Maruja Herrera: Urge en Panamá un diálogo digno por la cultura y el deporte
Ningún padre quiere que su hijo escoja una carrera para la que tiene que pedir casi miseria y caridad, afirma la exdirectora del Inac.
- Miriam Lasso
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- - Actualizado: 16/12/2018 - 08:22 am
El ballet y el resto de las artes requieren apoyo en Panamá, pero también deben ir de la mano del virtuosismo del artista para cautivar a la audiencia, dijo a El Trino, María Eugenia "Maruja" Herrera, ex primera bailarina del Ballet Nacional y exdirectora del Instituto Nacional de Cultura (Inac).
En Panamá se habla de arte y cultura, ¿qué lugar ocupa el ballet dentro de estas prioridades?
Ha tomado un auge como educación, pero como parte profesional todavía falta un proceso más grande. No dudo de que todos estemos haciendo nuestro mejor esfuerzo para llevar a una futura generación a otro nivel.
¿Cuál es el precio del éxito en este arte?
Es una carrera solitaria porque es única y especial; eres tú contra ti mismo, pero a su vez muy gratificante, porque cuando vienen los aplausos, al final te sientes con el mérito del deber cumplido. La danza para mí, no ha sido un sacrificio y eso es lo que trato de enseñarles a mis estudiantes.
¿Cuáles son los objetivos que se persiguen con el ballet?
Las bondades que da la danza para una niña a edades tempranas son múltiples, trabajo en equipo, la parte motora fina y gruesa, todo se desarrolla de una manera continua. Va en espiral desde lo más simple hasta lo más complicado.'
Frase
El ballet es el lenguaje puro del alma; somos un instrumento más de la orquesta. Maruja Herrera
¿Qué le queda de todos estos años de baile, coreografías y enseñanza?
Todo. La danza es vida y me ha dejado grande momentos de satisfacción así como de reflexión, y los he disfrutado. La mayor virtud de la danza es la determinación, la disciplina, la perseverancia, pero sobre todo la paciencia.
¿Se conserva en Panamá la esencia del ballet?
El ballet clásico en Panamá es muy fuerte, pero el contemporáneo ha evolucionado de manera magistral. Definitivamente, pienso que la contemporánea es lo que viene, es más amable para las personas que no estuvieron a edades tempranas en las clásicas.
¿Cómo es la aceptación del público?
Nosotros como artistas queremos que el público y el país entero valore nuestro trabajo, pero es bien difícil llenar los teatros. Todos queremos cultura, pero nos cuenta mucho crear, cautivar a la audiencia.
¿Qué falta para lograr mayor aceptación?
Tiene que venir de la mano del virtuosismo del artista. El artista vive del aplauso, pero tiene que ser cónsono, no puede pedirle a la audiencia que lo vaya a ver si está aburrido, flojo, y no tiene nada que decir. Tenemos que ser conscientes de que para poder que la taquilla se llene, tiene que haber un artista consagrado, y pasa que por más consagrado que sea, tampoco se llena.
¿Cómo está el relevo generacional?
Hay muchas niñas en el ballet nacional con mucho deseo, es cuestión de afinarlos, pero requiere de un proceso que lleva tiempo.
¿Cómo evalúa el interés de los gobiernos por el arte y la cultura en Panamá?
Nos falta mucho apoyo. Estamos en vía, hay el interés, pero no es suficiente. No habrá cultura porque sí, o porque me dan el dinero, eso no sirve. La cultura nace de las personas que dedican horas para que funcione.
¿Cómo es el apoyo privado vs. el estatal?
Hablando en término privado, está muy bien; hablando en términos estatales, es muy difícil la cosa pública. Es complejo y lo puedo entender, pero hay que buscar solución. Hay que ser más ágil administrativamente porque el show no puede esperar. No tenemos la agilidad como país para que esto funcione.
¿Es el ballet una esperanza a nivel profesional?
Hay que motivar a la nueva generación a que lo tome como una carrera, pero es bien difícil que un padre de familia permita que una niña tome esto como una carrera cuando tiene que estar pidiendo casi miseria y caridad. Sí sirve, porque algo les queda, pero ¿qué hacemos con aquellos que deciden ser artistas?
¿Dónde están los espacios para esos artistas?
Hay que buscar el espacio público o privado, o unirnos para generar un proyecto que sea rentable para el Estado y el bailarín, para que no sienta que lo utilizan, y rentable para el espectador.
¿Se ha trabajado en esos espacios?
Para eso estaba uno de los proyectos emblemáticos que se dejó: la Ciudad de las Artes. Yo soy creyente que hay que hacer el templo para que los feligreses lleguen. Es un proyecto en el que están todas las escuelas de bellas artes del Inac. No solamente es la infraestructura, sino la parte intelectual.
¿Dónde quedó la Ciudad de las Artes?
No sé. Yo la dejé andando. Tengo entendido que debe volver a reactivarse; me he dedicado a la danza y estoy feliz de haber aportado mi granito de arena para una transformación que, claro, no iba a ser tan rápido. Que la hagan, que los talentos esperan.
Ciudad de las Artes, ¿ un sueño o una necesidad?
Más que un sueño es una necesidad. Yo entré al Ballet Nacional cuando tenía 18 años, salí cuando tenía 33, y cada gobierno que pasaba nos botaba a la calle; yo lo viví en carne viva y lo lloré.
¿Dónde quedó esa lucha por el espacio?
Peleamos demasiado y me desgasté hasta 2009, cuando me llamaron a ser directora del Inac. Puse todo mi empeño, porque creía que era justo, primero, los temas culturales y después lo político. Entre temas técnicos, lo hice con todo mi esfuerzo. No fue fácil porque la administración pública es compleja.
¿Cómo trabajar por la cultura y el deporte desde el Estado y no terminar decepcionado?
Pienso que administrativamente hay que ponerse la mano en el corazón como sociedad y más allá de una ley de cultura, urge una mesa nacional y con dignidad hablar sobre estrategias para la cultura y el deporte.
¿Es difícil estar adentro?
No creo que sea difícil, peor es quejarse. Hay que hacer las cosas.
¿Cuándo y cómo lograremos separar la política del deporte y la cultura?
Yo no me voy a meter en ese tema, no vine a hablar de él. A mí háblame de cultura, de construir temas, para producir y para sacar adelante las cosas y construir un proceso. Disculpa que te conteste así, pero es como el ballet, todo el mundo quiere bailar pero nadie viene al ensayo.
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