Conflicto. Barú, un real espejo de esta situación.
Ruptura de la unidad familiar, un mal complejo y devastador
De acuerdo a la Iglesia, si no se tiene un ambiente familiar apropiado, el asunto se complica. Los fracasos y la deserción escolar son, en muchos casos, los detonantes de este flagelo que va en aumento.
Lo que dijo sobre los problemas que afectan el hogar.
- Muchos factores se originan por la ingesta de licor, que conlleva a la violencia doméstica. Los padres no se dan cuenta de que con la actitud y conducta agresiva perjudican principalmente a los niños en su concentración y estudios.
- Trabajadora social
No cabe duda de que el distrito de Barú, en Chiriquí, es un lugar adecuado para realizar un análisis del preocupante tema de la desintegración familiar o, lo que es lo mismo, la ruptura de la unidad familiar, cuando uno o más miembros dejan de desempeñar adecuadamente sus obligaciones y deberes.
Todo transcurría con normalidad en la época de las bananeras, ya que había estabilidad laboral y fuentes de empleo, salvo los típicos problemas del consumo excesivo de bebidas alcohólicas y la drogadicción, en menor escala.
Sin embargo, después del año 2007, con la crisis y el inevitable colapso de Coosemupar, la situación cambió radicalmente. Se inicia un éxodo masivo de baruenses a otros sectores del país para buscar el sustento diario.
Fueron muchos jóvenes los que abandonaron sus estudios para irse a trabajar en lo que fuera, mientras las amas de casa tuvieron que afrontar solas la educación de los niños, ya que sus esposos no estaban.
Cifras de la Policía Nacional en Barú indican que en lo que va de 2012 se han registrado 23 delitos en los que están involucrados menores de edad.
Teodoro Ríos, padre de la de la Iglesia católica del área, catalogó la situación como un problema muy complejo.
“Hay toda una gama de razones; no hay preparación para la vida familiar, que es prácticamente inexistente”, agregó.
El representante de la Iglesia manifestó que los jóvenes no son los culpables, sino los adultos. Ellos piensan que las leyes les han quitado la autoridad, muchas veces los adultos temen que los jóvenes los lleven a los juzgados.
Por su parte, la trabajadora social del área, Mayra Ibis Berroa, puntualizó que en los años 90 eran muy pocos los problemas de desintegración familiar.
Señaló que se les brinda a muchas familias terapia de conversación: una esperanza de surgir, a pesar de no tener un albergue.
Dijo que las mujeres temen y como allí no hay las entidades para proceder, se quedan en silencio.
Entre tanto, Mónica Flores, psicóloga del Ministerio de Salud en Puerto Armuelles, mencionó como factores que inciden en la desintegración familiar el alcoholismo y la violencia doméstica.
Añadió que la gravedad del problema es mayor porque se afecta la conducta de los chicos.
Mientras, Adilio Franco, funcionario del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) en Barú, expresó que los casos de desintegración familiar atendidos son aislados.
En este siglo XXI, cuando la tecnología reemplaza a la compañía de los familiares, cuando el padre y la madre salen a trabajar para buscar el sustento diario, se puede decir que la desintegración familiar es cosa común.
“Es importante educar a los hijos en valores para que salgan adelante”, dijo Franco.
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