Un sobreviviente cuenta su historia
- Vielka Cádiz
- - Publicado: 04/11/1999 - 12:00 am
Con un bastón en la mano y tomándose una taza de café en un restaurante de la localidad, encontramos a Reinel Cianca Gutiérrez, uno de los últimos sobrevivientes de la Guerra de Coto, quien nos relató con la mente muy lúcida, los sucesos que rodearon aquel trascendental e histórico hecho que vivió nuestra patria.
A la edad de 99 años, el viudo Cianca reveló que su descendencia la componen cinco hijos, 23 nietas y 39 bisnietos, pero en la actualidad vive con un nieto y una nieta política en la Calle 6ta. de la ciudad de David.
Este insigne ejemplo de ciudadano patriota, inició la narración diciendo que todos los años espera con ansias el 3 de noviembre, para desfilar en la banda conocida como "Valle de la Luna" y así, rendirle homenaje a su patria querida: "Panamá".
Desde hace tres o cuatro años, Cianca, comenzó a participar en los desfiles conmemorativos a la separación de Panamá de Colombia, el Día de la Bandera y la Independencia de Panamá de España, los días 3, 4, 10 y 28 de noviembre respectivamente, lo que ha causado el beneplácito de la población chiricana y santeña, la cual lo aplaude y vitorea al transcurrir de su paso.
Y es que como muestra de su valiente espíritu, también viaja hasta la ciudad de Las Tablas, donde cada año hace gala del importante personaje que orgullosamente representa al haber sido partícipe de tan relevante acontecimiento en la historia patria.
Desde hace algunos años, Cianca, vestido con el uniforme de la banda (color verde, rojo y blanco), que representan la bandera chiricana, camina toda la ruta del desfile, sin embargo, el agotamiento y la vejez lo han obligado a que en los últimos años lo haga en un vehículo patrocinado, desde el que saluda a los miles de ciudadanos congregados en las principales calles y avenidas de la ciudad de David.
LA HISTORIA DE COTO
Sentado ya en un mueble de su humilde casa, el protagonista de Coto dio a conocer en un breve pantallazo, la difícil situación que vivieron los participantes activos del conflicto, iniciado entre Panamá y Costa Rica, por la posesión de tierras ubicadas en el sector limítrofe con ese país vecino.
De acuerdo a Cianca, la experiencia vivida por él y sus compañeros fue sumamente dura, ya que en aquella época los gobiernos no solían atender a los ciudadanos, pese a que se trataba de la defensa de la soberanía panameña.
Según cuenta, las únicas armas que tenían para defenderse de los soldados costarricenses, eran unos machetes, mientras que los contrarios portaban armas de grueso calibre.
Durante la entrevista, el abuelo Cianca nos enseñó el arma blanca que utilizó (un pequeño cuchillo) y una totuma que en su momento, le entregó su difunta madre para que tomara agua.
La suerte de los panameños, señaló el veterano, fue que las unidades policiales y otros voluntarios, le habían secuestrado antes que ellos llegaran, los revólveres a los ticos, los cuales utilizaron para defenderse de la potencia norteamericana que más tarde se entremetió y arremetió con los panameños, quienes tuvieron que abandonar el sitio y permitir el robo de ese pedazo de terreno, que hoy pertenece a territorio de Costa Rica.
Para desplazarse desde David hasta la fronteriza comunidad de Coto, los firmes patriotas tuvieron que abordar un tren que los trasladó a la región conocida como La Pita, después cabalgaron hasta Divalá y de allí caminaron hasta la población de Progreso, donde en un tren de la Compañía Panama Sugar se dirigieron hasta Puerto Armuelles, para continuar hasta el Golfo Dulce, donde abordaron una lancha que los llevó hasta un sitio más cercano al punto de enfrentamiento.
En ese lugar estratégico, los héroes se reunieron para planear el ataque, sin embargo, a última hora fueron advertidos por el general Manuel Quintero Villarreal de que desistieran de la medida y se retiraran del área.
