Panamá
9 de enero de 1964: La restauración de una bandera que marcó su vida
La bandera usada por los institutores el 9 de enero de 1964 le quedaba 2 años como máximo. Rosemary García participó en su rescate, hecho que impactó su vida.
Panamá
La bandera usada por los institutores el 9 de enero de 1964 le quedaba 2 años como máximo. Rosemary García participó en su rescate, hecho que impactó su vida.
Ser parte del proceso de restauración de la bandera que trataron de izar los estudiantes del Instituto Nacional en la escuela de Balboa, el 9 de enero de 1964, marcó la vida de Rosemary García de Newball, especialista que participó en esta labor.
“Esa bandera para mi tiene mucho valor; marcó mucho mi vida y eso es lo que hoy en día me facilita el hecho de transmitirle a la gente y enseñarle cual es el significado del patrimonio”, nos narra la conservadora que labora en la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio De Cultura.
Hace 12 años, cuando se aproximaban los 50 años de la gesta del 9 de enero, surgió el interés de sus protagonistas, de restaurar la bandera, que reposaba en el Aula Máxima del Glorioso Nido de Águilas.
Luego de los hechos de 1964, la bandera, que tiene un profundo significado en la familia institutora, reposó en la Presidencia de la República, hasta que Mireya Moscoso (1999-2003) la regresa al Instituto Nacional.
En una caja de madera, con un cristal en la parte superior, se mantuvo resguardada en el colegio, pero en la misma condición en que fue entregada por los estudiantes al presidente Roberto Chiari: desgarrada.
Rosemary tenía una vasta experiencia en la recepción de exposiciones nacionales e internacionales, sin embargo, sentía un vacío por participar de una misión que fuera más significativa.
Hasta que en 2013 llegó esa oportunidad con la petición de los héroes del 64.
“Hice un compendio de todo lo que exigían a nivel internacional para el manejo de estas piezas y me dije que si lo vamos a hacer es como se debe, para darle el honor y la honra que le corresponde a la bandera”, contó.
La logística fue tremenda y parte de esta fue observar en que condición se encontraba la pieza textil.
El Aula Máxima sorprendió a Rosemary por su hermosura y majestuosidad, donde, por lo general, se abrían sus ventanas para que los rayos del sol entraran.
“Todo era hermoso, pero dentro de mí, haciendo los análisis, me percaté de la humedad altísima, estaba lloviendo, y los rangos estaban disparados, lo que era demasiado para un material textil”, dijo.
En pocas palabras, todo estaba descontrolado y lo que las personas no entendían es que, en el caso de la conservación preventiva, rangos a estos niveles van deteriorando el bien.
“Cuando hago el informe, fue fuerte, porque el tiempo de vida era muy corto; lo que quedaba era como dos años, porque los colores habían empezado a pulverizarse. Ya no era textil, sino hilos”, recuerda la conservadora.
La acción fue inmediata y la bandera sale formalmente del Instituto Nacional, el 28 de mayo de 2013.
Sin embargo, Rosemary nunca se esperó que ese momento fuera tan especial.
“Cuando nosotros fuimos a retirar la bandera, se escuchaba un estruendo en la parte de afuera; la escuela estaba llena. Yo trataba de preguntar si alguien había hablado con los estudiantes, si sabían lo que iba a pasar, porque se iba a hacer eso…nadie me dijo nada”, expresó.
La especialista, que para esa época laboraba en el laboratorio del Museo del Canal, pensó que los estudiantes protestarían porque se iban a llevar su bien más sagrado, no obstante, fue otra la reacción.
“Para nuestra sorpresa, cuando abren las puertas, nos habían hecho una calle de honor, nos cantaban una canción que, después, me enteré que era el himno de la escuela; la cantaban con lágrimas en sus ojos, jóvenes de todas las edades, de primero a sexto año y en ese momento me decía a mí misma que no llorara, que era una profesional, y se me hizo un nudo en la garganta”, destacó.
Cuando llega al final del camino de honor, se volteó y todo el equipo técnico que la acompañó estaba llorando. “No había ser humano que no pudiera sentir lo que sentimos ese día”, cuenta Rosemary.
“Esos niños conocían más que yo, el verdadero valor a la patria, lo que yo trato de enseñar siempre”, resaltó.
Cuando meten la bandera en el carro, parten en caravana, atravesando la Avenida Central, que había sido abierta únicamente para que pudieran pasar y los estudiantes se pararon en mitad de la calle a saludar la bandera.
Una vez llega al Museo del Canal, en Plaza Catedral, se pasa al laboratorio a un área restringida, resguardada con todos los controles que necesitaba, para esperar la partida a España.
Como la identificó
Rosemary cuenta que como panameña tuvo que constatar que la bandera que se fue es la bandera que regresó, como parte de protocolos de seguridad.
Esta misión fue muy difícil por la condición en que salió la bandera, sin embargo, el Escudo Nacional que lleva en el centro fue lo que le permitió reconocerla.
“Cuando abren la caja yo estaba viendo el escudo que tenía cierto marco, que fue como una especie de grabado que nos ayudó para poder autenticar que era la pieza”, expresó.
La bandera tiene la particularidad que lleva impresa el Escudo Nacional en el centro y arriba del mismo el nombre del Instituto Nacional.
Su valor histórico data de otras luchas nacionalistas en las que fue llevada por los estudiantes, como el rechazo al convenio Filós-Hines de 1947, en el que resulta herido el joven Sebastián Tapia, quien la portó.
Su casa final: el Museo del Canal
Cuando vuelve de España, previo a la conmemoración de los 50 años, se le acondiciona un espacio en el centro Ascanio Arosemena, de la Autoridad del Canal de Panamá, donde se realizaría el acto central en ese momento.
Regresó restaurada al lugar en que no pudieron izarla, 50 años atrás, aquellos jóvenes institutores, debido a la reacción de los estudiantes zonians.
Posterior a la actividad, se toma la decisión de enviarla al museo, porque si regresaba al Instituto Nacional tenía que cumplir una serie de requisitos que no tenía.
“Una vez un estudiante me preguntó, triste, porque no se la devolvían al colegio, pero es como cuando a una persona se le opera del corazón, no puedes regresar a las mismas condiciones en que estaba antes, y en este caso pasó exactamente lo mismo”, reflexionó.
Lamentablemente, el colegio histórico no cuenta con las condiciones de conservación preventiva que se requieren.
La bandera del 9 de enero no ha sido el único proyecto de restauración que gestionó Rosemary García de Newball. Luego, participó del proceso de rescatar una bandera de 1958, empleada en la lucha que libraron los estudiantes de esa época por mejores condiciones de educación.
Además, trabaja en el rescate de otra pieza con un profundo valor histórico para los panameños.
“Esperamos con muchas ansias poder anunciarlo; eso sería fabuloso, porque es una pieza más antigua y tiene un valor altísimo para los panameños”, adelantó.
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