores y el cantar de los pájaros ayudan a que los vecinos con igual antigüedad de vivir en el sector que De León concilien el sueño al punto de no reconocer que tocan y llaman a sus puertas.
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