Panamá
Macaracas: Con lodo hasta los ojos, que la 'embarra' no muera
La junta de embarra está quedando en la historia, son muy pocas las casas de quincha que quedan en los pueblos interioranos, la mayoría de los años 40 y 50.
- Miriam Lasso
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- - Actualizado: 10/1/2023 - 02:50 pm
Con la leña dispuesta y los fogones de piedras encendidos inició el movimiento en el improvisado rancho que servía de cocina debajo de un árbol, donde hombres, mujeres y niños aportaban esfuerzos en la preparación del almuerzo.
En la otra esquina, la estructura de una casa armada con palos atados, tres latas de agua, paja, la tierra bien dispuesta y humedecida con agua directamente extraída del río La Villa, avisaban que la faena estaba por comenzar.
Se dan las 8:00 a.m., el escenario estaba listo y los invitados comenzaron a llegar.
Entre gritos, salomas, tambores y un trago de 'seco', comenzó la junta de embarra. Solo se respiraba tierra mojada.
Grandes y chicos hasta las rodillas en lodo surcaban de lado a lado, 'amanojados' como los campesinos de antaño. Con lodo hasta los ojos, allí nadie se conocía, pero disfrutaban como viejos conocidos.
La hojaldre, la torreja de maíz, el bollo, el mondongo, compartían el protagonismo junto al popular raspao y el helado de pipa artesanal, aunque sin duda la sopa de carne y arroz, era la más esperada por los presentes.
Es así, como año tras años el pueblo de Macaracas en la provincias de Los Santos recuerda a través de la junta de embarra del Encuentro Folklórico del Canajagua y Fiesta de Reyes, la sencillez en la que vivían sus ancestros, en casas de quincha (madera o cañaza y barro), en medio de un ambiente de solidaridad y cooperación.
Arquitectura pura
La construcción de las casas de palo y tierra -barro colorado- no era una tarea fácil, explica Eduardo Morales, mientras echaba agua al lodo con una manguera conectada a un motor eléctrico que succionaba el agua del río.
La labor tomaba varios días y comenzaba con la recolección del material, pasaba por la embarra y finalizaba con el techado de la casa (tejas).
Un día antes se preparaba la mezcla. "Tierra, paja y agua, hasta que estuviera en punto para luego colocar los tejos de barro", señala el macaraqueño, parte de la organización de la junta de embarra. Si en el área de la junta de embarra la tierra no era apta para la construcción, tenían que transportarlas desde otras partes de la comunidad.
Los campesinos de antaño eran arquitectos naturales. "Se pone el tejo de barro por encima de la vara, se cruzan y se amarra. Todos los tejos se van amarrando para que la pared no se caiga, en un proceso que se repite por dentro y fuera de la estructura, de forma simultánea hasta terminar", detalla.
La junta de embarra está quedando en la historia, señala Morales con mucho pesar.
Son muy pocas las casas de quinchas que quedan en los pueblos, la mayoría datan de los años 40 y 50, motivo por el cual, el pueblo de Macaraca organiza la actividad que mueve el entusiasmo de propios y extraños que buscan vivir la experiencia.
Para el administrador de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), Iván Eskildsen, además de conservar la tradición, este tipo de actividades abre a Panamá una ventana al turismo de calidad mundial.
Eskildsen se refirió a la encuestas de Booking.com, una de las plataformas de viajes más grande del mundo, donde revela que más del 60% de los viajeros buscan vivir experiencia de la cultura local.
La ATP citó a la Junta de Embarra del Festival del Canajagua, a tour operadores de la Región de Azuero y otras regiones para que conocieran y promuevan la experiencia que ofrece el pueblo de Macaracas.
Eskildsen resaltó la importancia de respaldar este tipo de actividades que involucra la comunidad, sobre todo para la conservación de las mismas.
El funcionario reconoce que urge mayor preparación de las comunidades y del país para atender a los visitantes, en tema de aseo, seguridad y todas las facilidades que requieren los visitantes.
Luego de dos años de cierre, el turismo despegó en el 2022 superando los 1.8 millones de visitantes, el triple de la cifra del año anterior, dijo Eskildsen. Para el 2023 se esperan más de 2 millones de visitantes alcanzado niveles óptimos prepandemia.
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