El escape, según Cianca, quedó obstaculizado desde el momento en que fueron atacados sorpresivamente en medio río, logrando sobrevivir por un milagro. Tras salir airosos de esa embestida, se desplazaron por el afluente y posteriormente por senda montaña; llegando a David con los pies cortados y vejigosos después de 29 días.
Al ver la acción, el reconocido Aristides Romero obsequió un par de zapatos, una camisa, un pantalón, un sombrero y cinco pesos, como pago a su valiente y bello gesto para con la patria.
Contrario a lo ocurrido en esa ocasión, Cianca sostuvo que actualmente es difícil que los jóvenes se atrevan a actuar de la forma como ellos lo hicieron, porque nadie está dispuesto a dar su vida por la patria.
UN HEROE OLVIDADO
Una clara decepción mostró Reinel Cianca cuando le preguntamos sobre el trato que ha recibido de parte de la ciudadanía y los gobernantes de esa época hasta el presente.
Con un tono triste y acongojado, el señor expresó que a él sólo los limpiabotas, vende chichas, lo estiman, no así las autoridades de las más altas esferas gubernamentales y exitosos empresarios, quien en un momento dado, son los que pueden ofrecerle las facilidades para que él pueda vivir sus últimos días de forma más cómoda.
Detalló que en la primera pensión que le otorgaron a los sobrevivientes, le pagaron B/. 30.00 mensuales y años después B/. 50.00, cifra que con el transcurrir del tiempo subió, pero que actualmente no alcanza para satisfacer las múltiples necesidades.
Al igual que pocos ciudadanos destacados y capaces de dar su vida por este país, el viejecito reiteró que ha sido objeto del más completo olvido, ya que ni siquiera en los desfiles patrios recibe la atención que se merece.
Cabe resaltar que en su pequeña vivienda, Cianca conserva aún una medalla que le entregó el museo, una totuma y una cuchilla que utilizó durante la famosa e histórica Guerra de Coto.
Con un tono de gran orgullo, el protagonista manifestó que cerca de 50 ciudadanos, han hecho uso de la vieja totuma.
Anunció que todos los años se prepara para los desfiles patrios y así rendir homenaje a lo que con gran entusiasmo enfatizó es "su patria".
A la edad de 99 años, el viudo Cianca reveló que su descendencia la componen cinco hijos, 23 nietas y 39 bisnietos, pero en la actualidad vive con un nieto y una nieta política en la Calle 6ta. de la ciudad de David.
Este insigne ejemplo de ciudadano patriota, inició la narración diciendo que todos los años espera con ansias el 3 de noviembre, para desfilar en la banda conocida como "Valle de la Luna" y así, rendirle homenaje a su patria querida: "Panamá".
Desde hace tres o cuatro años, Cianca, comenzó a participar en los desfiles conmemorativos a la separación de Panamá de Colombia, el Día de la Bandera y la Independencia de Panamá de España, los días 3, 4, 10 y 28 de noviembre respectivamente, lo que ha causado el beneplácito de la población chiricana y santeña, la cual lo aplaude y vitorea al transcurrir de su paso.
Y es que como muestra de su valiente espíritu, también viaja hasta la ciudad de Las Tablas, donde cada año hace gala del importante personaje que orgullosamente representa al haber sido partícipe de tan relevante acontecimiento en la historia patria.
Desde hace algunos años, Cianca, vestido con el uniforme de la banda (color verde, rojo y blanco), que representan la bandera chiricana, camina toda la ruta del desfile, sin embargo, el agotamiento y la vejez lo han obligado a que en los últimos años lo haga en un vehículo patrocinado, desde el que saluda a los miles de ciudadanos congregados en las principales calles y avenidas de la ciudad de David.
LA HISTORIA DE COTO
Sentado ya en un mueble de su humilde casa, el protagonista de Coto dio a conocer en un breve pantallazo, la difícil situación que vivieron los participantes activos del conflicto, iniciado entre Panamá y Costa Rica, por la posesión de tierras ubicadas en el sector limítrofe con ese país vecino.
