El legado del ‘Maestro’ Oscar Washington Tabárez
- Rusia / AP / @10Deportivo
Ex jugador y ex maestro de primaria, Tabárez es venerado por los jugadores y por el país entero.
“Nunca favoritos, siempre desde atrás”, como le gusta al “Maestro”.
Oscar Washington Tabárez recordó esa frase de una popular “murga” al repasar sus 12 años al frente de la selección uruguaya, en los que se consiguieron una semifinal, unos cuartos de final y unos octavos de final en un ciclo que ha asombrado al mundo por tratarse de un país de tan solo 3,5 millones de habitantes.
Ex jugador y ex maestro de primaria, Tabárez es venerado por los jugadores y por el país entero. Los expertos se preguntan si pueden trasladar su modelo de conducción a otras esferas. Su programa de trabajo es admirado en todos los rincones del planeta.
Pocos técnicos tienen un legado tan grande como el que dejaría Tabárez si decidiese no seguir dirigiendo a la selección de Uruguay.
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La federación uruguaya de fútbol ha dicho que puede seguir todo el tiempo que quiera y Tabárez, de 71 años, no ha querido hablar del tema para no crear distracciones en el plantel.
Su aspecto frágil, producto de un trastorno neurológico que reduce su capacidad de movilizarse y hace que use un bastón, o incluso una silla de ruedas, empuja a algunos a conjeturar que no seguirá al frente de la selección.
Tabárez, no obstante, asegura que sus problemas de salud no le impiden funcionar a plenitud. "No convivo con ningún tipo de dolor. La neuropatía me causa problemas motrices, sobre todo en la marcha. Como es una enfermedad crónica, a veces estoy un poquito mejor y a veces hay ciertas situaciones", dijo el técnico a medios de prensa en una oportunidad.
O sea, depende de él que inicie un quinto ciclo mundialista, cuarto consecutivo, ya que además de los tres últimos mundiales, también estuvo al frente de Uruguay en el de 1990.
Por entonces no había terminado de dar forma al proyecto que puso en marcha cuando retomó las riendas de la selección en el 2006, en el que reunió todas las experiencias vividas hasta entonces. Además de dirigir a Uruguay sacó campeón a Peñarol y Boca Juniors, condujo a clubes como Cagliari y Milan, y fue funcionario de la FIFA. Su proyecto se fijó lo que él describe como metas realistas para un país pequeño como el suyo, con una infraestructura futbolística modesta.
La falta de infraestructura la compensó con organización y entrega. Los pilares de su trabajo fueron el respeto, la franqueza, la humildad y el sentido de equipo. Inculcó esos valores a todos los niveles, desde las categorías juveniles, y hoy los jugadores de Uruguay parecen todos sacados del mismo molde. Y Uruguay, que supo ser sinónimo de juego sucio, es la selección más limpia del torneo.
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“Aquí nadie se cree mejor que el otro. Eso crea un buen grupo”, expresó el delantero Luis Suárez. “La tranquilidad que da el Maestro ayuda”.
Uruguay fue dos veces campeón mundial, en 1930 y 1950, pero a partir de allí fue perdiendo peso en el firmamento futbolístico.
“Tenemos que buscar en este mundo que ha cambiado tanto respecto a cuando éramos los mejores, hay que tratar de competir. Le fuimos buscando la manera. Me llevó mucho tiempo pensar esto. Estuve en Europa, vi cómo era esto. Estuve en la selección en otra épocas”, expresó Tabárez el jueves, aludiendo al mundial de 1990.
Y destacó la importancia de empezar a trabajar con los jugadores a temprana edad.
“Es esencial y ojalá que cuando ya no estemos no se pierda es la vinculación entre juveniles y selección mayor. En juveniles hay algunos que van a llegar a la selección mayor y tienen un camino adelantado por ese trabajo, ya saben de qué se trata”, comentó. “Llega un (Federico) un Valverde, un (Rodrigo) Betancur, un (Matías) Vecino, un (Nahitan) Nández, y todos se sorprenden de la manera en que los tratan. Hay respeto. Se tiene muy claro cuáles son los roles y el respeto que hay que tener por ellos. Reina un ambiente de respeto. Saben que es así. Cualquiera se puede molestar porque no juega, pero no puede decir otra cosa y no puede hacer otra cosa que tratar de entrenar cada vez más y demostrar” que merece estar.
Uno de sus grandes méritos, es haber sabido manejarse con las limitaciones de un país como Uruguay.
“La selección no es una isla”, declaró. “Se podrían hacer muchas cosas más de las que se hacen desde el punto de vista teórico si no tuviéramos determinadas condicionantes demográficos y económicos, pero le tengo que decir que no estamos en condiciones de hacerlo”.
Tabárez pide que no midan su trabajo por los resultados sino por el esfuerzo.
Los triunfos, señaló, son producto de "la convicción, la cohesión grupal, de saber para qué jugamos”.
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