¡Viva Jesús de Nazareno, viva el Naza! era el grito tras proseción del Cristo Negro en Portobelo
El párroco de la Iglesia San Felipe de Portobelo, Narciso Abrego, explicó que la institución no se opone a que los cristianos realicen actos simbólicos, sino a que recaigan en hipocresía, al orar a Dios y a la vez a pecar en su contra.
- Panamá /EFE
- - Actualizado: 22/10/2018 - 07:36 am
De rodillas, de espaldas y con un dolor a cuestas, miles de devotos pagaron ayer "sus penitencias", como un acto de infinita devoción por los milagros que les ha realizado el Cristo Negro, también llamado "El Nazareno", que año tras año da protagonismo al poblado de Portobelo, en la provincia caribeña de Colón.
El lugar, de unos 4,500 habitantes panameños, amaneció con una incesante lluvia que no daba tregua a los caminantes que, entre la muchedumbre y los carros apilados, se abrían paso para hacer todo lo posible para llegar a los pies del santo y cumplir su promesa.
Las caras desgarradas por el dolor y la agonía contrastaban con la hermosa bahía de Portobelo, bautizada así por el propio Cristóbal Colón en 1502.
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Solo el grito de ¡Viva Jesús de Nazareno, viva el Naza! daba aliento a los que una vez terminaban el trayecto a pie, se inclinaban para castigarse, ya sea arrastrándose por el asfalto, cargando pesadas cruces, o derritiéndose cera de vela sobre su cuerpo.
Una de ellos era Yaira que estuvo sentada en el suelo y se empujaba con sus pies, y solo acompañada de su hija de unos 5 años -descalza y solo cubierta con una bolsa de plástico en la cabeza-, contó a Acan-Efe que es la primera vez que hace el sacrificio por las bendiciones que ha tenido el Cristo Negro con ella.
"La salud de mi hija y la de mi familia, mi penitencia es por ellos", aseguró la mujer, mientras se quejaba del dolor y continuaba su trayecto ante la mirada de curiosos y motivadores.
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Igual escenario vivió Joanna, quien a solo pasos de las puertas de la Iglesia de San Felipe se dejaba tumbar sobre el asfalto, mientras la lluvia calmaba el ardor de su espalda cubierta con cera morada, que poco a poco era arrojada por su esposo.
"Lo hago desde hace 16 años por una situación complicada, pero también por el bienestar de mis familiares", agregó la fémina, quien junto a otros creyentes les seguía el paso.
Al llegar al Santuario, el ambiente de religiosidad envuelto por el olor a incienso y sudor, daba rienda a que feligreses se acomodaran para descansar en el templo, mientras que otros hacían fila para poner una veladora que iluminará su petición. Ninguno se dejó abatir por el sacrificio extremo, como muchos dicen, para simular lo que vivió Jesús antes de su crucifixión.
Los fervorosos flagelados, una vez daban las gracias a la imagen del Cristo ataviada con una lujosa túnica morada con detalles de pendientes y dinero, daban marcha atrás, aunque los más osados se quedaron hasta la procesión que se inició a las 8:00 p.m. de ayer, domingo.
Asi avanza la procesión del Cristo Negro de Portobelo @TReporta pic.twitter.com/IZkRtH3jPu— jose fossatti (@joseFFossatti) 22 de octubre de 2018
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