De acuerdo a Cianca, la experiencia vivida por él y sus compañeros fue sumamente dura, ya que en aquella época los gobiernos no solían atender a los ciudadanos, pese a que se trataba de la defensa de la soberanía panameña.
Según cuenta, las únicas armas que tenían para defenderse de los soldados costarricenses, eran unos machetes, mientras que los contrarios portaban armas de grueso calibre.
Durante la entrevista, el abuelo Cianca nos enseñó el arma blanca que utilizó (un pequeño cuchillo) y una totuma que en su momento, le entregó su difunta madre para que tomara agua.
La suerte de los panameños, señaló el veterano, fue que las unidades policiales y otros voluntarios, le habían secuestrado antes que ellos llegaran, los revólveres a los ticos, los cuales utilizaron para defenderse de la potencia norteamericana que más tarde se entremetió y arremetió con los panameños, quienes tuvieron que abandonar el sitio y permitir el robo de ese pedazo de terreno, que hoy pertenece a territorio de Costa Rica.
Para desplazarse desde David hasta la fronteriza comunidad de Coto, los firmes patriotas tuvieron que abordar un tren que los trasladó a la región conocida como La Pita, después cabalgaron hasta Divalá y de allí caminaron hasta la población de Progreso, donde en un tren de la Compañía Panama Sugar se dirigieron hasta Puerto Armuelles, para continuar hasta el Golfo Dulce, donde abordaron una lancha que los llevó hasta un sitio más cercano al punto de enfrentamiento.
En ese lugar estratégico, los héroes se reunieron para planear el ataque, sin embargo, a última hora fueron advertidos por el general Manuel Quintero Villarreal de que desistieran de la medida y se retiraran del área.
El escape, según Cianca, quedó obstaculizado desde el momento en que fueron atacados sorpresivamente en medio río, logrando sobrevivir por un milagro. Tras salir airosos de esa embestida, se desplazaron por el afluente y posteriormente por senda montaña; llegando a David con los pies cortados y vejigosos después de 29 días.
Al ver la acción, el reconocido Aristides Romero obsequió un par de zapatos, una camisa, un pantalón, un sombrero y cinco pesos, como pago a su valiente y bello gesto para con la patria.
Contrario a lo ocurrido en esa ocasión, Cianca sostuvo que actualmente es difícil que los jóvenes se atrevan a actuar de la forma como ellos lo hicieron, porque nadie está dispuesto a dar su vida por la patria.
UN HEROE OLVIDADO
Una clara decepción mostró Reinel Cianca cuando le preguntamos sobre el trato que ha recibido de parte de la ciudadanía y los gobernantes de esa época hasta el presente.
Con un tono triste y acongojado, el señor expresó que a él sólo los limpiabotas, vende chichas, lo estiman, no así las autoridades de las más altas esferas gubernamentales y exitosos empresarios, quien en un momento dado, son los que pueden ofrecerle las facilidades para que él pueda vivir sus últimos días de forma más cómoda.
Detalló que en la primera pensión que le otorgaron a los sobrevivientes, le pagaron B/. 30.00 mensuales y años después B/. 50.00, cifra que con el transcurrir del tiempo subió, pero que actualmente no alcanza para satisfacer las múltiples necesidades.
Al igual que pocos ciudadanos destacados y capaces de dar su vida por este país, el viejecito reiteró que ha sido objeto del más completo olvido, ya que ni siquiera en los desfiles patrios recibe la atención que se merece.
Cabe resaltar que en su pequeña vivienda, Cianca conserva aún una medalla que le entregó el museo, una totuma y una cuchilla que utilizó durante la famosa e histórica Guerra de Coto.
Con un tono de gran orgullo, el protagonista manifestó que cerca de 50 ciudadanos, han hecho uso de la vieja totuma.
Anunció que todos los años se prepara para los desfiles patrios y así rendir homenaje a lo que con gran entusiasmo enfatizó es "su patria".
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